Tras el lanzamiento de 13 Reasons Why, Netflix puso a disposición otras series que tocan temas delicados de la adolescencia.
13 Reasons Why puso en vitrina temas difíciles que en la mayoría de casos se viven durante la etapa de la adolescencia.
Aunque estos temas todavía son tabú para algunas personas son importantes para la evaluación de los padres. En Netflix puedes encontrar series que tocan estos temas de reflexión y que podrían ser abordados en casa.
Ellen, veinteañera con anorexia nerviosa, recorre un camino tan escabroso como gracioso para conocerse a sí misma guiada por un médico poco convencional.
MERLÍ
Un maestro de filosofía poco convencional enfada a algunos padres y compañeros de trabajo, a otros enamora e inspira a sus jóvenes alumnos, incluyendo a su hijo homosexual.
EL CLUB DE LOS CINCO
El atleta, el intelectual, el delincuente, la princesa y la rara rompen las barreras sociales del colegio secundario cuando pasan un sábado castigados.
RIVERDALE
El paso a la edad adulta incluye sexo, romance, escuela y familia. Para Archie y sus amigos, también hay misterios oscuros.
ATYPICAL
Decidido a tener novia, una adolescente con un trastorno autista se dispone a encontrar su independencia y termina guiando a su familia por un viaje de autodescubrimiento.
THE END OF THE F***ING WORLD
Un psicópata en ciernes y una rebelde hambrienta de aventuras comparten un viaje fatídico por carretera. Serie de comedia negra basada en la novela gráfica.
THE FUNDAMENTALS OF CARING
Un escritor atrapado en su pasado, un adolescente con un futuro incierto, en un viaje por carretera lleno de nuevas experiencias, obtienen una nueva motivación para vivir.
NOT ALONE
Una joven cuya mejor amiga se suicidó a los 16 años comparte su experiencia e inquietudes con adolescentes atormentados por problemas mentales y pensamientos suicidas.
AUDRIE & DAISY
En este documental desgarrador, dos adolescentes son atacadas sexualmente por chicos a quienes consideraban amigos son humilladas en Internet y acosadas por sus comunidades.
Mientras sus vulnerables alumnos leen clásicos como “El Diario de Anna Frank” una maestra los convence a llevar diarios sobre sus conflictivas vidas.
Finalmente, Netflix puso a disposición la opción de ingresar un código de PIN de control parental personalizado y también para recibir algún otro tipo de 13ReasonsWhy.info.
El informe de Unicef coincide con la encuesta Mundial de Salud a Escolares que señala que el 45% de los estudiantes entre 13 y 15 años han sufrido de acoso y violencia en los centros educativos.
De acuerdo al informe “Violencia en las escuelas”, publicado por Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) la mitad de los estudiantes de entre 13 y 15 años declara haber experimentado violencia entre pares en las escuelas y en sus inmediaciones.
En el informe, se pone de manifiesto que la violencia entre pares (que se mide por el número de niños que denuncian haber sufrido acoso en el último mes o haber participado en una pelea física en el último año) ocupa un papel dominante en la educación de los jóvenes de todo el mundo, y repercute en el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes tanto de países ricos como pobres.
En Honduras, la violencia ha tenido un profundo impacto en la capacidad de los niños de acceder y permanecer en la escuela. Esto es especialmente cierto en los barrios de las principales áreas urbanas del país en las cuales la inseguridad producto de la inequidad social y la presencia de maras, pandillas y el crimen organizado son responsables de muertes violentas, extorsiones, restricciones de movimiento y amenazas.
“La educación es fundamental para construir sociedades pacíficas y, sin embargo, para millones de niños la escuela no es un lugar seguro”, aseguró la Directora Ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore. “Los estudiantes se enfrentan cada día a múltiples peligros, como peleas, la presión de unirse a las maras y pandillas, acoso cibernético y en persona, disciplina violenta, agresiones sexuales y violencia armada”, prosiguió.
Por su parte, Mark Connolly, Representante de Unicef en Honduras aseguró que el país centroamericano “cuenta con una ley contra el acoso escolar aprobada por el Congreso de la Republica. Sin embargo, la Secretaría de Educación todavía no ha podido aplicar la ley en su totalidad. Como consecuencia la violencia y el acoso en las escuelas siguen siendo un problema que acecha los niños y niñas de Honduras”.
“Los mismos niños y niñas que participaron en el Congreso Infantil” continuó Connolly “han exhortado a la secretaría de Educación para crear un programa de prevención de la violencia en todos los centros educativos del país lo cual muestra que prevenir la violencia en las escuelas es un tema de suma importancia para los niños y niñas en Honduras”.
