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El «nuevo modelo educativo» que no es nuevo ni tampoco modelo

Por: Claudio Escobedo

Hace algunos días el Secretario de Educación Pública Aurelio Nuño presentó ante el Presidente de la República, gobernadores, legisladores, funcionarios de primer nivel, empresarios y diferentes miembros  de la sociedad, el Nuevo Modelo Educativo que orientará el destino de la educación de México en las próximas décadas.

Un “Nuevo Modelo Educativo” que de entrada llega tarde, puesto que desde el 11 de septiembre de 2013, hace 3 años y medio se promulgó la Nueva Reforma Educativa, misma que debió como primer requisito traer bajo el brazo el Nuevo Modelo Educativo, por el contrario, fue una Reforma Educativa que llegó cortando cabezas y culpando al Magisterio Nacional de todos los males y desgracias que se viven en el país.

Estamos hablando y hay que decirlo claro, que iniciamos una Reforma Educativa sin una definición clara de su orientación pedagógica y sin contenido educativo. Una aberración que lamentablemente sólo pasa en México, “Primero pavimentamos y después ponemos el drenaje”.

No conforme con esto, el “Nuevo Modelo Educativo” no solamente llega tarde, sino además no tiene nada  de “Nuevo”, puesto que uno de sus máximos pilares “Aprender a Aprender” que según el Secretario Nuño fortalecerá y transformará poderosamente la educación y los niveles de aprendizaje de los niños y jóvenes de este país viene del año 1972, de la propuesta de la Comisión Internacional de la UNESCO del informe de Edgar Faure, planteamiento que en 1996, hace 21 años, el francés J. Delors acuñó como proyecto para la Educación del Siglo XXI  en los “Los Cuatro Pilares de la Educación” aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser.

Un Nuevo Modelo Educativo que además se centra en la clave de que en lugar de memorizar contenidos, el alumno aprenda a razonar por sí mismo y resolver problemas. Sin embargo, ya en la Reforma Educativa de Educación Básica de 1993, hace 24 años, uno de sus objetivos fundamentales era precisamente sustituir la memorización y que los alumnos empezaran a construir sus conocimientos. Por tanto, la satanización de la memorización, tampoco es novedad, ya fue desdeñada por el constructivismo de la Reforma anterior.

La gran paradoja del famoso “Aprender a Aprender” del Nuevo Modelo Educativo, es que cuestiona y excomulga “el aprendizaje memorístico y la repetición de contenidos”, sin embargo, sus patrocinadores apelan a la repetición en millones y millones de spot que se trasmiten sin cesar por radio, televisión e internet, para que la sociedad mexicana  aprenda y memorice las “BONDADES” del Nuevo Modelo Educativo ¡Vaya que bonita contradicción!

Estamos ante un Modelo Educativo que definitivamente no es “Nuevo”, pero tampoco es “Modelo”, puesto que está cargado de propósitos desproporcionados que rayan más en la demagogia barata. Revisemos, el Nuevo Modelo Educativo hace una apuesta temeraria de que todas las escuelas del nivel básico cuenten con la asignatura de inglés, así a la vuelta de unos años, se contará con escuelas bilingües a lo largo y ancho del país.

Sin embargo, el Nuevo Modelo olvida que sólo hay un maestro de inglés por cada 5 escuelas (50 000 maestros para 25 millones de alumnos) maestros que en su mayoría están subcontratados como es el caso de Coahuila, donde el Programa Nacional de Inglés en Educación Básica (PENIEB) contrata maestros con honorarios muy bajos y cero prestaciones, lo que afecta inevitablemente su desempeño.

Por lo tanto, hablar de un Modelo Educativo que proyecta inglés para todos cuando la realidad dice que hay 1 maestro para 500 alumnos, no puede ser Modelo, porque un modelo es un prototipo que sirve de referencia, y este Modelo peca de fantasioso y soñador, lo que le impide orientar objetivamente los esfuerzos educativos de cualquier índole.

