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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 23 de junio de 2019: hora tras hora (24×24)

23 de junio de 2019 / Autor: Editores OVE

 

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 23 de junio de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

 

00:00:00 – Cientos de profesores ticos protestaron contra políticas lesivas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313343

01:00:00 – David Fernández de Arriba: “El cómic como herramienta didáctica presenta un lenguaje muy atractivo para los alumnos, en clase funciona muy bien”

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02:00:00 – Educación superior pública puede cubrir solo el 51% de la demanda en Ecuador

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313357

03:00:00 – Condiciones para reformas educativas exitosas

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04:00:00 – Estados Unidos: El acoso escolar te pasará la factura… por 313 dólares

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05:00:00 – Otros 10 libros que todo docente debe leer

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312672

06:00:00 – Libro: Violeta Parra, 100 años. Cuaderno Pedagógico (PDF)

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07:00:00 – Chernobil educativo en Cataluña

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08:00:00 – Libro: El aprendizaje en la infancia y la adolescencia. Claves para evitar el fracaso escolar (PDF)

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09:00:00 – “Ser un buen docente significa sacar a la luz lo mejor de cada alumno”: Rosa María Espot y Jaime Nubiola

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10:00:00 – Manual: Educación Inclusiva y de Calidad, Un Derecho de Todos (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313470

11:00:00 – Cómo gestionar el ESTRÉS DOCENTE con éxito

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312975

12:00:00 – ¿En qué países pasa más tiempo la gente leyendo?

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313372

13:00:00 – 10 mejores universidades del mundo #infografia #infographic #education

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313458

14:00:00 – España: Las Universidades sufren un ‘tijeretazo’ de 9.500 millones de euros entre 2010 y 2017

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15:00:00 – Seis Contradicciones de la Reforma Educativa de la 4T

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313368

16:00:00 – Chile: Trabajadores acusan que quieren mercantilizar la educación preescolar

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313438

17:00:00 – Cinco canales de Youtube para estudiar Biología

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18:00:00 – Libro: Perspectivas decoloniales sobre la educación (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313480

19:00:00 – ¿Cuál es el secreto de los grandes maestros?

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313443

20:00:00 – Muchos mitos: Docentes y tecnologías digitales (Video)

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21:00:00 – Sistema educativo del reino unido #infografia #infographic #education

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313495

22:00:00 – Keleher reaparece con una columna sobre la pobreza en Puerto Rico y el efecto en los estudiantes

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313451

23:00:00 – Ecología para niños. Libro infantil digital para educación ambiental. Pdf gratis

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/313492

En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

ove/mahv

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Fuera del alcance de los niños

Noticia/20 Junio 2019/Fuente: El país

En el pensamiento criminal de creer que hay una ideología de género está el trasfondo no sólo de la negación sino del exotismo

A mí me parece no sólo grave sino divertido que la diputada autonómica Rocío Monasterio, del partido antiautonomista Vox, sea la próxima consejera de Educación del Gobierno de Madrid, si ese es su deseo. Y proceda desde el poder, como ocurre en el resto de España desde la oposición o la insignificancia, a abolir, matizar o, mejor aún, promover la educación sexual de los niños según los parámetros ideológicos correspondientes. No por ver a las criaturas convertidas en conejillos de Indias de experimentos educativos de los años cuarenta, sino por ver a esas mismas criaturas volcar esas teorías bajo la voz en off con la que acababa Jurassic Park: “La vida siempre se abre paso”. Y detrás de la vida, casi pegada, el sexo.

Muchas de las guerras que en España ha vuelto a levantar la extrema derecha y su influencia en los partidos que pactan con ella son ilusorias, presa de una nostalgia inacabada que reclama menos atención de la que debiera. El sexo no es Madrid Central, ni la masturbación unos impuestos que se puedan quitar, ni empezar a tocarse con tu amigo o tu amiga la peatonalización de Pontevedra. Es tan importante que desborda la influencia política, y al mismo tiempo necesita de ella, de su injerencia, para evitar la reproducción de prejuicios, conductas y perpetuación de roles instaurados y recibidos como únicos. “El papá que se siente orgulloso de que su hijo sea un machito, pero le preocupa que su princesa se acueste con más de uno o dos. La mamá que sacraliza el sexo y transmite a la hija que no se lo dé a nadie que no lo merezca”, escribe Olga Carmona en este periódico en un artículo sobre los riesgos de no querer asumir la educación sexual.