El informe también forma parte de un esfuerzo colectivo de organizaciones como Unicef, el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido, la UNESCO, otros miembros de la Alianza Mundial para Acabar con la Violencia contra los Niños y UNGEI (La Iniciativa de las Naciones Unidas para la Educación de las Niñas), que trabajan para esclarecer el asunto y promover acciones con el fin de eliminar la violencia dentro y fuera de las escuelas.
En ese orden, en los próximos meses, Unicef celebrará una serie de Conferencias de Jóvenes sobre la campaña #ENDviolence en todo el mundo. En estas charlas, dirigidas por estudiantes, los jóvenes contarán con una plataforma en la que podrán compartir sus experiencias con la violencia y expresar qué necesitan para sentirse a salvo en la escuela y sus inmediaciones, y se enviarán una lista de recomendaciones a los dirigentes mundiales.
DATO:
Para poner fin a la violencia en las escuelas, Unicef y sus aliados realizaron un llamado para que se adopten medidas urgentes en relación con los siguientes ámbitos:
Implementar políticas y leyes que protejan a los estudiantes de la violencia en las escuelas.
Reforzar las medidas de prevención y respuesta en las escuelas.
Instar a las comunidades y a las personas a que se sumen a los estudiantes para denunciar la violencia y trabajen para cambiar las costumbres en las aulas y en las comunidades.
Realizar inversiones más efectivas y específicas en soluciones que hayan demostrado ayudar a los estudiantes y a las escuelas a permanecer seguros.
Recopilar datos desglosados de mayor calidad acerca de la violencia contra los niños dentro y fuera de las escuelas y compartir aquello que funcione.
La serie contará el calvario de un joven adolescente virgen que no tiene habilidades para iniciar una relación sexual a pesar de que su madre es terapeuta sexual.
‘Sex Education’ es una serie de Netflix de origen británico que contará con Asa Butterfield (Otis) y Gillian Anderson (Jean) como principales protagonistas. Butterfield será un adolescente virgen y con una obsesión con el sexo que lo conduce hacia la torpeza. Paradójicamente, su madre es una terapeuta sexual, lo cual le lleva a abrir una clínica sexual clandestina en el instituto junto a su amiga Maeve.
El último en sumarse a este reparto es James Purofoy, estrella de series como ‘Roma‘ o ‘The Following‘, que dará vida a Remi en la nueva ficción de Netflix. Su papel no pasará desapercibido, e interpretará al exmarido de Jean y al padre de su hijo Otis. El actor aparecerá en algunos capítulos pero no será un personaje recurrente.
La propia protagonista, más conocida por su papel de Scully en ‘Expediente X‘, lo ha confirmado a través de una foto que ha publicado en sus redes sociales, en la que aparece la familia ficticia sonriente y feliz bajo el irónico título elegido por Anderson: «Exfamilias casi felices». Pronto descubriremos si todo es tan maravilloso y «casi feliz» como lo pintan en la publicación.
Sex Education’, nueva apuesta de Netflix
La nueva serie de Netflix está escrita y creada por la guionista Laurie Nunn y arrancó su producción en primavera. ‘Sex Education’ cuenta detrás con la productora Eleven, cuya responsabilidad también recae sobre otras series como ‘Gap Year’ o ‘The Endfield Taylor’. Respecto a la producción ejecutiva estará compuesta por Jamie Campbell, Ben Taylor y Joel Wilson.
Fuente de la reseña: https://www.formulatv.com/noticias/82016/sex-education-james-purefoy-nueva-serie-netflix-gillian-anderson/
Europa/España/24 Mayo 2018/Autora: Sandra Vicente/Fuente: El diario la educación
El educador Jaume Funes, autor del libro ‘Quiéreme cuando menos lo merezca… por que es cuando más lo necesito’, aborda la adolescencia desde una premisa simple: «para ayudarles a construirse, tienes que estar a su lado cuando descubran «, afirmación aplicable a tabúes como el sexo, las drogas o, incluso, el adoctrinamiento.
El psicólogo, educador y periodista Jaume Funes ha dedicado buena parte de su vida a trabajar con adolescentes. Comenzó en 1973, cuando “la adolescencia todavía no existía y le llamábamos pubertad”, recuerda. Su experiencia en una etapa compleja de la vida -tanto, que a veces asegura que preferiría ser “especialista en pequeña infancia” -le ha llevado a agotar en menos de 10 días la primera edición de su libro Quiéreme cuando menos lo merezca … porque es cuando más lo necesito.
Y es que hablar de adolescencia es hablar de la infancia pero también de la edad adulta. De contradicciones y de descubrimientos, de rebeldía y del amor. Así, hablamos de sexo y drogas, de nuevas tecnologías, influencers e, incluso, de adoctrinamiento, en la misma conversación. Todo ello, con un único hilo conductor: la adolescencia.
Es hablar de adolescencia y mucha gente se estresa: ¿por qué es una etapa tan convulsa, tanto para los propios jóvenes, como para los adultos que les rodean?
