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La pandemia revela las desigualdades en Canadá

América del Norte/ Canadá/ 16.06.2020/ Fuente: www.rcinet.ca.

Una de las frases que surgió durante las primeras semanas de la pandemia en Canadá decía en inglés: “We are still all in this together”, que equivale a “Estamos todos juntos en esto”, en referencia a los esfuerzos por contener la expansión de la pandemia en las distintas ciudades canadienses. Sin embargo, no todos los canadienses están en las mismas condiciones frente a la pandemia.

Las limitaciones de los datos disponibles están ocultando la magnitud de las consecuencias de la pandemia en todo el país.

Carteles que dicen «Estamos todos juntos en esto» han comenzado a aparecer en las ventanas de las tiendas de Toronto cerradas debido a la pandemia de COVID-19. (Foto: Evan Mitsui/CBC)

Hasta la fecha, según los datos del gobierno, en Canadá se han registrado un total de 98.787 casos de contagio del Covid-19. Han muerto 8.146 personas y otras 60.272 personas han recuperado la salud.

Un nuevo análisis realizado por el difusor público CBC en Montreal, reveló fuertes correlaciones entre las tasas más altas de infecciones con el virus del Covid-19 y los barrios de bajos ingresos y los barrios con mayores porcentajes de población negra.

Un análisis similar realizado por Global News en los barrios en Toronto, la ciudad más populosa de Canadá, encontró «una fuerte asociación entre las altas tasas de coronavirus y los bajos ingresos, las condiciones de trabajo, la condición de minoría visible y los bajos niveles de educación».

Los funcionarios de salud pública de la provincia de Ontario informaron la semana pasada de que las tasas de infección y muerte por COVID-19 eran desproporcionadamente más altas en los barrios de mayor diversidad étnica y cultural de la provincia.

Los cierres de empresas debido al Covid-19 han contribuido a la pérdida de millones de puestos de trabajo en todo Canadá. Estadísticas de Canadá dice que la economía perdió casi 2 millones de empleos en abril. (Foto: Michael Wilson/CBC)

A partir de los casos notificados hasta el 14 de mayo y tras ajustar las diferencias en la estructura de edad entre los barrios, los funcionarios informaron que “la tasa de infecciones por COVID-19 en los barrios más diversos [con mayor número de inmigrantes y personas no blancas] fue tres veces más elevada que la tasa registrada en los barrios menos diversos.»

Por otra parte, la tasa de hospitalizaciones en esas comunidades duramente afectadas fue cuatro veces mayor. La tasa de mortalidad fue el doble.

Los datos previos del Departamento de Salud Pública de Toronto, que incluye los casos reportados hasta el 27 de abril, mostraron que la pandemia afectó desproporcionadamente a los residentes de bajos ingresos y a los inmigrantes recién llegados a Canadá.

Manifestantes frente a la oficina electoral del primer ministro Justin Trudeau en Montreal el sábado, donde pidieron al gobierno que otorgue el estatus de residencia a los trabajadores migrantes mientras la pandemia de COVID-19 continúa en Canadá y en todo el mundo. (Graham Hughes / Prensa canadiense)

Según el doctor Isaac Bogoch, especialista en enfermedades infecciosas e investigador del Hospital General de Toronto, hay varias explicaciones posibles para esas diferencias. Entre ellas figuran las condiciones de trabajo que ponen a las personas en mayor riesgo a contagiarse con el virus y el vivir en viviendas más pequeñas que pueden tener a más personas viviendo juntas.


«Creo que esta infección amplifica las desigualdades preexistentes… Si hay algo que nos enseña esta pandemia es que ha puesto de relieve algunas de las desigualdades que vemos y ha puesto de relieve muchas de las necesidades de las poblaciones marginadas.»

Isaac Bogoch, investigador del Hospital General de Toronto.


El investigador señaló que se pueden implementar medidas a corto plazo para contrarrestar esas desigualdades, pero esas medidas inmediatas deberían ser los cimientos para establecer la equidad en materia de salud a largo plazo.

“La tragedia sería que los gobiernos apliquen solamente soluciones temporales y que luego regresen a nuestras viejas costumbres en los meses y años venideros”, dijo el doctor Bogoch.

Un trabajador de una tienda usa una máscara facial protectora y guantes mientras un cliente se para al otro lado del divisor de vidrio plástico en el centro de Vancouver el miércoles 29 de abril de 2020. La pandemia ha tenido un efecto desproporcionado en las mujeres y los trabajadores pobres. (Jonathan Hayward/The Canadian Press)

Los modelos más recientes del gobierno federal sobre la evolución de la enfermedad contenían solamente datos demográficos básicos que mostraban que las mujeres representaban el 57% de las infecciones. Los funcionarios también señalaron vulnerabilidades importantes y específicas, como el caso de los centros de atención a largo plazo para las personas de la tercera edad, que fueron los lugares más golpeados por la pandemia.

También se registraron múltiples brotes en otros «espacios de congregación», como prisiones, plantas procesadoras de alimentos, campamentos de trabajo y refugios, que son lugares y personas que no son centro de la atención política.

Tras la publicación de este informe, la atención se ha centrado en las condiciones de trabajo en las granjas agrícolas, donde las infecciones se han propagado rápidamente entre los trabajadores migrantes que vienen a Canadá cada verano para recoger cosechas.