Lo explicó estos días el director de Ordenación Académica del Gobierno asturiano, Francisco Laviana, a quien desde Vox se le intentó montar una hoguera por fomentar las “relaciones sexuales adolescentes variopintas y la masturbación”, nada diferente a lo que ocurre cada vez que un taller de sexualidad dirigido a menores se pone en marcha en cualquier parte, con la salvedad de que con “relaciones sexuales variopintas”, conociendo el percal, el dirigente político igual se refiere al sexo con medusas. “Nosotros”, dijo el educador Laviana a La Voz de Asturias, “no vamos a enseñar en clase a los chicos y a las chicas a masturbarse, pero sí hay que hablar de la masturbación, porque lo van a hacer igual. Por no hablar de ello ¿creemos que no lo van a hacer? Una cosa es que tu convicción religiosa te diga que el sexo es sólo para procrear, pero tienes que seguir sabiendo lo mismo, tienes que ser consciente de que puede haber una práctica de riesgo, ser consciente de que la masturbación existe, de que no puedes forzar a una persona a tener relaciones si no quiere”.

Dicho lo cual, en el pensamiento criminal de creer que hay una ideología de género por explicarle a los niños (también niñas trans, y niños trans) que lo que ven por la calle no es lo normal —porque también hay chicas que se enamoran de chicas y chicos de chicos, aunque no los vea de la mano ni besándose por las calles de sus pueblos y sus ciudades (no, Chueca no es España)— está el trasfondo no sólo de la negación sino del exotismo: que la diversidad lo siga siendo a condición de que se pueda señalar, ya sea para sugerir su cura o para aislarla como desperfecto biológico, manteniéndose fuera del alcance de los niños. Cuando lo que hay que mantener lejos de ellos es una ideología de odio muy concreta.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/06/18/opinion/1560879739_847761.html

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Nuevo documento rompe mitos sobre la educación integral en sexualidad

20 Junio 2019/UNESCO

La educación integral en sexualidad es una parte esencial de una educación de buena calidad que mejora la salud sexual y reproductiva, argumenta Facing the Facts (“Afrontando la realidad”), un nuevo documento de política publicado por el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM) de la UNESCO que busca disipar la resistencia social y política a la educación en sexualidad en muchos países.

A nivel mundial, cada año 15 millones de niñas se casan antes de los 18 años. Alrededor de 16 millones de niñas de 15 a 19 años y un millón de niñas menores de 15 años dan a luz. Asimismo, un tercio de las nuevas infecciones por VIH en adultos afectan a jóvenes (varones y mujeres) y en 37 países de ingresos bajos y medios, solo aproximadamente una tercera parte de las personas de 15 a 24 años tiene un conocimiento integral de la prevención y transmisión de ese virus.

“Es hora de afrontar la realidad”, argumenta el director del Informe GEM, Manos Antoninis, “Más de uno de cada diez nacimientos se da entre niñas de 15 a 19 años. Esto no solo marca el final de su educación, sino que a menudo es fatal: el embarazo y el parto son la principal causa de muerte entre las mujeres jóvenes.”

El nuevo documento de política presenta evidencia de los beneficios de la educación integral en sexualidad apropiada para la edad. Incluso a la edad de cinco años los niños necesitan entender hechos básicos sobre su cuerpo, pensar en las relaciones familiares y sociales, reconocer comportamientos inapropiados e identificar posibles abusos. De lo contrario, muchos crecerán con creencias inexactas, como aproximadamente la mitad de las niñas de la República Islámica de Irán, que creen que la menstruación es una enfermedad, y el 51% de las niñas de Afganistán y el 82% de Malawi, que no saben nada sobre la menstruación antes de vivirla.

Sin embargo, los niños y jóvenes deben recibir una educación integral en sexualidad antes de convertirse en sexualmente activos. Esto les ayuda a protegerse de embarazos no deseados, del VIH y otras infecciones de transmisión sexual, y promueve valores de tolerancia, respeto mutuo y no violencia en las relaciones.

Sin embargo, en varios países está aumentado la resistencia activa a la educación integral en sexualidad por parte de algunos grupos. En Uganda, una reacción pública violenta provocó que el ministerio de Educación retirara el currículo nacional de educación en sexualidad, que fue revisado posteriormente. En Inglaterra, la decisión de 2018 de hacer que la educación sexual y de pareja fuera obligatoria chocó con una fuerte oposición y una petición en línea en su contra reunió más de 100.000 firmas.

“La educación integral en sexualidad es inherente a una educación de calidad; aporta buenos resultados de salud y progreso hacia la igualdad de género. Sin embargo, en muchas partes del mundo la oposición a la educación integral en sexualidad no solo ha detenido el progreso en materia de derechos sexuales y reproductivos, sino que lo ha revertido”, añade Antoninis.