Hace más de cuarenta años que trabajo esta etapa vital: empecé en el año 73 del siglo pasado. He visto muchas adolescencias, incluso cuando éstas no existían como concepto universal, hasta las adolescencias online que tenemos hoy. En estos años ha habido muchos cambios sociales pero siempre se ha mantenido una constante: adultos desconcertados. La primera reacción siempre es convertir el cambio en problema y tendemos a construir el control. Pero no se puede intentar poner barreras ni leyes a lo que es incontrolable.
Mi batalla como profesional siempre ha sido intentar que los adultos aprendan a mirar a los adolescentes. No puedo decir que no generen problemas: yo mismo he vivido intensamente la época de la heroína y muchos de los chavales con los que he trabajado ahora están muertos. Pero no aportamos nada si enfocamos esta etapa vital desde el conflicto: debemos aprender a ayudar a unas personas que piden ayuda, pero no de la manera que nosotros quisiéramos o entenderíamos. No son drogatas ni delincuentes; antes que nada son adolescentes que se complican, o no, la vida de una determinada manera y que nos la complican, o no, a nosotros.
Habla de una época en la que no existía la adolescencia como concepto universal, pero jóvenes en transición los ha habido siempre
Cualquier profesional de la educación y la salud ha estudiado la pubertad y el cambio biológico y fisiológico que de ella se deriva. Pero no es sólo físico, sino que está tremendamente relacionado con las condiciones sociales. La manera cómo vivimos la primera menstruación o el despertar sexual tiene que ver con el contexto. Piensa en estos cambios en los años sesenta y setenta, cuando muchos chicos no tenían tiempo de observar y reflexionar, sino que debían ocuparse de la casa, ponerse a trabajar … La contemplación de estos cambios y , con ellos, la posibilidad de vivir la adolescencia, sólo era posible para los jóvenes con dinero y recursos.
¿La adolescencia no puede ser sin ocio?
Es una etapa que va ligada al tiempo para ser adolescente, un tiempo no dedicado a ser un sujeto productivo explotado por el trabajo. Además, también se caracteriza por unas dosis mínimas de consumo porque, aparte de contemplar la adolescencia, también debes consumir como tal. La lógica psicológica de la adolescencia pasa por sentirse diferente, no querer ser un niño ni tampoco un adulto, y uno de los mecanismos para salir de estas incertidumbres es identificar a los que son como tú y compartir esa vivencia en comunidad.
Esta conformación de grupo se basa en comuniones de estilo de vida que van desde las tribus urbanas a los lenguajes, pasando por las maneras de vestir o la música. Las construcciones sociales se hacen a través del ocio, que no debemos confundir con tiempo de diversión: son espacios que no están destinados al trabajo. Y es que buena parte de los mecanismos que los adultos interpretamos como diversión, son simplemente cuestiones de relación. Uno de los más tópicos es el botellón: los adolescentes no se juntan para beber, sino para relacionarse en un espacio en el que no hay adultos.
Siempre que abordamos esta práctica desde la perspectiva del alcohol olvidamos que es un mecanismo de relación. Así como el consumo no es lo más importante de estos encuentros, tampoco debemos olvidar que nos encontramos en una sociedad, precisamente, de consumo que aspira a fidelizar adolescentes. Al igual que los partidos políticos y las iglesias, el capitalismo intenta que los jóvenes comulguen con su manera de consumir y entender el mundo. Porque el consumo relacionado a determinados estilos de vida que se hacen fuertes a partir de la adolescencia luego se hacen muy difíciles de cambiar. Tu consumo acaba definiéndote así que, de alguna manera, los adolescentes acaban siendo las grandes víctimas del mercado.
¿Los adultos tendemos a magnificar los conflictos resultantes de la adolescencia?
A veces me veo como un digestólogo, que ayuda a digerir adolescencias difíciles a familias desconcertadas. Es vivir con una persona que te cuestiona continuamente, pero es que los adultos tampoco asumimos que la mayor parte de nuestras certezas son incertidumbres con seguridades artificiales. Y en el fondo nos consolamos pensando que quien nos está cuestionando es una criatura que no sabe lo que dice que sabe y que se la pegará seguro.
Pero asumir esto no significa dejar de estar a su lado. Al contrario, quiere decir estar dispuesto a enseñar a una persona que dice que lo sabe todo -y que nunca reconocerá que no sabe algo- y conseguir que aprenda -aunque no lo reconozca- para que cuando aprenda nunca te den las gracias. La función del adulto debe estar detrás de las bambalinas: debe ser quien le ayude a construir preguntas para buscar las respuestas. Pero quien quiera dirigir la vida de un adolescente deberá asumir demasiados conflictos.
Esta actitud requiere paciencia que, en su defecto, se sustituye por autoridad. ¿Qué piensa de la autoridad?