Manifestación de obreros frente al matadero de la transnacional Cargill en High River, Alberta, que fue cerrada por dos semanas debido a un brote masivo de COVID-19 el lunes 4 de mayo de 2020(Foto: Canadian Press/ Jeff McIntosh)

Un número incalculable de vidas fueron salvadas y se han evitado grandes sufrimientos gracias al enorme esfuerzo colectivo de cerrar grandes segmentos de la sociedad canadiense y restringir la actividad a un mínimo de actividades en su mayoría esenciales. Pero no todos han recibido el mismo nivel de protección y los datos muestran que los más vulnerables en la población canadiense han sufrido más.

Un informe esta semana que da cuenta que unas 170 personas en Columbia Británica murieron de sobredosis de drogas en mayo, el número mensual más alto en la historia de la provincia, también muestra que el sufrimiento desigual de los últimos meses va más allá del efecto directo de la pandemia.


Las dificultades económicas tampoco han sido distribuidas equitativamente. Cuatro economistas canadienses informaron de que las pérdidas de empleo en abril fueron más elevadas para los trabajadores más jóvenes, para los que tienen salarios bajos y para los trabajadores no sindicalizados. Los sectores de la economía que trabajan con el público, como el comercio minorista y los restaurantes fueron los más afectados. Los análisis anteriores ya habían demostrado que las mujeres son afectadas de manera desproporcionada por las consecuencias económicas de la pandemia.


«El impacto de la pandemia del Covid-19 en el mercado laboral ha sido más duro para los trabajadores que tienen menos poder de negociación», escribieron los autores.

En la provincia de Ontario, trabajadores de la salud de primera línea participan en ejercicios de calistenia a la entrada del Hospital Scarborough Health Network en Toronto el viernes 24 de abril de 2020. (Foto: Canadian Press /Frank Gunn)

La reapertura de la economía canadiense corre ahora el riesgo de exacerbar esas desigualdades, ya sea porque se pedirá a las personas que vuelvan a trabajos que las exponen más a contraer el virus o porque los padres, y sobre todo las madres, tendrán que quedarse en casa a cuidar a los niños que no tienen acceso al servicio de guardería.

Esa reapertura está haciendo tambalear la solidaridad que se suponía que debía definir la respuesta pública a esta crisis.

Mientras el gobierno optaba por implementar nuevos requisitos y sanciones a la prestación de respuesta de emergencia de Canadá (CERB), el presidente de la Federación Canadiense de Empresas, el grupo de presión nacional que reúne a las pequeñas empresas,  aplaudió ese ajuste e insistió en que se necesitaban reformas para obligar a los trabajadores reticentes, o que temen contagiarse el virus, a volver al trabajo.

«Mientras que algunos trabajadores están preocupados por volver a trabajar por razones de salud, muchos están felices de poder tomar el verano libre si sus necesidades de ingresos son atendidas a través del CERB», escribió Dan Kelly.

Liam Slater Oda, empleado de Sports Experts, desinfecta una superficie en la tienda de la calle Sainte-Catherine en Montreal, el domingo 24 de mayo de 2020, mientras la pandemia de COVID-19 continúa en Canadá y en todo el mundo. Las tiendas con entrada por la calle pueden reabrir en Montreal el 25 de mayo. LA PRENSA CANADIENSE/Graham Hughes

Parece extraño que los dueños de pequeñas empresas de Canadá denuncien que un número significativo de personas prefiera recibir 2.000 dólares al mes, el equivalente a ganar 12,50 dólares por hora trabajando de 9 a 5 cada día, que trabajar en sus tiendas y restaurantes. Pero Kelly no es el primero en preocuparse de que la ayuda del gobierno federal pueda proporcionar a los trabajadores una mejor opción.

Desde la perspectiva de muchos empleados, que han propuesto un ingreso mínimo de 15 dólares por hora, los empresarios deberían pagar mejor para que los trabajadores vuelvan a sus fuentes de empleo.

Loblaws, una cadena de supermercados en Canadá, anunció esta semana que pondrá fin al aumento de sueldo de dos dólares por hora que había implementado para los trabajadores de primera línea que hacían el trabajo vital de mantener las tiendas de comestibles abiertas.

Por tanto, y mientras se espera una segunda oleada de la pandemia, ese trabajo no es menos esencial ahora, pero una vez más está siendo valorado en su nivel pre-pandémico.

Un cliente sale de un supermercado Loblaw en Ottawa, Ontario (Canadá), el 14 de febrero de 2019. (Foto: REUTERS/Chris Wattie)

A medida que el Covid-19 se extendió por el país, la pandemia puso al desnudo las debilidades y las injusticias en la sociedad canadiense. Y mientras Covid-19 esté presente en cualquier lugar del país, es una amenaza potencial para todas las regiones de Canadá, no sólo para la vida de las personas, sino también para los sistemas, comunidades y economías de los que dependemos.

Lo que podría unir la lucha contra la pandemia con las protestas contra el racismo sistémico es el mensaje de que una sociedad es tan fuerte como su eslabón más débil. Y a veces se necesita una crisis para que todos vean las desigualdades que han existido todo el tiempo.

La sociedad canadiense se encuentra ahora frente a un doble riesgo: que los esfuerzos de los últimos meses para suprimir el virus sean desperdiciados a medida que el sentimiento de solidaridad desaparece, y que las desigualdades expuestas en los últimos meses sean olvidadas a medida que el país intenta volver a la «normalidad», es decir, a los modos de funcionamiento y distribución de recursos existente antes de la pandemia.