Con todo, introducir en el currículo la educación integral en sexualidad es insuficiente sin una formación adecuada para fortalecer la motivación y confianza de los docentes para abordar todos los temas relacionados con ella. Namibia y Chile lo han hecho mediante la creación de planes de estudio con guiones para los maestros, mientras que Tanzania y algunos países de América Latina han creado recursos en línea a los que los maestros pueden recurrir en caso de duda.

El documento tiene cinco recomendaciones clave para los países:

  1. Invertir en formación y apoyo a los docentes,
  2. Diseñar currículos relevantes y debidamente documentados,
  3. Desarrollar mecanismos de seguimiento y evaluación y asegurarse de que se cumplen,
  4. Trabajar con otros sectores para lograr un cambio real, especialmente con el sector de salud para vincular las escuelas con los servicios de salud y recaudar fondos,
  5. Trabajar con la comunidad y con asociaciones de padres para superar resistencias basadas en falsedades.

Leer el documento (en inglés)

Imagen tomada de: https://es.unesco.org/sites/default/files/styles/img_688x358/public/sexed.png?itok=v_OzJPC1

Fuente: https://es.unesco.org/news/nuevo-documento-rompe-mitos-educacion-integral-sexualidad

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Toda educación es sexual

Por: Dolores Curia.

La nueva diplomatura en Educación Sexual Integral generó un record de inscripciones. Graciela Morgade, decana de Filosofía y Letras (UBA), cuenta por qué.

El lanzamiento de la primera diplomatura para docentes sobre Educación Sexual Integral (ESI) de la Universidad de Buenos Aires fue un éxito: se anotaron 480 personas y otras 250 quedaron en lista de espera. Graciela Morgade, decana de la Facultad de Filosofía y Letras y creadora de la diplomatura, habla de este éxito y explica por qué implementar la ESI es tan urgente como entender cómo piensan y actúan los sectores ultraconservadores que trabajan para frenarla.

¿Por qué sostiene que toda educación es sexual?

Cuando la sociología crítica de la educación dice “toda educación es política” se discute el supuesto de la neutralidad. Desde la perspectiva feminista, se discute la neutralidad en el aula desde la perspectiva de género y la tendencia a la reproducción de las relaciones patriarcales. La investigación va mostrando las diferentes dimensiones de esa presencia y ausencia de cuerpos sexuados en el aula. En todas las prácticas educativas y en todos los niveles, en el patio del recreo, los libros, el trabajo docente, los contenidos curriculares, se están jugando siempre significaciones que tienen que ver con los cuerpos sexuados.

¿Sería algo así como decir que se brinda educación sexual tanto por lo que se dice como por lo que se omite?

Sí, pero, cuidado: si toda educación es sexual, entonces, se nos podría replicar: ¿para qué quieren un programa y una ley? Toda educación es sexual, pero no toda educación sexual es integral, con enfoque de géneros y de derechos humanos. Dediqué gran parte de mi carrera a estudiar el tema de los cuerpos sexuados en el aula, empezando por el cuerpo “blanco y puro” de la maestra. Los sindicatos docentes a partir de la ESI empezaron a incorporar la dimensión de género en el análisis del trabajo docente. Hay cuestiones de esa lucha que afectan a las maestras en tanto mujeres, las políticas de cuidado, por ejemplo. ¿Cuándo no hay políticas de cuidado quién se queda con los hijos e hijas de las maestras?

¿A qué atribuye el furor que generó la diplomatura en ESI?

Por un lado, hay una vacancia de formación en las políticas públicas. Es inaceptable que en esta ciudad, que es la ciudad más rica del país, no se logre capacitar a los, las y les docentes que están en ejercicio. En el profesorado del Instituto Joaquín V. González y en la Escuela de Maestros, hay ofertas para formarse en ESI, pero los cupos son muy restringidos. Por otro lado, está el deseo de saber, que es lo que nos entusiasma políticamente. Y además las profesoras y los profesores saben que hay una demanda desde el alumnado.

La ESI fue una consigna de peso en las tomas de colegios del año pasado…

¡Sí! ¿Cuándo se ha visto que los reclamos estudiantiles incluyeran en su pliego cuestiones específicas de la enseñanza? En general, los centros de estudiantes piden comedores, boleto estudiantil, denuncian arbitrariedades pero no es frecuente que se reclamen contenidos. Es evidente que hay una pregunta instalada sobre estos temas que la formación docente debería atender.

¿Cuáles son los pilares teóricos de la diplomatura?