Quienes educan de manera sensata olvidan el poder o la autoridad, que sería el equivalente al “te aguantas, la vida es dura”, “mientras vivas en mi casa mando yo”, etcétera. El poder no es una herramienta, es un desastre: debemos asumir que nosotros y nuestros conocimientos, valores y criterios, dejan de ser un referente cuando los niños tienen 10 años. A partir de entonces, usar la autoridad significa imponer, adoctrinar.
Más allá de las manipulaciones que pueda haber de las informaciones, debemos saber que todos los poderes aspiran a adoctrinar a las nuevas generaciones para que piensen de una determinada manera. No deben cerrarse la puerta a estas informaciones, al contrario, lo que tenemos que hacer es incentivar que las escuchen y guiarlos para que entiendan que ellos mismos han de discernir y descubrir su criterio. Es un proceso larguísimo que no se puede imponer.
Y esto ocurre en todos los ámbitos de la educación: tenemos un power point que deben aprender. Tú te lo empollas, yo te evalúo, tú lo olvidas, yo te doy un certificado y ya, partir de ahí, eres un buen ciudadano porque vas asumiendo una serie de conocimientos. Pero si queremos que se interroguen por lo que sucede a su alrededor, no podemos obligarlos a aprender lo que creemos que se debe aprender, sino que debemos cultivar sus propios intereses. Los adolescentes no son el proyecto de nadie.
¿Tendemos a infantilizar a los jóvenes cada vez que hablamos de adoctrinamiento?
Puedes montar un cirio hablando sobre que el día 1 de octubre pasaron un montón de bestialidades pero tienes ante ti personas a las que, si no has estado presente en su vida, si no te has preocupado de ellos y si no les hablas continuamente sobre lo que ocurre a su alrededor, ya les puedes meter el mitin que quieras, que será inútil. Sólo convencerás al convencido. Quienes hablan de adoctrinamiento están dando poder a un profe que, fíjate qué casualidad, hasta ayer era un inútil y hoy es un adoctrinador.
Los maestros deben respetar pero explicar la desigualdad social: que ha cerrado una fábrica echando a no sé cuántas personas, que los Mossos han ido a no sé dónde y han hecho no sé qué, que el banco ha desahuciado a una familia … con eso les dices a los chavales: vigilad, que hay algo que se llama intereses económicos que afectan diferente a todos. Quien explica esto de esta manera no adoctrina, sino que ayuda a leer la actualidad de manera crítica.
¿Hoy deberíamos hablar de los palestinos masacrados por Israel? Claro, y las escuelas que hablen de lo que pasa en la vida lo harán. Y seguro que saldrá un filo-israelí diciendo que se adoctrina en el antisemitismo. Pero el drama no es ese, el drama es que la mayoría de chavales pasen de escuchar cuando se habla sobre chicos de su edad que han sido asesinados. No debemos focalizar en si eres propalestino, proisraelí, independentista o unionista. Tienes que ser pro-pensamiento, porque las irracionalidades las encontramos partes.
Hablemos de los grandes tabúes de la adolescencia: por mucho que cambien los tiempos, el sexo y las drogas siguen estando ahí. Y continuamos afrontándolas mal. ¿Por qué?
El sexo siempre ha sido pecado mortal, enfocado desde la moralidad. Siempre he tenido que hacer educación sexual y, así como en los años 70 no podía hacerlo sin saber qué fotos de señoras del Interviú se pasaban bajo el pupitre, ni sin conocer los consultorios sentimentales del Pronto, hoy no puedes hacer educación sexual sin conocer las nuevas tecnologías ni la pornografía.
Estos elementos para descubrir y gestionar el despertar sexual siempre estarán y el papel de los adultos siempre debe ser el mismo: ayudar a construir una sexualidad feliz, atractiva y equilibrada para que durante el resto de su vida una fuente significativa de placer y felicidad venga de la sexualidad. Pero para que con cincuenta años todavía disfruten follando, abrazándose y acariciándose, antes deben haberse equivocado, preguntado …
Y para ello necesitamos adultos que no se escandalicen y que tengan una vida equilibrada, porque la especialidad de los adolescentes es desequilibrar al adulto. Si no se afronta esta etapa de manera serena, ya les puedes decir lo que quieras, esto es como el adoctrinamiento: les podemos decir que el sexo es malo, que deben mantenerse vírgenes … pero ellos ya descubrirán qué piensan, nos guste o no. Y si los queremos ayudar a construirse, debemos estar a su lado cuando descubran. Para que te crean cuando les digas que el sexo no es sólo penetración, sino que te lo puedes pasar bien acariciándo, no les puedes ir diciendo “pobre de ti que folles”, porque entonces no confiarán en ti.