El desafío para los gobiernos y los votantes consiste en no sólo reconocer las deficiencias de la sociedad canadiense y tomar medidas inmediatas para mitigar los daños, sino también recordar lo que la crisis ha revelado sobre nosotros, y hacer los grandes cambios e inversiones necesarias para garantizar que el espíritu de esta primavera se recuerde como algo más que un simple eslogan. “Estamos todos juntos en esto” para llevar adelante los cambios que las consecuencias de la pandemia exigen.

Fuente de la noticia: https://www.rcinet.ca/es/2020/06/15/la-pandemia-revela-las-desigualdades-en-canada/

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España destinará 260 millones de euros a digitalizar la educación tras la pandemia

Europa/ España/ 16.06.2020/ Fuente: mundo.sputniknews.com.

El Gobierno de España anunció que destinará 260 millones de euros para adquirir material electrónico con el fin de digitalizar la educación de los estudiantes españoles tras la pandemia del COVID-19.

«Vamos a poner en marcha el programa ‘Educa en Digital’, que prevé movilizar hasta 260 millones de euros para la digitalización de la educación», anunció en una rueda de prensa la ministra de Educación española, Isabel Celaá.

De esta cantidad, 190 millones se activarán a través del Ministerio de Transformación Digital a partir de fondos de la Unión Europea.

Los primeros visitantes extranjeros desde Düsseldorf en España
© REUTERS / EROL DOGRUDOGAN

Los 70 restantes correrán a cargo de las comunidades autónomas que se adhieran al programa.El objetivo es que los estudiantes de los centros públicos que proceden de entornos vulnerables puedan acceder a la educación a distancia, a la vez que puedan potenciar las clases presenciales gracias a la tecnología.

Los meses de confinamiento por el COVID-19 evidenciaron la existente brecha digital entre los escolares españoles, ya que muchos no contaban con el material adecuado para seguir las clases telemáticas desde sus hogares.

Mediante este plan, los centros educativos del país podrán prestar hasta 500.000 ordenadores con conexión a internet para los alumnos que no tengan acceso a este tipo de tecnología.

Los dispositivos se empezarán a distribuir durante el primer trimestre del curso 2020-2021 en colaboración con los gobiernos de las distintas regiones del país.

«A pesar de que hayamos podido arreglarnos con la educación online, hemos comprobado que aún tenemos necesidades sin cumplir y por eso hacemos un esfuerzo de inversión en digitalización», afirmó la ministra de Educación española sobre la situación de muchos alumnos durante la pandemia.

Además, Celaá explicó que el Gobierno pondrá en marcha plataformas de asistencia dirigidas a los docentes y otros recursos para fortalecer la modernización de las herramientas digitales en la enseñanza.

«La educación necesita digitalización, es un factor determinante para cerrar brechas y apostar por la cohesión social», sostuvo la ministra.

Fuente de la noticia: https://mundo.sputniknews.com/espana/202006161091769081-espana-destinara-260-millones-de-euros-a-digitalizar-la-educacion-tras-la-pandemia/

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Educación: tiempo de “parar la pelota”

Por: Ricardo Braginsky.

 

Cuando a principios de marzo se detectó al primer contagiado de coronavirus en el país, todos los argentinos compartíamos una certeza: el sistema de salud no iba a estar preparado para hacer frente a una situación similar a la que mostraban las noticias que llegaban de España o de Italia.

Certeza más imágenes fuertes, el resultado fue un consenso inédito, en el país, en torno a esas primeras medidas de aislamiento social. Nos olvidamos de todo tipo de grietas. Todos nos encuadramos, sabíamos que al sistema de salud había que darle tiempo.

Lástima que, en el apuro, no advertimos que en otras áreas de la vida social argentina, el país tampoco estaba preparado para enfrentar una pandemia de estas características. Y que esas áreas también necesitaban tiempo para adecuarse bien.

Una escuela en Shangai. Imágenes de la "nueva normalidad" educativa.

Una escuela en Shangai. Imágenes de la «nueva normalidad» educativa.

Una de ellas es la educación. Definido el aislamiento, incluso unos días antes del decreto presidencial, todo el sistema educativo pasó a una “continuidad pedagógica a distancia”. Así, de la noche a la mañana, sin tiempo para planificar. Las escuelas de todos los niveles y de todas las regiones del país debieron adaptarse a la educación sin presencia física: las públicas y las privadas, las urbanas y las rurales, las que atienden a familias más acomodadas o a las más vulnerables. Todas.

Después de tres meses de semejante experiencia colectiva, lo que queda claro es que no todas las escuelas ni los estudiantes y sus familias están preparados por igual. Quizás sí, aquellos sectores del país que combinan familias con cierto capital cultural previo, más buena conectividad para poder recibir clases a través de videoconferencias. Pero en el resto, difícil. Abundaron las fotocopias, los mensajes de WhatsApp. El esfuerzo de muchos padres que hacen lo que pueden.

Una escuela en la India. Imágenes de la "nueva normalidad" educativa.

Una escuela en la India. Imágenes de la «nueva normalidad» educativa.

Los ministros de Educación de todo el país están diseñando por estos días cómo será la vuelta a las aulas. Hay distintos esquemas en análisis. El Gobierno porteño avanza con el modelo israelí, de cuatro días de clases cada dos semanas. La única provincia que, por ahora, presentó una propuesta formal es Catamarca, donde no hubo ni un sólo caso de Covid-19.

Quizás sea éste el mejor momento para “parar la pelota”, levantar la vista y mirar para adelante. El desafío es enorme: porque lo que viene no es un regreso a la presencialidad que teníamos, sino más bien un paso hacia la “nueva normalidad” educativa, que nadie sabe bien cómo será.