Hay una mirada sobre la vida cotidiana de las instituciones educativas desde la pregunta por la igualdad. Hay muchas situaciones en las que las escuelas no contribuyen a la igualdad sino a la reproducción de estereotipos. Recurrimos al corpus de los feminismos, la teoría de géneros, los derechos humanos, la construcción del cuerpo, las identidades sexogenéricas y el corpus de leyes que nutren este proyecto. La ley de ESI se articula con otras leyes. Después recorremos las áreas curriculares: cómo abordar la ESI en Matemática o en Historia. Otro tema es la dimensión de la identidad docente, que en el nivel inicial y primario tiene un fuerte sesgo femenino.

¿Cómo entra el lenguaje inclusivo en la currícula?

Lo tomamos como un nudo de otros debates. Discutir si el lenguaje inclusivo es importante o no, en sí, es una discusión política. La respuesta a eso hoy está en construcción. Aunque alargue mis intervenciones, después de haber estado décadas peleando por aparecer por detrás del gran masculino, yo prefiero hablar de “ellas, ellos y elles” y no transformar todo mi discurso a partir de la e. Pero entiendo que es un debate totalmente abierto. En la Diplomatura lo vamos a ver como analizador político. Sus implicaciones lingüísticas son otras discusiones que se irán dando.

Usted fue una de las impulsoras de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) sancionada 2006. Trece años después, y aun con todas las trabas que hay para su implementación, ¿qué mejoras se le podrían hacer y en qué sentidos puede haber quedado vieja?

La ley salió como pudo salir, con negociaciones, como toda ley. En el 2006 había una serie de herramientas teóricas y políticas que todavía no tenían la fuerza o la validez que después adquirieron. La ley tiene un texto pero se va reglamentando y actualizando con los lineamientos curriculares y hubo un enorme salto con el debate del matrimonio igualitario y de la ley de identidad de género. Nosotras decimos que la ley se hace feminista en 2015. ¿Era una ley feminista? Es difícil decirlo. La ley consiste en diez artículos, pelados, producto de una ardua negociación. Dice la palabra género ¡una sola vez! Si hoy se reescribiéra, sería muy distinta. Creo que políticamente es preferible exigir su financiamiento, su cumplimiento y que llegue a los diseños curriculares de todas las provincias, que impulsar hoy por hoy una modificación (que hoy de hecho está propuesta). Después de que no se aprobó el aborto, hay grupos de derecha muy empoderados. No me parece el momento político para avanzar con esas posibles modificaciones.

La ESI fue tomada por los grupos antiderechos como uno de los focos de la discusión y hasta como bandera. Hubo quienes decían: “no al aborto, sí a la educación sexual”…

Fue un “como si”. Nosotras tácticamente saludamos a quienes expresan su apoyo a la educación sexual. Pero si miramos de cerca, vemos que no estamos hablando de lo mismo. Los grupos antiderechos, y dentro de ellos los que están alineados con determinados sectores de la iglesias evangélicas, piensan a la educación sexual desde una perspectiva moralizante, desde la moral de su religión. Esa la educación sexual que piden.

Son los mismos sectores que luego hacen bandera con “Con mis hijos no te metas”.

Ese eslogan es toda una pátina moral para esconder las formas de violencia que existen dentro de las casas, de las familias, de lo doméstico. Ese lema de propiedad sobre los hijos e hijas remite ya no a una concepción previa a la ESI, ¡sino anterior al siglo XX! Anterior a la educación pública. Es plantear que la infancia es propiedad de las familias. En este marco es importante poder distinguir aquello del temor genuino que puede tener una abuela que tiene miedo porque en su propia casa la sexualidad siempre fue un tabú, porque le dijeron que la homosexualidad es un peligro. Los maestros y maestras deberíamos poder trabajar con esos temores. Hay que distinguir esos temores del proyecto político internacional, con financiación, orquestado desde afuera de nuestro país, a partir de campañas desarrolladas por algunas iglesias evangélicas, que básicamente buscan poner diputados para luego digitar un presidente. Eso es una lucha política y nuestra herramienta, entre otras, es la ley. Ahora, el temor o las dudas del padre o la madre son otra cosa, pueden ser genuinos. La escuela tiene que poder ejercer un rol pedagógico también con las familias.

Fuente de la entrevista: https://www.pagina12.com.ar/199799-toda-educacion-es-sexual

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Educación sexual, vital para combatir embarazos en adolescentes

América del Sur/ Venezuela/ 18.06.2019/ Fuente: www.el-carabobeno.com.

 

La educación sexual es “vital” para combatir los embarazos en adolescentes, un lastre que afecta a Latinoamérica, que registra la segunda tasa más alta de embarazos precoces del mundo, solo superada por África subsahariana.