Pero esto no para aquí, el Nuevo Modelo Educativo va más allá y se aventura irresponsablemente a decir que las escuelas van a contar con aulas digitales, de conectividad rápida y comunicación productiva. Nuevamente vuelven a olvidar que el Sistema Educativo Mexicano tiene una población escolar de más de 10 millones de niños y jóvenes en escuelas multigrado del área rural donde se carece de los insumos básicos como agua potable, drenaje y luz eléctrica.
Por lo anterior, estamos ante un Nuevo Modelo Educativo lleno de demagógicas intenciones, porque la realidad educativa de la gran mayoría de las escuelas del país están en condiciones lamentables de infraestructura, conectividad y material de apoyo y operativo, las condiciones de factibilidad son mínimas y además existe un terrible desconocimiento e ignorancia sobre las realidades locales.

Un Nuevo Modelo Educativo que aparte de ser desproporcionado, fantasioso, soñador, aventurero e ignorante (basta ver su promocional en la televisión)  es también presuntuoso. La Reforma Educativa que lo impulsa dejó ya de ser Reforma y se convirtió en Revolución Educativa según palabras del mismo Secretario Nuño, “Un esfuerzo inédito en la historia del País. Modifica el viejo modelo de casi un siglo” dice sin pudo ni vergüenza. 

Para su lógica y el pobre conocimiento que tienen de la materia, las grandes aportaciones de alfabetización de millones de mexicanos de José Vasconcelos no tienen valor, la masificación de las escuelas agrícolas de Lázaro Cárdenas no fueron nada, los grandes esfuerzos de Jaime Torres Bodet para hacer gratuitos los libros de texto y los proyectos educativos de las regiones indígenas tampoco fueron importantes, la cobertura educativa a nivel secundaria de Reyes Heroles en los ochentas tampoco se comparan con lo que ellos pretenden con el Nuevo Modelo Educativo.

Lo más grave de todo esto, es que quienes se ufanan y presumen el mejor de los Modelo Educativos en la historia de México, es el gobierno más desacreditado de los tiempos modernos. El gobierno que ha tolerado y favorecido los grandes niveles de corrupción e impunidad. El gobierno que tiene un nivel de endeudamiento exponencial y que tiene que recurrir al gasolinazo para poder sobrevivir y mantener sus privilegios y ambiciones de poder.

Aun así y es lo triste, que a pesar de que sea un Nuevo Modelo Educativo que NO ES NUEVO NI TAMPOCO ES MODELO, habrá muchos miles de incautos que creerán en las mentiras irresponsables que Peña Nieto y su gobierno repetirán una y otra vez hasta el cansancio, hasta que las traguemos en la sopa. ¡Qué lamentable!

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/el-nuevo-modelo-educativo-que-no-es-nuevo-ni-tampoco-es-modelo/

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El futuro de la educación: 65% de no-sé-quién va a hacer no-sé-qué

Por: Mariano Fernández Enguita  

«El 65% de los alumnos actuales de primaria van a estudiar carreras para puestos de trabajo que no existirán.» Lo dijo Helena Herrero, cabeza de HP en España, en el MWCBarcelona y lo publicó El País, 28/2/17. En ese diario ya lo había escrito Ana Alonso, «diseñadora de espacios y experiencias educativas», El País con tu Futuro, 10/10/16:«¿Sabías que el 65% de quienes ahora estamos estudiando tendremos profesiones que aún no existen?» También la prestigiosa consultora Randstad, 7/9/16: «La mayoría (el 65%) de los miembros de la llamada Generación Z (los nacidos a partir de 1990) trabajarán en puestos de nueva creación, relacionados todos ellos con la tecnología y las ciencias.» Un poco antes había sido Antena3, 29/8/16: «El 65% de los estudiantes de hoy en día ejercerán trabajos que ni siquiera existen, como guía espacial o diseñador del cuerpo humano.» Gustavo Guaragna, CEO de la argentina Scoop Consulting y mago (sic)aseguraba que «el 65% que empezaron la escuela primaria en las últimas semanas dedicarán su carrera profesional a puestos de trabajo inexistentes en la actualidad»,Infobae 18/3/16.  Y, antes que todos ellos, César Alierta, entonces presidente de Telefónica y ahora de su Fundación, según publicó El Periódico, 14/1/16: «El 65% de los estudiantes de primaria trabajará dentro de 10 o 15 años en profesiones que todavía ni existen», ligadas al mundo digital.