Pero la diferencia es que ahora sí hay tiempo. La vuelta no sería antes de agosto, coinciden los ministros. Es tiempo de pensar y ver cómo esta vez se incluye a todos los argentinos.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/educacion-tiempo-parar-pelota-_0_pc5RFyjlB.html

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Educación interrumpida, educación reconstruida

Por: Andreas Schleicher.

 

Entramos con el director de educación de la OCDE a las aulas del futuro. Más foco en ayudar a los alumnos a pensar por sí mismos y a comprender los límites de la acción individual y colectiva serán algunas claves.

Amedida que el mundo está cada vez más interconectado, los riesgos a los que nos enfrentamos también lo están. La pandemia de covid-19 no se ha detenido en las fronteras nacionales y ha afectado a las personas independientemente de su nacionalidad, su nivel educativo, sus ingresos o su sexo. Sin embargo, no sucede lo mismo con las consecuencias, que han sido más graves para los más vulnerables. Esto vale también para la educación. Los estudiantes privilegiados consiguieron sortear rápidamente las puertas cerradas de los centros y encontrar vías hacia oportunidades de aprendizaje alternativas apoyados por sus padres y deseosos de aprender; los de familias desfavorecidas se quedaron fuera cuando las escuelas cerraron.

En cierto sentido, esta crisis ha puesto al descubierto las numerosas deficiencias y desigualdades de nuestros sistemas educativos, desde la banda ancha y los ordenadores necesarios para la educación por Internet hasta la incapacidad de atraer a los profesores más competentes a los grupos de alumnos más problemáticos, pasando por los entornos favorables, imprescindibles para centrar la atención en el aprendizaje. Pero, puesto que en esta época de crisis las desigualdades se amplifican, el momento ofrece también la posibilidad de no instalarse otra vez en el antiguo estado de cosas cuando todo vuelva a la “normalidad”. La naturaleza de nuestras respuestas colectivas y sistémicas a las perturbaciones será lo que determine cómo nos afectarán. Allí donde sea necesario cerrar los centros educativos durante un tiempo, podemos mitigar los efectos del cierre para los estudiantes, las familias y los educadores, en particular para los de los grupos más marginados. Tenemos la posibilidad de colaborar a escala internacional a fin de compartir de manera recíproca los recursos docentes disponibles en Internet y las plataformas digitales de aprendizaje, y animar a las empresas tecnológicas a que se unan a la iniciativa. Asimismo, podemos mejorar rápidamente las oportunidades digitales de aprendizaje de los profesores y fomentar la colaboración de estos más allá de las fronteras. Y lo que quizá sea más importante: está en nuestras manos emplear la energía del momento para adaptar los planes y los entornos docentes a las necesidades del siglo XXI.

Educar a los estudiantes para su futuro, no para nuestro pasado. Vivimos en un mundo en el que lo que es fácil de enseñar y evaluar también se ha convertido en fácil de digitalizar y automatizar. El reto del futuro consiste en armonizar la inteligencia artificial de los ordenadores con las capacidades cognitivas, sociales y emocionales y los valores de los humanos. Nuestra imaginación, nuestra conciencia y nuestro sentido de la responsabilidad serán los que nos ayuden a sacar partido de la tecnología para crear un mundo mejor. Actualmente, el éxito en la educación tiene que ver con la identidad, la capacidad de intervención y las metas. También con el fomento de la curiosidad abriendo las mentes y de la compasión abriendo los corazones, así como con el valor y con la movilización de nuestros recursos cognitivos, sociales y emocionales para actuar. Estas serán, al mismo tiempo, nuestras mejores armas contra las principales amenazas de nuestra época: la ignorancia, la mentalidad cerrada, el odio, la dureza de corazón y el miedo, enemigo de la acción.

Para ir por delante de los avances tecnológicos hay que perfeccionar nuestras cualidades

En nuestra época, los algoritmos que hay detrás de las redes sociales nos clasifican en grupos de individuos afines, creando burbujas virtuales que a menudo amplifican nuestra manera de pensar, pero nos aíslan de las perspectivas que difieren de las nuestras, homogeneizando opiniones y polarizando nuestras sociedades. En consecuencia, las escuelas del futuro tendrán que ayudar a los estudiantes a pensar por sí mismos y a sumarse a los demás con empatía en el trabajo y en la sociedad, así como a desarrollar una conciencia fuerte de lo que está bien y lo que está mal, una sensibilidad a las demandas que nos hacen los demás y la comprensión de los límites de la acción individual y colectiva. En el trabajo, en casa y en la comunidad, vamos a tener que conocer en profundidad cómo viven los demás en diferentes culturas y tradiciones, y también cómo piensan, ya sean científicos o artistas. Independientemente de cuáles sean las tareas en las que las máquinas puedan sustituir al trabajo humano, las demandas para que contribuyamos de manera significativa a la vida social y ciudadana con nuestros conocimientos y capacidades seguirán aumentando.

La complejidad cada vez mayor de la vida actual para los individuos, las comunidades y las sociedades implica que las soluciones a nuestros problemas también serán complejas. En un mundo desequilibrado desde el punto de vista estructural, la necesidad imperativa de reconciliar en escenarios locales diferentes perspectivas e intereses que a menudo tienen repercusiones mundiales significa que tenemos que mejorar nuestra manera de abordar las tensiones y las disyuntivas. A la hora de lograr el equilibrio entre demandas contrapuestas —equidad y libertad, autonomía y comunidad, innovación y continuidad, eficacia y proceso democrático—, rara vez nos encontraremos solamente ante dos opciones, o incluso ante una única solución. Tenemos que pensar de una manera más integrada que reconozca las interconexiones. Nuestra capacidad de sortear la ambigüedad se ha vuelto fundamental.