Prohibir lo que los adultos hacen o consumen nunca ha sido una buena táctica
Las drogas y el sexo estarán siempre y parte del proceso de maduración de los jóvenes pasa por ir descubriendo cómo relacionarse con los riesgos. Los chavales tienen que ir descubriendo que hay una gran diferencia entre un kalimocho Don Simón y un Gran Reserva. Pero, aunque yo sepa que no vale la pena agarrarse un pedo monumental con vino de un euro, no seré yo quién les diga que no lo hagan. Porque es un pedo que se debe agarrar antes de llegar a la conclusión de que no compensa.
¿Que el alcohol es malo? Desde el punto de vista neurológico es una droga muy potente. Tú mismo, destroza tus neuronas como quieras, pero debes saber que el alcohol también sirve para pasarlo bien. Yo disfruto mucho con un buen whisky, pero no diré nunca que para pasarlo bien necesito beber.
No podemos pensar que los adolescentes pasarán de la inocencia de la infancia a la estabilidad de la edad adulta sin trasiegos. Esta etapa de transición, al contrario, debe ser bastante entretenida y la deben vivir intensamente, porque si no, los problemas vendrán luego. Hay que tener en cuenta, eso sí, que es un proceso de aprendizaje terrible si no se encuentra ningún adulto que ayude a hacerlo.
Para ser fructífero y productivo, el debate sobre la despenalización del aborto debe despojarse de prejuicios distorsivos y aprovecharse para comprender un poco más algunas problemáticas sociales con las que suele relacionárselo. Es el caso de los embarazos adolescentes en los mundos de la pobreza.
Se habla de miles de niñas, adolescentes y mujeres obligadas a concebir hijos en contra de su voluntad o a abortar clandestinamente en condiciones sanitarias que pueden costarles la vida. También, de los consiguientes hijos malnutridos y con capacidades cognitivas y de aprendizaje disminuidas. Veladamente, se plantea al aborto legal como solución alineada con los deseos de esas jóvenes. El panorama en villas y asentamientos, sin embargo, desmiente esos supuestos y plantea realidades más complejas.
Es cierto que la edad promedio de las primerizas oscila entre los quince y los dieciocho años. Pero a partir de entonces, las jóvenes ya no se reconocen como adolescentes sino como mujeres. Es más, una chica de veintiuno que aún no tiene descendencia suscita la sospecha de la infertilidad; un fantasma vivido con particular dramatismo por mujeres cuya única respetabilidad en un entorno patriarcal lo constituye la maternidad.
Tampoco es cierto que sea la ignorancia sobre los métodos anticonceptivos el motivo de tales embarazos. Los conocen muy bien a raíz de su difusión en escuelas y campañas preventivas estatales administradas desde centros comunitarios. Pero su uso queda siempre supeditado a la decisión autoritaria de sus parejas que, en la mayoría de los casos, los descartan en procura de una sensualidad más intensa.
Los embarazos consiguientes no son tampoco el producto de una planificación; pero sí una probabilidad deseada por la mayoría. Y ello tiene que ver con toda una serie de valores del nuevo y aún poco conocido mundo de la marginalidad. Durante los últimos cuarenta años, villas y asentamientos se han convertido en ámbitos de una sociabilidad cuya intensidad es correlativa a los procesos de desafiliación respecto del trabajo y la educación. Los empleos precarios o inexistentes, el hacinamiento habitacional y la deserción escolar han minado las concepciones temporales de la sociedad integrada.
Las ideas de futuro han sido sustituidas por el fatalismo de un presente continuo concentrado en la supervivencia cotidiana. Muchos padres insisten en la escolarización de sus hijos; pero otros la descalifican.
En el caso de las chicas, para que se acometan a la ayuda en el cuidado y la asistencia de madres y parientes. La falta de proyectos alternativos las sume en una rutina de aburrimiento y subordinación a los mandatos familiares. Quedar embarazadas les supone la posibilidad de salir del tedio, de las sujeciones abusivas, y de los peligros de parientes y vecinos acechantes.
Automáticamente, ganan respetabilidad; devienen en protagonistas y no meras auxiliares solidarias. La maternidad les confiere así una suerte de afirmación personal e incluso su ciudadanía por el acceso a nuevos derechos.
Su efecto demostrativo cunde; y es imitado por pares ansiosas de acceder también al cambio de estatus. ¿Reafirmación conservadora o versión local de una rebelión anti patriarcal? Una discusión importante que supera los límites de este diagnóstico.
Una vez concebidos sus bebés, son alojadas en sus propios hogares o en el de padres que asumen sus responsabilidades; casi siempre otro joven un poco mayor que ellas. Otros –no pocos- se desentienden y se alejan transitoriamente del barrio por miedo a las represalias de parientes “deshonrados”.
El deseo de formar una familia es percibido con cierto escepticismo habida cuenta del carácter volátil que le confieren a las relaciones de pareja, y del escaso compromiso paternal tanto en los cuidados del embarazo como en los de la crianza. Muchas conforman verdaderas comunidades de madres solteras junto con sus propias progenitoras, hermanas, primas y tías que se asisten recíprocamente y contribuyen mediante distintas changas a su fondo de subsistencia.