Para ayudar a disminuir la alta tasa de embarazos en menores de edad también es clave una mayor comunicación entre padre e hijos, dijo en entrevista con Efe Natalia Largaespada, especialista en salud sexual y reproductiva y directora del Departamento de Salud Maternoinfantil del Ministerio de Salud de Belice.

Es necesario “información, información e información, pero además servicios, porque se ha demostrado que la abstinencia sola no resuelve el problema”, apuntó Largaespada, de visita esta semana en el país, invitada por Unicef, para impartir un curso sobre cuidados para el desarrollo infantil.

La tasa mundial de embarazo adolescente se estima en 46 nacimientos por cada 1.000 niñas, mientras que las tasas de embarazo adolescente en América Latina y el Caribe continúan siendo las segundas más altas en el mundo, estimadas en 66.5 nacimientos por cada 1.000 niñas de entre 15 y 19 años, y son sólo superadas por las de África subsahariana, según datos de agencias de la ONU.

La información indica, además, América Latina y el Caribe es la única región del mundo con una tendencia ascendente de embarazos en adolescentes menores de 15 años.

Se estima que cada año, en la región, un 15% de todos los embarazos ocurre en adolescentes menores de 20 años y 2 millones de niños nacen de madres con edades entre los 15 y los 19 años.

“Cómo un adolescente va a saber qué es correcto o no si yo como padre no le he clarificado bien; muchas veces se quedan con lo negativo de los medios de comunicación y eso es lo que practican”, subrayó la doctora Natalia Largaespada en la entrevista.

Apuntó que las adolescentes tiene la tasa más alta de mortalidad neonatal “y no es por que quieren”, y opinó que la educación sexual de los estudiantes no se debe dejar exclusivamente en manos de los profesores, porque, a su juicio, “es una responsabilidad muy grande” por lo que los padres deben jugar su rol.

“Es vital, es un tema transversal a todo el ciclo de vida”, agregó, al tiempo que precisó que en mucho casos a las adolescentes embarazadas se les niega el derecho a ir a las escuelas y cuando son madres están expuestas a delitos como la explotación sexual o tráfico de personas.

En la entrevista, Largaespada también habló sobre la necesidad de garantizar los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, y apuntó que la planificación “es un derecho de cada familia”.

“Lo que hace falta es mayor promoción de estos derechos”, dijo, y apuntó que el mundo tiene “una deuda” con las mujeres respecto a este tema.

Fuente de la noticia: https://www.el-carabobeno.com/educacion-sexual-vital-para-combatir-embarazos-en-adolescentes/

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La ciencia busca diferencias entre sexos y se topa con los prejuicios

Redacción: Noticias de la Ciencia

“Una vez asistí a un congreso sobre feministas en biología”, cuenta el biólogo evolutivo británico John Maynard Smith a su colega Richard Dawkins. “Eran gente amable, no me agredieron”. La conversación tiene lugar a mediados de la década de 1990. Maynard Smith, de unos 76 años entonces, admite coincidir con dos de las principales ideas feministas en ese encuentro: que “algo debe hacerse” contra la discriminación de las científicas; y que, si entre los estudiosos del comportamiento animal hubiera habido más mujeres, “habrían visto cosas distintas”.

Ha pasado un cuarto de siglo y los sesgos siguen centrando el debate en torno a si hay o no diferencias en el comportamiento entre sexos –diferencias además de la gestación, parto y lactancia–. La brecha entre quienes niegan grandes variaciones cerebrales y quienes, en cambio, las consideran demostradas, sigue hoy día más abierta que nunca, y para muchos la causa está en los profundos prejuicios que lastran el área.

La discusión es acalorada y no solo entre el público, sino entre científicos con el máximo pedigrí. La última muestra se vio hace unas semanas, en las reacciones a la publicación del libro de Gina Rippon. Esta experta en neuroimagen cognitiva de la Universidad de Aston (Reino Unido) afirma que se han buscado diferencias “vigorosamente a lo largo de los años con todas las técnicas al alcance de la ciencia”, sin que nada de lo hallado pueda ser extrapolado al comportamiento ni servir de base a las históricas y actuales desigualdades sociales entre sexos.

Rippon se suma así a una reciente oleada de autoras, como Cordelia Fine, psicóloga y catedrática de historia de la ciencia en la Universidad de Melbourne (Australia) y madre del término neurosexismo, y la periodista Ángela Saini, que denuncian que los prejuicios sobre las diferencias entre hombres y mujeres condicionan estudios que acaban mostrando solo lo que se quiere ver.

Como resultado se genera “neurobasura” –dice Rippon– que refuerza estereotipos que ya se han demostrado falsos, como que ellos destacan en matemáticas y ellas en comunicación verbal, o que ellos son más promiscuos y tienen más tendencia al liderazgo.