Un profesor de música con sus alumnos.
Un profesor de música con sus alumnos. JEAN-LUC LUYSSEN GETTY IMAGES

La cuestión de fondo es que, si queremos ir por delante de los avances tecnológicos, tenemos que descubrir y perfeccionar las cualidades únicas de nuestra condición de seres humanos, las cuales, antes que competir con las capacidades que hemos creado en nuestros ordenadores, las completan. Las escuelas tienen que crear seres humanos de primera clase, no robots de segunda.

El problema reside en que desarrollar estas capacidades cognitivas, sociales y emocionales exige un enfoque muy diferente del aprendizaje y la enseñanza, y una nueva categoría de enseñantes. En los contextos en los que el propósito de la enseñanza es impartir conocimiento prefabricado, los sistemas educativos se pueden permitir una baja calidad del profesorado. Y cuando esta es baja, los Gobiernos suelen decir a sus enseñantes exactamente qué hacer y cómo quieren que se haga, utilizando una organización industrial del trabajo para obtener los resultados deseados. El reto es convertir la docencia en una profesión de trabajadores del conocimiento avanzados que desempeñen su función con una gran autonomía profesional y dentro de una cultura de la colaboración.

Pero esta clase de personas se negarán a trabajar como piezas intercambiables de sistemas educativos organizados como talleres tayloristas basados principalmente en formas administrativas de responsabilidad y sistemas burocráticos de mando y control para dirigir su actividad. Para atraer a las personas precisas, los modernos sistemas de enseñanza tienen que transformar la forma de organización del trabajo en otra en la que las normas profesionales de control sustituyan a los procedimientos de control burocráticos y administrativos. En el pasado, el saber se recibía; en el futuro tiene que generarlo quien vaya a utilizarlo.

Antes, la educación era básicamente temática; en el futuro deberá basarse más en proyectos, en construir experiencias que ayuden a los estudiantes a pensar más allá de los límites de las disciplinas temáticas. El pasado era jerárquico; el futuro será colaborativo y reconocerá que tanto los enseñantes como los estudiantes son recursos y cocreadores.

Las escuelas tienen que crear seres humanos de primera clase, no robots de segunda

En el pasado se enseñaba de la misma manera a estudiantes diferentes. En el presente, los sistemas de aprendizaje tienen que abrirse a la diversidad con enfoques docentes diferenciados. Los objetivos del pasado eran la normalización y la docilidad. Los estudiantes se organizaban por grupos de edad, seguían el mismo programa estándar y se evaluaba a todos al mismo tiempo. En el futuro habrá que desarrollar la formación a partir de las pasiones y las capacidades de los alumnos, ayudarlos a personalizar su aprendizaje y su evaluación de manera que se fomente su interés y su talento. Se tratará de animar a los estudiantes a ser ingeniosos.

El pasado también estaba dividido. Los profesores y los contenidos se repartían por temas, y los alumnos se separaban en función de las expectativas relacionadas con sus futuras perspectivas profesionales; los centros de enseñanza estaban diseñados para que los que estudiasen se quedasen dentro y el resto del mundo fuera; no había relación con las familias y sí renuencia a asociarse con otros centros. El futuro tendrá que ser integrado y conceder importancia a la interrelación de los temas y la integración de los estudiantes. También tendrá que estar conectado, de manera que el aprendizaje guarde una relación estrecha con los contextos del mundo real y los temas contemporáneos y abierto a la riqueza de recursos que hay en la comunidad.

Utilizar ventajosamente la tecnología. La tecnología será parte inseparable del futuro de la enseñanza. Con ella no solo es posible cambiar los métodos de enseñanza y aprendizaje, sino también elevar la función de los docentes de transmitir conocimiento recibido a trabajar como cocreadores de conocimiento, como formadores, mentores y evaluadores. La tecnología puede permitir que los profesores y los estudiantes accedan a material especializado mucho más allá de los libros de texto, en múltiples formatos y de maneras capaces de salvar el tiempo y el espacio. La tecnología ofrece la posibilidad de formar comunidades de estudiantes que hagan el aprendizaje más social y divertido, así como comunidades de enseñantes para compartir y enriquecer los recursos y las prácticas docentes, y colaborar en el crecimiento profesional y la institucionalización del ejercicio de la profesión. España acertó cuando, en la primera fase de la crisis, dio impulso al aprendizaje por Internet. Pero imaginemos una plataforma gigante de colaboración abierta distribuida en la que los profesores, los pedagogos y los expertos en política españoles colaborasen para supervisar los contenidos y las prácticas pedagógicas más relevantes a la hora de cumplir los objetivos educativos, y en la que los alumnos de cualquier lugar del país tuviesen acceso a las experiencias educativas mejores y más innovadoras.