La imposibilidad de trabajos estables las convierte en candidatas ideales para la especulación de la política clientelar que les suministra subsidios sin otra contraprestación laboral que la de asistir con sus hijos a movilizaciones exigidas por las organizaciones sociales que las usan para disuadir eventuales represiones. Un espectáculo, por lo demás, prácticamente naturalizado en piquetes y cortes de rutas y avenidas.
El aborto casi nunca se halla en el horizonte de sus expectativas, por considerarlo contradictorios con su aspiración de devenir en madres lo antes posible. Tampoco en el de sus padres o parientes por razones religiosas o culturales. No son los abortos clandestinos, entonces, los que explican la elevada mortalidad de los jóvenes carenciados en general sino otras causas que requieren también de incisivas políticas públicas. Aclararlo, tal vez contribuya a habilitar un debate maduro sin conmiseraciones especulativas “pobristas” o pseudo-progresistas y abrir cauce a otros de gravedad equivalente.
Padres e hijos deben compartir sus inquietudes, dudas y temores
Ahora tiene 26 años, pero Emil recuerda que desde que tiene uso de razón tenía fijación por los hombres. “Nací homosexual, no fue algo que elegí”, afirma el joven, quien prefiere utilizar un seudónimo.
“Crecí en un hogar unido y muy temeroso de la religión. Por temor a destruir mi familia nunca revelé que era gay, aunque era evidente. Cierto día, mi padre, al llegar de la iglesia, me pidió conversar en privado. Allí me hizo la pregunta —que sin saber— me iba a liberar de una carga muy pesada: ‘¿Te gustan los hombres o las mujeres?’. Soy una persona sentimental y aquella interrogante me produjo una sensación de miedo e incertidumbre y lo único que pude hacer fue echarme a llorar”, relata Emil.
Luego de eso, dice que su padre entendió el mensaje y le dijo que aunque las cosas en la familia no iban a cambiar, era un tema que no le gustaría tocar. “Hasta el día de hoy, el tema de mi homosexualidad no se toca en mi casa, aunque nunca me han hecho sentir mal ni discriminado”, agrega.
Es solo un ejemplo sobre un tema que, tanto para los jóvenes como para los padres, es muy incómodo conversar y que, generalmente, se evita.Una situación que, a la larga, provoca desinformación o desconocimiento, estigma y prejuicios. Además del agravante de que hoy día, el acceso fácil a las redes sociales y a información en Internet de dudosa procedencia es, obviamente, un arma muy filosa, sobre todo para niños y adolescentes que no tienen todavía la capacidad de discernir sobre lo que es saludable o bueno para ellos y lo que no.
Según cuenta Emil, hay aplicaciones —como Grindr y Tinder— que son gratuitas y que son descargadas sin pensar en los riesgos que esto puede traer. “Nunca utilicé una aplicación para encuentros casuales. Pero un amigo me contó que una vez coordinó un encuentro con un extraño a través de una de estas aplicaciones y tras llevarlo a un lugar lejano y desconocido, le sacó un arma por no querer acostarse con él”, relata el joven, quien asegura que historias como estas se repiten día tras día.
“Alguien dijo una vez que desde que el sexo se convirtió fácil de conseguir, el amor se volvió difícil de encontrar. Y no me refiero únicamente al amor de pareja. También al amor propio, al valor que tengo como persona y la importancia que le doy a mis relaciones”, enfatiza Emil.
Precisamente, uno de los problemas frecuentes es que casi siempre se tiende a “relacionar la sexualidad solo con el coito o los genitales, cuando en realidad es un concepto mucho más amplio que va más allá de comportamientos”, señala la psiquiatra Arlene Martínez Nieto, subespecialista en niños y adolescentes de la Unidad de Adolescentes del Sistema San Juan Capestrano y consultora de los Hospitales HIMA-San Pablo de Caguas y Humacao.
“Va más allá del género físico o biológico, la identidad de género (con el cual el individuo se identifica más allá de su sexo biológico), la preferencia sexual y/o los comportamientos basados en roles dictados por la sociedad”, agrega Martínez Nieto, tras destacar que la sexualidad está relacionada a la experiencia humana y a cómo nos expresamos como seres sexuales. “Pero tiene aspectos sociales, religiosos, culturales, políticos y biológicos”, afirma.
Sexualidad en desarrollo
Según explica la psiquiatra, la adolescencia es una etapa en la que el interés en el tema de la sexualidad se intensifica en la pubertad y se convierte en un aspecto vital en la vida de los jóvenes. “En los humanos, el interés sexual puede ser expresado de manera diversa, es un espectro amplio de conducta y comportamiento que va desde el coqueteo, los besos y la masturbación hasta tener sexo con una pareja”, explica.