Pero ni siquiera él, gran jefe de la gran tecnológica, fue el primero. Antes llegó Iñaki Ortega, directivo de Deusto  Business School y «experto en la nueva generación del milenio»: «El 65% de los trabajos de los próximos años aún no se ha inventado»,Diario de León, 13/1/15; pero el BBVA Innovation Center, 11/10/14, ya lo había anticipado:»El 65% de los recién nacidos de hoy trabajarán en trabajos que no existen hoy en día»; incluso, unos días antes, Europa Press, 4/10/14: «El 65% de los trabajos del futuro aún no se han inventado».

Para quienes echen de menos algúngurú internacional están el presidente de SPS (Success Performance Solutions), Ira S. Wolfe: «el 65% de los escolares de hoy desempeñarán empleos que todavía tienen que ser creados»; el fundador de US Robotics, Paul Collard en 2012 o 2008; el parlamentario laborista y ministro de educación en la sombraPat Jarvis c2011… (ver aquí); o Zach Klein, cofundador de Vimeo y CEO de DIY.org (enEdSurge). Aunque nada con tanto glamour como el Foro Económico Mundial de Davos en su informe de 2016 The Future of Jobs. Employment Skills and Workforce Strategy for the Fourth Industrial Revolution: «el 65% de los niños que entran hoy a la escuela primaria terminarán trabajando en empleos de tipo enteramente nuevo, que no existen todavía» (p.3 del informe, p.1 del resumen). Acabáramos, ya tenemos la fuente de todas las fuentes, la madre de toda la sabiduría. Pero hay algo inquietante…

Lo de menos es la inestabilidad del porcentaje. Suele ser del 65%, aunque ocasionalmente sube al 75% o desciende al 60%; pero no nos pongamos pejigueros… digamos dos tercios, aproximadamente, no dejemos que los árboles nos impidan ver el bosque. Tampoco está demasiado claro qué es lo que cambia: los empleos, según alguna afirmación, las carreras (¿académicas o profesionales, de estudio o de trabajo?) o las profesiones (la profesión es del trabajador, pero el empleo es del mercado o la organización, y «profesión» puede usarse como equivalente a ocupación, pero en sentido estricto es solo un tipo especial, y minoritario, de estas). Ni lo está, en fin, a qué estudiantes o estudios afecta esto: si a los estudiantes de primaria (Herrero), a los que acaban de entrar en ella (que no es igual: Scoop), otras a los estudiantes en general (Alierta y Antena3), a los estudiantes ya maduritos (Alonso), a los que ya podrían haber terminado sus estudios (nacidos desde 1990: Randstad)… También nos movemos entre perogrulladas como que esos nuevos empleos serán digitales, manejarán TIC, requerirán formación STEM, etc., o que pueden ejemplificarse en guías espaciales y diseñadores del cuerpo humano (A3).

Esta masiva confluencia de los expertos educativos, empresariales, tecnológicos, etc. resulta impresionante (ya quisieran algo así los voceros de la jornada escolar intensiva o continua), pero ¿dónde están las fuentes? La mayoría de nuestros divulgadores ni siquiera aluden a ellas. El libro profético del Foro de Davos, se limita a indicar que se trata de una estimación difundida («by one popular estimate«); la consultura argentina (como no podía ser menos:-) se lo atribuye a sí misma; Antena3 remite a «un informe de Microsoft»; Collard aludía a «una estadística del gobierno británico»; fuentes habitualmente mejor informadas como Wolfe, Ortega, Europa Press o Ranstad lo atribuyen a «un informe» del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, aunque sinindicar nunca cuál ni dónde encontrarlo. BBVA-IC y Klein, lo mismo que el blog de Virginia Heffernan en el New York Times de 7/8/11, lo atribuyen a Cathy Davidson, y aquí empezamos a ver por fin la luz.