Una profesora da clases por ordenador desde un aula vacía en Alemania.
Una profesora da clases por ordenador desde un aula vacía en Alemania. KAY NIETFELD GETTY IMAGES

No obstante, mientras que muchos centros de enseñanza están equipados al menos con el mínimo de tecnología necesaria para el aprendizaje por Internet, uno de cada cinco directores de colegios españoles denunciaba que la escasez o la deficiencia de la tecnología digital obstaculizaba el aprendizaje bastante o mucho. A esto hay que añadir que las ventajas de la tecnología dependen de que esta se utilice bien. Según la Encuesta Internacional de Enseñanza y Aprendizaje (TALIS, por sus siglas en inglés), el 51% de los profesores españoles permiten frecuentemente o siempre que sus alumnos utilicen las tecnologías de la información para los proyectos o el trabajo en clase. En Dinamarca o Nueva Zelanda el porcentaje es del 80% o más, y en Finlandia, Israel o Rumania las cifras se han duplicado con creces en los últimos cinco años.

Dar autoridad a los enseñantes y posibilitar la innovación. Pero la esencia del aprendizaje no es la tecnología, sino la pedagogía y la titularidad. Ni siquiera el mejor ministro de Educación puede hacer justicia a las necesidades de millones de estudiantes, cientos de miles de enseñantes y decenas de miles de centros educativos. El desafío consiste en apoyarse en la experiencia de los profesores y los directores de las escuelas, y captarlos para que hagan frente a los retos. Podemos fijarnos en Estonia y Finlandia, los países con mejores resultados en el informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), cuyos sistemas educativos están construidos totalmente desde la base. En parte, los candidatos a profesores se seleccionan en función de su capacidad para transmitir su fe en la misión decisiva de la educación pública y se forman básicamente en los centros de enseñanza. La preparación que reciben está diseñada para desarrollar una mentalidad de responsabilidad individual en la enseñanza y el bienestar de los alumnos a su cargo. El nivel de confianza que la comunidad en general extiende a sus escuelas genera un fuerte sentimiento de responsabilidad colectiva en el éxito de cada estudiante. A su vez, el alto nivel de coherencia de las políticas, gracias a la cual las decisiones se mantienen a través de los ciclos electorales y las Administraciones políticas, hace que los enseñantes finlandeses y estonios confíen en sus líderes en materia de educación, que por su parte cuentan con la capacidad de los enseñantes para poner en práctica lo que les dicen. No menos importante es que estos sistemas logran ajustar los recursos a las necesidades y reconciliar equidad con calidad (lo cual, en la crisis actual, constituye un reto aún más formidable), consiguiendo así que la escuela más cercana sea siempre la mejor.

El mayor riesgo de la crisis es que se fracture el tejido social creado en y por las escuelas

Mucha gente me dice que no podemos dar más autonomía a los enseñantes y a los líderes educativos porque no tienen la capacidad ni la experiencia para estar a la altura, pero limitarse a perpetuar nuestra visión prescriptiva de la enseñanza no funcionará en este momento de crisis, que exige de los profesores no solo que reproduzcan sus clases en otro medio, sino que descubran respuestas totalmente nuevas a qué, cómo, dónde y cuándo se aprende.

Mantener el tejido social de las escuelas y las comunidades. Tal vez el mayor riesgo de la crisis es que se fracture el tejido social creado en y por las escuelas. El aprendizaje no es un proceso transaccional en el que los estudiantes son consumidores pasivos de contenidos; las escuelas, proveedores de servicios, y los padres, clientes. El aprendizaje siempre tiene lugar a través de la interacción y en un entorno de bienestar y percepción de la propia eficacia tanto para los alumnos como para los profesores. Un factor determinante de los resultados que obtengan los estudiantes en las próximas semanas y meses, en particular los de grupos desfavorecidos, es el mantenimiento de una relación estrecha con sus profesores. En esta crisis, los centros de enseñanza tienen que facilitar maneras de que los docentes sigan estando socialmente próximos en la distancia física. TALIS muestra que esto es algo que los profesores hacen de manera natural: 9 de cada 10 declararon que ejercían la docencia para ayudar a cambiar la vida de los niños, y tres cuartas partes se refirieron expresamente a la posibilidad de favorecer a los socialmente desfavorecidos. La función de los sistemas educativos es apoyar a los enseñantes en esta misión.

Por importante que sea que los enseñantes sigan conectados con sus alumnos, la crisis actual pondrá aún más de relieve la necesidad de que los profesores sigan conectados entre ellos. Sabemos que esto es difícil incluso en épocas de normalidad. La media de profesores españoles que observan con regularidad las clases de sus compañeros y comparten con ellos sus observaciones es tan solo del 5%, mientras que los que participan en sesiones de aprendizaje profesional colaborativo al menos una vez al mes o dan clases en equipo como mínimo mensualmente se limita al 21%. Sin embargo, son precisamente estas actividades las que guardan relación con unos niveles más altos de percepción de la propia eficacia entre los docentes. Las grandes diferencias en el tiempo y entre países demuestran que la situación puede ser diferente. En Vietnam, el 78% de los profesores se preocupan de observar otras clases con regularidad; en Shanghái, el 70% participan en el aprendizaje profesional colaborativo, y en Austria, Italia y Japón la enseñanza en equipo es habitual.

El aprendizaje no es un proceso donde el estudiante es un consumidor pasivo

Redefinir el liderazgo. Tal vez lo que esta crisis haya puesto más de relieve es la necesidad de un liderazgo eficaz a todos los niveles del sistema educativo. En las épocas de gran incertidumbre, las personas buscan algo a lo que asirse que sirva para restaurar el orden. En la educación, los líderes de los centros de enseñanza serán los que den respuesta a las necesidades inmediatas de los alumnos, las familias, el personal y las comunidades mientras se preparan para los cambios que tendrán lugar en el mundo del aprendizaje y la enseñanza. Esta tarea no parece fácil ni siquiera en épocas de paz. En TALIS, tan solo una media del 37% de los directores de centros educativos declararon que el año anterior a la encuesta habían colaborado con los directores de otros centros a la hora de abordar tareas complejas. Nos enfrentamos a un desafío extraordinario, y no es momento de oponer lo público a lo privado, sino de que ambos colaboren.