Para los autores de esos estudios el sesgo está en negar las evidencias que ellos aportan. Larry Cahill, neurocientífico de la Universidad de California (EE UU), afirmaba en 2015 en la prestigiosa revista Neuron: “La cuestión de la influencia del sexo en el cerebro se está moviendo rápidamente hacia el primer plano, impulsada por los abundantes resultados que demuestran que el sexo del individuo altera, e incluso revierte, los hallazgos de la neurociencia”.

Para Cahill está más que demostrado que el sexo de la persona influye marcadamente en la función cerebral. También para Simon Baron-Cohen (Universidad de Cambridge) y Ruben Gur (Universidad de Pensilvania), que aseguran poder demostrar que los hombres son “sistematizadores” y las mujeres “empáticas” (Baron-Cohen); y que las conexiones cerebrales en ambos sexos son distintas para garantizar su “complementariedad” (Gur).

Las réplicas y contrarréplicas que generan en las propias revistas científicas los trabajos de estos investigadores, y los de quienes restan peso a las diferencias, son de una fiereza inusual. En una publicación, Cahill, sintiéndose llamado neurosexista, se refiere a Fine, Rippon y otras investigadoras como “mujeres académicas”, sin más; en otra, Baron-Cohen critica el “determinismo social extremo” de Fine, basado “más en la política que en la ciencia”.

No ayuda a la calma, probablemente, que el estudio de las bases biológicas del comportamiento humano –desde la neurociencia u otros ámbitos, como la biología evolutiva– haya servido de base históricamente a injusticias contra las mujeres e incluso, ya en el siglo XXI, para explicar la violencia sexual en términos que fácilmente pueden interpretarse como una justificación.

El biólogo evolutivo Randy Thornhill postuló en su Historia Natural de la Violación (2000, The MIT Press) que todos los hombres, por una mera cuestión evolutiva, sienten la pulsión de violar –esta teoría, decía Thornhill, ayudaba a las mujeres a decidir cómo vestirse, pues las hacía conscientes de que “su blusa ajustada puede ser interpretada como una invitación al sexo”–.

Pero incluso admitiendo que la historia del área encienda los ánimos, ¿por qué ni una mejor tecnología, ni más datos, ni el sistema de peer review zanjan la polémica sobre las diferencias entre sexos?

Sucede que el sexo “es especial”, afirma Melissa Hines, psicóloga experta en neuroendocrinología de la Universidad de Cambridge y autora de Brain Gender, publicado en 2005 y obra de referencia indiscutida para ambos bandos. “Los individuos tienen sus propias perspectivas y opiniones sobre las diferencias de sexos, estén o no estudiándolas científicamente. Esto no suele ocurrir en física nuclear o en lingüística”.

“Todo el mundo está interesado en las diferencias entre sexos y tiene prejuicios cognitivos al respecto que, aunque inconscientes, ejercen una influencia poderosa sobre la percepción”, dice Hines. Ella no habla de neurosexismo, pero coincide en que se tiende a “sobreenfatizar los hallazgos de la neurociencia excluyendo los factores sociales”.

 

La brecha entre quienes niegan grandes variaciones cerebrales entre sexos y quienes, en cambio, las consideran demostradas, sigue hoy día más abierta que nunca. (Ilustración: Wearbeard / SINC)

 

Denunciar sesgos en el área no es nuevo ni exclusivo de la neurociencia. En aquel encuentro sobre feminismo y evolución de mediados de los años 90 con el que comienza este reportaje hubo abundantes ejemplos de comportamiento animal que contradecían uno de los paradigmas más sólidos de la biología evolutiva.

Las hembras generan menos óvulos (muy grandes) que los machos espermatozoides (muy pequeños). La reproducción es más costosa para ellas que para ellos. Según las ideas aceptadas, eso hace que ellos sean promiscuos y compitan entre sí para acceder a las hembras, mientras ellas, que se juegan más, son selectivas y monógamas.

Sin embargo, los muchos ejemplos discordantes en la naturaleza estaban a la vista –señalaron las ponentes en el congreso feminista– y habían sido básicamente ignorados.

El propio Maynard-Smith reconoció entonces –según la crónica del New York Times– sentirse “molesto” consigo mismo porque “simplemente nunca se me había ocurrido” dudar del saber establecido.

La organizadora de ese encuentro, la bióloga evolutiva Patricia Adair Gowaty, de la Universidad de California en Los Ángeles, sí cuestionó el paradigma, y en 2012 halló –y publicó en PNAS– que el principal experimento en que se sustenta, un estudio con moscas de la fruta realizado en 1948 por el británico Angus Bateman, era irreproducible.