Efectivamente, es Cathy N. Davidson, que así lo afirma en su libro Now You See It: How the Brain Science of Attention will Transform the Way We Live, Work, and Learn, de 2011 (en la segunda edición, de 2012, el título promete más, pues transformará…Schools, and Business for the 21st Century). No hablamos de cualquier libro ni de cualquier persona: lo leí en su día y debo decir que me pareció, y me sigue pareciendo, muy bueno en general –aunque no es ahí adonde iría a buscar estadísticas sobre el futuro y, si creyera hacerlo, cuidaría de verificarlas). Davidson es una muy competente profesora de Humanidades  volcada sobre el mundo digital: profesora en la Duke University, codirectora de HASTAC, patrona de las fundaciones McArthur y Mozilla, etc. Pero aunque eso refuerce el interés de sus opiniones no le da, como habría dicho Patrick D. Moynihan, derecho a tener sus propios hechos. El caso es que Davidson lo dice blanco sobre negro: «el 65% de los niños que entran este año en la escuela elemental terminará trabajando en carreras que todavía no han sido inventadas». Adelanta también que es «según una estimación» pero, a diferencia del WEF, no dice que esté muy extendida sino que remite a un informe del Departamento (ministerio) de Trabajo de los EE.UU., Futurework: Trends and Challenges for Work in the 21st Century. En realidad,Davidson toma la referencia de una entrada titulada The Changing Workplace en la web de Family Education, aunque, en un exceso de confianza en sí misma y en su fuente inmediata, remite a quien lo desee a la fuente original. El problema es que la presunta fuente original, efectivamente, existe, pero en ningún momento dice lo que dicen que dice. Lo más parecido que puede uno encontrar en ella es una alusión a la rápida obsolescencia de los empleos o las competencias… más recientes, informáticas (p. 2 delinforme completo). La página de Family Education, por cierto, ilustrada con incontables teleñecos y fotografías de niños, se define como «tu compañera en el ejercicio de la parentalidad. Queremos hacer más fácil a las mamás y los papás ocupados criar niños felices, saludables y comprometidos.» En fin…

Es verdad que ella no fue la primera, pero probablemente sí quien aportó un primer machamo académico a tan infundada información, con la ayuda inefable de la periodista V. Heffernan (que escribe «sobre cultura digital y pop», tal vez con más formación en lasegunda que en la primera) y del Foro de Davos y su informe (¿cómo puede tamaña institución basar una afirmación así en «una estimación muy extendida»?). Está claro que en la sociedad de la información no siempre brilla el conocimiento, ni siquiera donde más se lo presume –de ahí la importancia de la educación y el aprendizaje.

*Fuente: http://blog.enguita.info/2017/03/el-futuro-de-la-educacion-65-de-no-se.html

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Poner al centro educativo en el centro del cambio

Por Carlos Magro

La educación se encuentra hoy en una encrucijada, dice Mariano Fernández Enguita (pdf). Una encrucijada provocada por un cambio hacia una época global, postnacional, postindustrial (Bell), digital, líquida (Bauman),desbocada (Giddens) e incierta (Beck). Un cambio de época, dice Manuel Castells. Un cambio económico, social y tecnológico acelerado que está transformando los modos de creación, acceso y difusión del conocimiento y que está planteando, por tanto, enormes retos a los sistemas educativos. Cambios que desafían a la escuela y a su capacidad de adaptación.

1964. Dr. Strangelove. James Vaugha. https://flic.kr/p/7Fktpp

1964. Dr. Strangelove. James Vaugha. https://flic.kr/p/7Fktpp

Parece que finalmente vivimos en la sociedad del aprendizaje que avanzaron en 1968 y 1969 Torsten Husén yRobert Hutchins respectivamente. Y, un poco paradójicamente, es esa misma sociedad del aprendizaje la que nos reclama, con cierta urgencia, un cambio profundo en nuestras maneras de aprender y enseñar.

Vivimos un momento de enorme interés hacia la educación por parte de toda la sociedad y, consecuentemente, un momento de gran demanda y exigencia, especialmente para la educación escolar.Aprender se ha vuelto hoy una actividad paradójica, sostiene Juan Ignacio Pozo en Aprender en tiempos revueltos (2016), porque cada vez, dice, “dedicamos más años de la vida, y más horas de cada día, a la tarea de aprender, y sin embargo, aparentemente, cada vez se aprende menos, o por lo que parece, hay cada vez una mayor frustración con lo que se aprende y cómo se aprende.”