Es, además, una etapa en que se están descubriendo y están intentando definirse en el concepto más amplio: quiénes son en el contexto de su mundo. “El interés sexual de los adolescentes puede y es influenciado por normas culturales, la educación sexual en sus hogares y escuelas, entre otros”, agrega la psiquiatra.
Por eso, se recomienda la supervisión de los padres y cuidadores. Sobre todo, porque el acceso a redes sociales y al mundo virtual sin supervisión puede ser peligroso.
“La adolescencia se caracteriza por la exploración, la experimentación, la toma de riesgos, el sentido de invulnerabilidad, de omnipotencia, de ser invencibles, de pensar que nada malo va a pasar”, advierte Martínez Nieto, mientras menciona el riesgo de embarazos no planificados y enfermedades sexualmente transmitidas.
De ahí que la educación, el empoderamiento y la comunicación diáfana, abierta con los adolescentes sean tan vitales, recomienda la psiquiatra, quien también menciona que los riesgos son más altos en preadolescentes debido a que sus cerebros aún no han madurado. “Ciertas regiones en el cerebro, tales como el lóbulo frontal de la corteza cerebral y el hipotálamo, que son áreas importantes en cuanto al desarrollo del autocontrol, posponer gratificación, analizar riesgos, apreciar y valorar experiencias, no están aún maduros”, destaca.
Lo que encuentran en Internet
Según la psicóloga clínica Delmara Rivera Rivera, en su oficina ve preadolescentes que han contado cómo interactúan sexualmente a través de grupos o chats a través de Internet.
“Hay unos grupos que están relacionados a unos famosos muñequitos japoneses, Animé, donde los adolescentes entran y hacen como mininovelas o minihistorias que giran en torno a temas de sexualidad y donde ellos asumen distintos roles y actitudes”, explica.
Por ejemplo, dice que se desarrollan personajes que tienen conversaciones y fantasías de alto contenido sexual con personas que no conocen. “Son historias en las que la otra persona le dice lo que les están haciendo o lo que quieren que le hagan en términos sexuales. En estos chats pueden encontrar a personas que están identificadas como del mismo género, lo que puede confundir al adolescente”, advierte Rivera, quien destaca que el riesgo de esto no tiene que ver con que la persona vaya a desarrollar una preferencia sexual.
“El riesgo estriba en involucrarse en unas actividades que no son apropiadas para un menor de edad, independientemente de sus preferencias sexuales”, enfatiza la psicóloga, mientras recomienda orientar a los jóvenes en cuanto a la etapa del desarrollo en que se encuentran y que no es un momento para determinar si tienen una preferencia sexual o no.
“Deben saber que es un proceso de desarrollo normal que se está dando y la intervención que realizamos es más bien con los padres para que estén pendientes de las redes sociales y grupos de chats en las que están sus hijos y la información cibernética que están accediendo”, advierte Rivera.
Algunas recomendaciones
Más que hablar sobre sexualidad o emitir juicios, los padres deben preguntarle directamente al adolescente si tiene alguna duda sobre su sexualidad, qué es lo que le inquieta o qué quiere saber, recomienda Víctor Montes Martínez, director de servicios clínicos del Hospital Capestrano.
– Establece controles parentales para el acceso a Internet que puede tener el niño o niña con el teléfono celular y la computadora. (Además, no debe irse a su cuarto a la hora de dormir con el teléfono y la computadora debe estar en un área transitada, no dentro de su habitación).
– Preséntate ante tus hijos en un marco de confianza y de no juicio. Si el joven o la joven perciben que vas a enjuiciar, no te van a preguntar o hablar de sus dudas.
– Es primordial que al acercarte a tus hijos, le dejes saber que “no hay cosa en el mundo que haga que yo deje de amarte”.
– Si intuyes que te va a decir que es homosexual o lesbiana, “te los comas a besos y los abrazas”, no lo juzgues.
– Busca ayuda profesional para aprender a trabajar con los estigmas y prejuicios.
– Debes recordar que la adolescencia es la etapa en que mamá y papá no saben nada, son anticuados y son viejos, aunque tengan 45 años.
La adolescencia: esa máquina de guerra perdurable, rebelde, de la humanidad.
Walter Benjamin, marxista alemán de formación judía, escribió una teoría pedagógica crítica de la infancia. Efectivamente. Uno de los más importantes pasatiempos del autor de Los pasajes de París era coleccionar libros para niños y adolescentes. Su bella colección se encuentra en Londres.
Niños en Fotoplastikon de Varsovia
¿Qué le fascinaba tanto sobre la adolescencia al autor de las Tesis sobre la historia? Varias aristas. Escribió sobre la cuestión en Infancia en Berlín hacia 1900 y Calle de dirección única. Dedicó varias sesiones de radio para adolescentes con temas muy variados: la quema de brujas, la Edad Media, los mitos de Roma, Cartago.