Tenía graves fallos de diseño que invalidaban los resultados, “y a día de hoy me persigue la pregunta de cómo nadie los vio antes, por qué pasó tanto tiempo antes de que alguien intentara replicar exactamente el experimento, dado su impacto”, dice Gowaty a Sinc.

El Times recogió en 1994 esta cita suya: “Decir ‘bióloga evolutiva feminista’ tiene connotaciones peyorativas; se podría pensar que hago ciencia por política, en lugar de por la ciencia misma. Yo creo que ser consciente de mis sesgos me hace mejor científica”.

“Decir ‘bióloga evolutiva feminista’ tiene connotaciones peyorativas; se podría pensar que hago ciencia por política, en lugar de por la ciencia misma”, dijo Gotawy

Hoy dice Gowaty: “Muchas cosas han cambiado desde ese encuentro, pero algunas parece que no cambian nunca”. Alude a la fuerte reacción que provocó su demostración de que Bateman basó sus conclusiones en datos erróneos, un caso claro, en su opinión, de “tenacidad de la teoría”, esto es, de “adhesión persistente a una teoría a pesar de las evidencias contrarias”.

También de esencialismo biológico, “la idea de que hay diferencias determinantes, necesarias, intrínsecas, fundamentales entre entidades, como machos y hembras”.

El esencialismo funciona como “un potente y a menudo inconsciente marco conceptual para los biólogos evolucionistas”, dice Gowaty, una “trampa filosófica que impide pensar en hipótesis alternativas” e incita a diseñar experimentos que confirmen las propias creencias, el llamado sesgo de confirmación. Esta forma de hacer ciencia “viola el método hipotético deductivo (…)”.

Lo cierto es que en la publicación seminal de Bateman (Heredity, 1948) se explicita como objetivo el explicar “por qué es una ley general que el macho está ansioso por cualquier hembra, sin discriminación, mientras que la hembra escoge al macho”.

También en la investigación de las diferencias psicológicas entre sexos se han abordado los sesgos. Una obra de 1974, The Psychology of Sex Differences, ya señala “muchos problemas que persisten hoy”, escribe Hines. Como la “tendencia a publicar estudios que encuentran diferencias, pero no trabajos similares que no las muestran”; las “distorsiones de la percepción” –ignorar evidencias contrarias al estereotipo–; u obviar que el contexto influye en el resultado –niños y niñas pueden mostrar diferencias en una situación y no en otra–.

Hines insiste en un concepto a menudo ignorado en los mensajes al público: “La mayoría de diferencias comportamentales entre sexos son de grado, no de naturaleza”.

Salvo la identidad de género y la orientación sexual –la mayoría de las mujeres se sienten atraídas por hombres y una mayoría de los hombres por mujeres–, en los demás rasgos la diferencia es mucho menor que la media de altura entre sexos. Así, si la diferencia en la media de altura vale 2, la diferencia en habilidad para visualizar rotaciones de objetos en 3D vale 0,9. Y es el rasgo cognitivo o comportamental que muestra más diferencias. En otras palabras, el grupo de hombres y el de mujeres se solapan casi en su totalidad.

Para Hines, que los investigadores sean o no conscientes de sus propios sesgos depende en gran parte de su formación al margen de su propia especialidad. Fines y Rippon dan más recomendaciones, sobre todo para quienes trabajan con neuroimagen. En un artículo de 2014 recuerdan que “el género es una categoría fuertemente esencializada” y que “también los neurocientíficos son público no experto en lo referido al estudio del género y son susceptibles de caer en el pensamiento esencialista”.

De hecho, la investigación actual con neuroimagen parece asumir –advierten– “que la visión esencialista de los sexos es correcta” al dar por demostrado –erróneamente– que el cableado cerebral es claramente distinto entre hombres y mujeres.

Para estas autoras, los investigadores deberían recordar que los datos muestran en general mucho más solapamiento entre sexos que rasgos diferenciales; y que lo habitual es que cada individuo sea un mosaico de rasgos –anatómicos, psicológicos– catalogados como típicamente femeninos o masculinos.

Cabe resaltar que Cahill, por ejemplo, admite explícitamente su rechazo a la hipótesis de un cerebro sin diferencias funcionales entre hombres y mujeres: “La evolución ha producido cerebros de mamífero con similitudes y diferencias biológicas (…). Insistir en que de alguna forma, mágicamente, la evolución no produjo influencias biológicas de todo tipo y clase basadas en el sexo en el cerebro humano, o que esas influencias no produjeron apenas efectos en la función cerebral –comportamiento– equivale a negar que la evolución se aplica al cerebro humano”.