Otro aspecto no menos importante es que el momento requiere líderes de sistemas capaces de enfrentarse a las estructuras institucionales construidas demasiadas veces en torno a los intereses y hábitos de adultos más que de los estudiantes; líderes comprometidos con el cambio social, imaginativos a la hora de diseñar políticas y capaces de emplear la confianza que se ganan para ser artífices de un verdadero cambio. En este momento de crisis, no se pregunten cuántos profesores siguen sus instrucciones, sino cuántos son capaces de participar activamente en una colaboración eficaz.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2020/05/26/eps/1590510443_831577.html

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Educación en la distancia

Somos los que quedamos en este ancho firmamento, para juntar estrellas, para juntar corazones. Vivo solo para eso, para que seamos firmamentos, anchos, fuertes, bastiones de la ansiada libertad.

Mirna Sojo. 2014 de mi diario,

Renuevo el tiempo de ocio

 

Construir educación en la distancia no es nada fácil ni sencillo. Acostumbrada como estoy en ver los rostros con quienes comparto los espacios universitarios me hace sentir carente de todo. Sin embargo hay unos sentimientos que afloran a la hora de asumir la educación en la distancia y es que se da un tipo de vínculo o conexión afectiva con los estudiantes a quienes acompaño.

La afectividad se traduce en infinidades formas de compartir a través de los mensajes de wasap, mensajes de textos, correos electrónicos y audios. Esto se ha convertido en los medios más comunes para continuar con nuestros espacios formativos. En estos días hemos hecho seminarios por grupos wasap donde estamos todos metidos en la clase para poder expresarnos y aprender en esta forma distinta. Hemos disfrutado mucho, hemos leído, intercambiado, debatido, estudiado y generado nuestras producciones escritas y argumentadas con temas interesantes de las experiencias en marcha dentro de la COVID 19.

Es cuestión de irse adecuando y adaptando a esta nueva realidad. Aprender y sacarle el máximo de los provechos para seguir avanzando. Poco espacio hemos tenido para la queja y la desesperanza, muy por el contrario seguimos creyendo que educarnos es la forma más hermosa de comprender la realidad que nos rodea, también el compromiso de seguir trabajando por la educación de nuestro país en los territorios donde habitamos, como escribir nuestras producciones que hablen de lo transformador y de los cambios que generamos en este período de cuarentena voluntaria.

A cuáles producciones nos referimos? a los apoyos en la familia, la solidaridad, la conjunción de esfuerzos para hacer una comida, para distribuirse las faenas, los conflictos que se generan por las malformaciones sociales basadas en el egoísmo, el individualismo, compartir con los vecinos conversaciones, ayudar a quien lo necesite, hacer trueques con los que vienen a vender a las puertas de las casas algún producto manofacturado, a las reflexiones profundas de quiénes somos, qué hemos hecho y por qué la vida se convierte en una fuente de revisiones permanentes para seguir dando sentido y propósito a todo este mundo que nos voltea hacia nosotros mismos y un sistema basado en la compra venta de sentimientos que se expresaba en el consumo desmedido, en la definición del estatus, en el catálogo de barajitas y espejitos falsos.

Esta educación en la distancia nos ha permitido vernos en el invento cotidiano de lo posible, con sus palabras de vida que van emergiendo y desde las realidades de su cada quien con su cada cual pero ahí clarito con lo que se tiene y hasta dónde alcanza, ni más ni menos, todos con todos, con sus conflictos, carencias, desperfectos, defectos, con las amorosas relaciones, con las emociones andando por los corredores, escaleritas de barros, en la lluvia que cae sobre nuestros techos de zinc.

Si hay algo que ha tenido esta pandemia es la mirada cruda y real de la cotidiana  causa de vivir, y nos mantiene en la incertidumbre de sus provocadoras profecías venidas del más allá y del más acá… pero sigue ahí, ajustada a cada instante del día a día y se yergue infranqueable sin poder escapar de ella.

Por eso disfruto de la educación en la distancia, esa que hemos construido, es la que hemos compartido en nuestros canales wasapp, con todas sus aristas, cómo ver nuestra vida y regocijarse de ella con las implicaciones que ello amerita, cual cerca y confiados estamos todos los que estudiamos en ella, qué estamos haciendo para sentirnos más humanos y útiles. Estamos allí, en esta educación en la distancia para lo que amerite hacerse, ser y asumirnos mientras dure. Lo importante es encontrarse para juntarse, los métodos están, los temas están y nosotros estamos. ¿Qué más podemos pedirle a la vida?

Fuente: La autora escribe para el Centro Internacional de Investigaciones «Otras Voces en Educación»

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Mutilaciones genitales de «puerta en puerta» durante el confinamiento en Somalia

Redacción: ABC Sociedad

Las estrictas medidas impuestas en Somalia para tratar de contener el nuevo coronavirus están afectando especialmente a las niñas. El confinamiento decretado ha llevado a un gran aumento en los casos de mutilación genital femenina (MGF), según la ONG Plan International, un grupo de derechos de las niñas. «Hemos visto un aumento masivo [de casos de mutilación genital femenina] en las últimas semanas», dijo Sadia Allin, jefa de misión de Plan International en Somalia.