Ponemos tanto empeño, invertimos tantos recursos y esperamos tanto de la Escuela. Está tan presente en nuestras vidas, nos preocupa tanto y nos demanda tanto esfuerzo y tiempo, que no es extraño que nunca haya satisfecho nuestras expectativas, ni las individuales, ni las colectivas. Para unos, siempre ha sido insuficiente. Para otros, excesiva. Para muchos ha sido la gran institución liberadora, el gran sueño de la Ilustración. Para otros, una institución opresiva y mantenedora del status quo. Una institución que lejos de disminuir las diferencias sociales ha reproducido esas diferencias o las ha aumentado. En ocasiones la hemos acusado de ser demasiado moderna y experimental y de olvidar con demasiada facilidad la memoria colectiva, los principios y los valores tradicionales. Aunque casi siempre, la hemos criticado por estar desajustada y no responder con suficiente rapidez a los cambios, ni atender a las necesidades reales de la sociedad (otro tema sería ponernos de acuerdo sobre cuáles son esas necesidades reales).

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La situación no es nueva. “Los profesionales de la enseñanza no pueden evitar la sensación de que la escuela se halla sometida a un fuego cruzado, degradado su prestigio y criticada por todos. No les falta razón, pues parece que no existe nada más cómodo para una sociedad que culpar de sus males a la escuela -exculpando así, de paso, a otras instituciones como las empresas y el Estado, y tratar de encontrar soluciones mágicas a través de su permanente reforma, lo que sirve para distraer la atención de lo que verdaderamente necesitaría ser reformado, dentro y fuera de la institución escolar”, escribía en 1995 el mismo Enguita en La escuela a examen. Pero aunque no es nueva parece que en los últimos años se ha incrementado y generalizado el malestar.

¿Qué está pasando?. ¿Por qué se extiende un creciente malestar sobre su funcionamiento cuando la gran mayoría de los indicadores manifiestan tendencias positivas?. ¿Por qué es tan fácil mantener esa crítica constante a la labor de la escuela apelando a una engañosa apariencia de inmovilismo o incluso de retroceso? ¿Cómo podemos decir sin más que la escuela no ha cambiado en los últimos 200 años sin generar apenas controversia.? ¿Es necesaria tana inquietud? ¿Es necesario un cambio?

No es cierto que nada haya cambiado en 200 años. No es cierto que nuestro sistema educativo esté cada vez peor. Nuestro sistema educativo, como casi todos los sistemas educativos de la OCDE, ha experimentado un gran avance en las últimas tres décadas, hasta el extremo de poder hablar del milagro educativo español, como se ha encargado de recordarnos hace solo unos días Miguel Ángel Cerdán.

James Vaughan. https://flic.kr/p/7fwzaX

James Vaughan. https://flic.kr/p/7fwzaX

Sólo algunas cifras a modo de contexto. Mientras que en Finlandia prácticamente toda la población sabía leer a finales del s. XVIII, en la España de 1920 seguía habiendo un 20% de analfabetos. En 1967, hace 50 años, solo el 10% de los españoles que iniciaron la educación primaria terminaron el Bachillerato superior a los 16 años. Y sólo en 1984 se alcanzó la plena escolarización hasta los 14 años y en el año 2000 se extendió hasta los 16. El Panorama de la Educación de 2013 (con datos de 2011) indicaba que el 54% de los adultos entre 25 y 64 tenían un título de educación secundaria postobligatoria, frente al 76% de la media de la OCDE. Es decir, cualquier comparativa de un sistema educativo debe tener en cuenta la historia. En el caso de España, vemos que la comparativa histórica con otros países del entorno es muy desfavorable. Es importante saber, por tanto, desde dónde venimos para entender dónde estamos hoy.

No es cierto tampoco que los alumnos cada vez sepan menos. No es eso, desde luego, lo que nos dicen informes como el Programa de Evaluación de Competencias de Adultos (PIAAC), donde los adultos españoles salimos sistemáticamente peor parados que las generaciones de españoles más jóvenes al compararnos con otros países de la OCDE. Como media de los países que participaron en el PIAAC, un 32% de los jóvenes de 25 a 34 años tiene un nivel educativo superior al de sus padres. En España, este porcentaje supera el 40%.

No es cierto, por tanto, que los resultados hoy sean peores que los de hace décadas. Lo que tenemos es una brecha creciente entre las necesidades sociales de educación y los resultados que el sistema educativo es capaz de generar. Tenemos la sensación de retroceder, cuando en realidad son las expectativas las que han aumentado y las metas del aprendizaje las que se alejan. Cada vez pedimos más a la educación porque somos conscientes que, en esta sociedad del aprendizaje, la formación es una condición necesaria, aunque no suficiente, para garantizarnos la capacidad necesaria de adaptación a los cambios y la incertidumbre que parece que nos demandará el futuro.