Baron-Cohen, por su parte, va innegablemente mucho más allá de lo que dicen sus propios datos al afirmar en su libro “La gran diferencia” que las personas “con cerebro femenino son mejores profesores de primaria, enfermeros, cuidadores, terapeutas, trabajadores sociales y asistentes”, mientras que aquellas con cerebro masculino son mejores “científicos, ingenieros, mecánicos, banqueros, programadores e incluso abogados”.

Gowaty tiene una cita favorita del físico Richard P. Feynman referida a la ciencia: “El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo y tú eres la persona más fácil de engañar”. Pues eso.

El estudio de las diferencias entre sexos puede abordarse desde la vía de entrada –los genes, el cerebro– y la de salida –el comportamiento–. En esta última, uno de los trabajos más citados es el de la psicóloga Janet Hyde (University of Wisconsin-Madison), que tras una revisión de 46 metaanálisis de estudios sobre diferencias psicológicas entre géneros concluyó que en el 78 % de las variables las diferencias tenían valor próximo a 0. En 48% de ellas el valor estaba entre 0,11 y 0,35. Como referencia, el valor asignado a la diferencia entre la altura media de mujeres y hombres es 2.

Es decir, entre hombres y mujeres hay diferencias nulas o triviales en la gran mayoría de rasgos psicológicos medidos hasta ahora. No solo en desempeño matemático y habilidades verbales, sino también en aspectos de la personalidad como gregarismo, escrupulosidad, agresividad relacional –la que busca dañar las relaciones del agredido y que el estereotipo asocia a una supuesta astucia femenina– o estilos comunicativos –más impositivos o asertivos–.

Ni siquiera en cuestiones como la sensibilidad –considerada típicamente femenina– o el liderazgo –masculino– hay una frontera: “Aunque los estereotipos mantienen que hay grandes diferencias de género en emociones como el miedo y el orgullo, los datos, en niños y en adultos, indican que las diferencias de género en experiencias emocionales son pequeñas o, en muchos casos, triviales”, escribe Hyde.

Basándose en estos datos, Hyde postuló en 2005 la teoría de las similitudes de género, que no descarta posibles diferencias, pero defiende que mujeres y hombres “son similares en la mayoría de las variables psicológicas”. Estudios posteriores de otros autores han seguido encontrando datos a favor de este modelo.

Sin embargo, los estereotipos perviven, y los expertos los asocian a desigualdades sociales. Muchas más mujeres abandonan la carrera científica cuando son madres. Muchas menos mujeres acceden a puestos de poder (en ciencia y en general). En las universidades españolas el número de mujeres matriculadas en informática o ciencias de la computación sigue bajando: de 30 % en 1985-87, a 12 % en 2016-17. A finales de 2018 el físico Alessandro Strumia dijo en el CERN que las mujeres tenían menos aptitudes para la física.

La búsqueda de diferencias anatómicas en el cerebro de hombres y mujeres tiene una larga historia. En general hay consenso en que existen diferencias, aunque no del calibre de las que se observan, por ejemplo, en los genitales masculinos y femeninos. No hay consenso, en cambio, en la valoración de si realmente son significativas estas diferencias, ni mucho menos en la interpretación de su función.

Entre los trabajos más recientes y más discutidos están los de Simon Baron-Cohen, que parte del hecho de que el autismo se da sobre todo en hombres para concluir que, según sus datos, “la mujer típica es de media más empática y el hombre típico, de media, más sistematizador [definiendo esto como “el impulso de analizar o construir un sistema basado en reglas”].

Otro trabajo reciente es Madhura Ingalhalikar, que asegura que “los cerebros de los hombres están estructurados para facilitar la conectividad entre percepción y acción coordinada”, y los de las mujeres “están diseñados para facilitar la comunicación entre modos analítico e intuitivo” –explicar qué significa eso requeriría otro artículo–.

Muy distintos son los resultados de Daphna Joel, de la Universidad de Tel Aviv, que, tras un análisis de varias regiones cerebrales, concluye que no existen cerebros masculinos y femeninos sino cerebros “mosaico”, mezcla de rasgos anatómicos asociados a cada género. “Los humanos no tenemos cerebros con rasgos “típicamente femeninos” o “típicamente masculinos””, escribía Joel en un reciente artículo con Cordelia Fine en The New York Times. (Fuente: Mónica G. Salomone / SINC)

Fuente: https://noticiasdelaciencia.com/art/33052/la-ciencia-busca-diferencias-entre-sexos-y-se-topa-con-los-prejuicios

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