Según la ONG, las familias en Somalia estaban aprovechando el cierre de escuelas para llevar a cabo la mutilación genital femenina para que las niñas tuvieran tiempo de recuperarse del ritual, que puede llevar semanas. Los que practican la MGF van «casa por casa» ofreciendo circuncidar a las niñas, atrapadas en sus hogares: «Los “cortadores” han estado tocando puertas, incluida la mía, preguntando si hay chicas jóvenes que puedan circuncidar. Me sorprendió mucho», dijo Allin, que tiene dos hijas de cinco y nueve años. Según la ONG, las enfermeras de todo el país también han informado un aumento en las solicitudes de los padres que desean que realicen la mutilación genital a sus hijas aprovechando el parón escolar.

El peligro de la pandemia

La pandemia está socavando los esfuerzos para erradicar la práctica en Somalia, el país con mayor tasa de prevalencia de todo el mundo. Según el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), un 98 % de las niñas de entre cinco y once años han sufrido en este país la mutilación total o parcial de sus genitales. «Queremos que el gobierno se asegure de que la MGF se incluya en todas las respuestas de Covid», piden desde la ONG.

En todo el mundo se estima que la MGF afecta a 200 millones de niñas y mujeres.

Fuente: https://www.abc.es/sociedad/abci-mutilaciones-genitales-puerta-puerta-durante-confinamiento-somalia-202005201607_noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F

 

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Enseñanza «puerta a puerta» en Indonesia tras el cierre de las escuelas por covid-19

Redacción: RFI

Henrikus Suroto, un profesor de Indonesia, no se resigna a que la pandemia deje sin educación a sus alumnos, por lo que cada semana se desplaza en moto hasta Kenalan, un recóndito pueblo de la isla de Java.

El docente recorre los sinuosos caminos de montaña para dar clase a los hijos de los campesinos, que viven en zonas sin conexión a internet en las que los cursos en línea no dejan de ser una quimera.

«Nadie me obliga, pero hay algo en mí que me dice que debo hacerlo», explica a la AFP el hombre, de 57 años.

Suroto afirma sentirse «un poco culpable» por desobedecer las órdenes oficiales, que prohíben las clases presenciales y recomiendan los cursos virtuales. «Pero la realidad es que eso no es fácil aquí», señala.

«La única solución es estar al lado de los alumnos y llevar a cabo una enseñanza puerta a puerta», sostiene.

Él no es el único profesor indonesio en echarse a la carretera. Otros muchos otros lo hacen, enfrentándose al virus, las tormentas y los caminos enfangados para poder ofrecer una educación a domicilio por todo el archipiélago del sudeste asiático.

Un tercio de los cerca de 260 millones de indonesios no tienen acceso a internet y todavía hay algunos pueblos que no tienen electricidad.

En total, unos 70 millones de niños y jóvenes se han visto obligados a quedarse en casa desde que se cerraron las escuelas y los centros de enseñanza superior, en marzo, para atajar la propagación del coronavirus.

– Superar los miedos –

Avan Fathurrahman, un maestro de primaria, visita hasta a 11 alumnos al día en la isla de Madura, al este de Java. Da cuenta de su experiencia en Facebook, en unas publicaciones muy compartidas por los internautas.

Reconoce que a veces teme caer enfermo. «Pero la llamada de la enseñanza es más fuerte», apunta. «No podría quedarme en casa sabiendo que mis alumnos no pueden estudiar correctamente».

De momento, las autoridades no anunciaron cuándo se reabrirán las escuelas, pero los epidemiólogos advierten que el país todavía no alcanzó el pico de la epidemia.

Oficialmente, en Indonesia se registraron más de 35.000 casos y 2.000 muertes por covid-19, unas cifras inferiores a las reales, según los científicos.

El gobierno ha puesto en marcha programas educativos en la televisión pública y, en algunas regiones, en la radio.

El ministro de Educación, Nadiem Makarim, admitió que la enseñanza a distancia supone un desafío y no ocultó su sorpresa al ver cuántos habitantes del país no tienen acceso a internet.

«Debemos apoyarnos en los profesores que se movilizan para dar clases a domicilio», dijo el mes pasado.

«Desde el punto de vista de las infraestructuras, Indonesia no está realmente preparada para la educación a distancia», comentó por su parte Christina Kristiyani, experta en Educación en la Universidad Sanata Dharma.

«Aunque fuera posible estudiar por videoconferencia, esto sería demasiado caro en las zonas rurales», agregó.

Además, muchas familias tratan de salir adelante con empleos mal remunerados que tienen que conciliar con el cuidado de los hijos.

«Todo lo que puedo hacer es decirle a los niños que estudien, no puedo ayudarles como un profesor puede hacerlo», explica Orlin Giri, madre de familia de las Islas de la Sonda, una de las regiones más empobrecidas del país. «No tenemos suficiente dinero para una conexión a internet».

Una situación muy generalizada, según Fina, profesora en la isla de Borneo. «Muchos padres solo estudiaron hasta primaria o secundaria, y algunos ni siquiera fueron a la escuela», explica.

Los niños, por su parte, tienen muchas ganas de que reabran los centros.

«Me aburro en casa. Extraño la escuela, a mis amigos y mis profesores», comenta Gratia Ratna Febriani, una estudiante de Kenalan.

Fuente: http://www.rfi.fr/es/20200612-ensenanza-puerta-puerta-en-indonesia-tras-el-cierre-de-las-escuelas-por-covid-19

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