Vivir ahora, gozar ahora
El adulto moderno no puede alegrarse. Ya no disfruta igual. Según Benjamin el adolescente vive en un presente intacto difícilmente entendible por el adulto. ¿Quien pagará las cuentas? ¿Quien me ayudará a llegar a fin de mes? El adulto ni disfruta el tiempo ahora.
El adulto vive en un futuro alargado, permanente y perpetuo. Planea, organiza, construye. Algo sucede en el medio. No puede permanecer en el tiempo presente.
El adolescente es especial y opuesto en el vértice, según Benjamin, pues tiende a que su sensibilidad esté a flor de todos los sentidos; tiene una aptitud maravillosa para el goce, el miedo, el padecimiento, la felicidad; una entrega en plenitud al presente, en esa detención “mesiánica del tiempo en el momento”. Señala María Delia Cabral que esta idea constituye una aporía: los adolescentes disfrutan del presente como nadie, el adulto se angustia por lo que vendrá.
A esto le llaman indisciplina. De ahí que al adolescente se le considere un adulto pequeño que debe ser disciplinado por las instituciones de la modernidad: la escuela, el trabajo, la familia. Se le considera incapaz de pensar individualmente y además, es considerado como incapacitado para pensar de modo coherente.
El adolescente vive el ahora en tanto que está permanentemente disfrutando, gozando de modo pleno, por medio de la experiencia presente de un modo lúdico la realidad y la traspasa, la modifica, la transgrede. El adulto piensa en dinero, en cosas para comprar el mundo material y en banalidades del mundo artístistico, piensa en tener más aunque se endeude, en la moda, el carro del año y cosas que no son tan importantes en el fondo como disfrutar el ahora, el presente y el mundo real desencantando lo que nos hacen pensar es “lo importante”.
La fuerza del juego se expresa en la idea benjaminiana, jugar es un acto liberador, olvidamos cómo se hace cuando el impulso de jugar repentinamente invade a un adulto, esto no significa recaída en la infancia. Por supuesto jugar siempre supone una liberación. Al jugar los niños, rodeados de un mundo de gigantes, crean uno pequeño que es el adecuado para ellos; en cambio el adulto, rodeado por la amenaza de lo real, le quita horror al mundo haciendo de él una copia reducida.
Lo que vendrá, catástrofes
Difícilmente sabremos qué es vivir ahora. Los adultos siempre pensamos las grandes angustias de la vida. Aquí se invierte la teoría Benjamin sugiere: no tenemos de disciplinar al adolescente, debemos aprender de él.
Con el paso del tiempo el trabajo, la escuela, la familia, la moda, los medios de comunicación, los años de vida nos hacen olvidar lo maravilloso que es vivir y gozar, disfrutar el ahora mismo, el tiempo hoy, el presente mesiánico.
¿No será que los adolescentes y los niños deberían deseducar a los adultos? Pienso en que vamos obligado a nuestros jóvenes a vivir un estilo de vida que no les corresponde y que los adultos debemos aprender el mundo mágico de la adolescencia y la juventud. En el mundo capitalista los adolescentes y los niños viven una terrible situación de explotación.
¿Cuantos niños deben ir a trabajar en el surco y olvidar los juguetes y entrar en el mundo real de los jornaleros? ¿Cuantos deberán pensar en el futuro sobre que deben hacer para el trabajo? ¿Cuantos más deberán pensar que deben llegar a casa con algunas monedas para aliviar el dolor familiar?
Según la OIT:
En todo el mundo hay aproximadamente 168 millones de niños que trabajan. Y muchos de ellos lo hacen en regiones asoladas por conflictos y catástrofes. Más de la mitad de ellos, es decir, 85 millones, efectúan trabajos peligrosos poniendo en riesgo su vida, pero además estos menores no van a la escuela y no tienen tiempo de jugar.
Sigue el informe sobre trabajo infantil y juvenil de la OIT:
La industria textil depara grandes problemas al respecto en Asia: en Bangladesh, pero también en Myanmar, los niños se encargan de coser ropa barata para su exportación. H&M y otros grandes marcas de ropa dieron a conocer que buscan actuar expresamente contra el trabajo infantil. Pero esto representa un gran desafío. Porque, por ejemplo, se ha propagado el hábito de concurrir a la cita laboral con papeles de parientes de mayor edad, indica la DPA.
Esa niñez es obligada a dejar sus juguetes: deben vender su mano de obra para que su especie sobreviva. Niñez y adolescencia proletaria, le llama la OIT.
A los adultos: aprendamos a jugar y a regresar a los fuertes compromisos con el tiempo ahora mesiánico del presente. A los niños y adolescentes: sigan en un guerra perdurable, rebelde, de la humanidad.
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