Nadie duda de que la escuela y la educación requieren importantes transformaciones. Claro que es necesario un cambio profundo, especialmente en los sistemas educativos formales, pero hay que hacerlo desde el reconocimiento tanto de las carencias y disfunciones que tenemos como de lo mucho que se ha avanzado en los últimos decenios. Lo contrario sería injusto con el esfuerzo colectivo que hemos hecho.

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El cambio es necesario y urgente al menos por dos razones. Primera porque las altas tasas de fracaso escolar, de abandono temprano y de repetición de curso que presenta el sistema educativo español son insostenibles y nos están indicando que aún no hemos resuelto bien el paso de un sistema educativo selectivo a otro formativo y inclusivo. Segunda, porque los sistemas educativos, como señala Enguita, deben dar respuestas al menos a tres grandes retos: digitalización, globalización y naturalización del cambio.

Ambas razones están directamente relacionadas con el modelo educativo, con la organización escolar y con lo que podríamos llamar como una ‘nueva’ cultura del aprendizaje. Con pasar de un concepto de aprendizaje centrado en la reproducción de lo aprendido a otro centrado en la capacidad de transferirlo. Por entender que aprender hoy es ser capaces de apropiarnos de nuevos conocimientos que nos permitan interpretar el mundo de otra manera. Ser capaces de relacionar lo nuevo con lo que ya sabemos. Ser capaces de usar el conocimiento adquirido en situaciones distintas a aquellas en las que se aprendió y, por tanto, que enseñar pasa por dotar a los alumnos de estrategias (análisis del problema, selección de la estrategia de intervención, ejecución y evaluación) para abordar nuevos retos.

Enseñar es desarrollar la inteligencia de nuestros alumnos, entendida como lo hizo Jean Piaget como un “saber lo que hacer cuando no sabemos qué hacer“. O como dice Philippe Perrenoud (Cuando la escuela pretende preparar para la vida), por entender que “la formación que necesitamos es aquella que nos permita dar respuesta e intervenir de la manera más apropiada posible con respecto a los problemas y cuestiones que le va a deparar la vida en todos sus ámbitos de actuación”.

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Educar en la escuela (escolarizar) se ha vuelto un asunto de gran complejidad. Primero porque los alumnos hoy son más y mucho más diversos que los de hace unas décadas, lo que nos exige, entre otras cosas, una capacidad de atención a la diversidad (véase personalización de la enseñanza) para la que no estamos preparados. En las últimas cuatro décadas, hemos pasado de escolarizar poco a la mayoría y mucho a una minoría a escolarizar prácticamente a toda la población por un mínimo obligatorio de diez años y, en la práctica, por quince años o más a casi todos. Y ese aumento ha traído consigo una enorme de diversidad dentro de las aulas que hay que gestionar cada día. Atender a la diversidad es ser capaces de diversificar nuestras formas de enseñar (Álvaro Marchesi y Elena Martín. Calidad de la enseñanza en tiempos de crisis).

Es más complejo también porque se está produciendo un cambio de actitud ante el aprendizaje por parte de los alumnos (y las familias) provocado precisamente por los cambios tecnológicos, culturales y sociales que hemos indicado. Esta tensión entre los sujetos de los procesos de enseñanza-aprendizaje (alumnos y maestros) nos remite de nuevo a la necesidad de cambiar las formas de enseñar. Porque, como estamos diciendo, ya no basta con transmitir contenidos.  Como dice Julio Carabaña, “el aprendizaje no está limitado por la falta de información, sino por la capacidad de convertirla en conocimiento.”  La educación escolar debe garantizar el acceso al conocimiento y a la cultura compartida pero también, o sobre todo, capacitar a los futuros ciudadanos. Por tanto, la función del maestro ya no es exclusivamente transmitir saber. Es ayudar a sus alumnos a digerir ese saber. A ser más críticos y más reflexivos. “La meta del aprendizaje no es tanto proporcionar información como ayudar a las personas a adquirir los procesos, las formas de pensar, que les permitan digerirla, transformarla en verdadero conocimiento.” (Juan Ignacio Pozo. 2016) y, por tanto, que “no se trata de verter información en la cabeza de nuestros alumnos. Al contrario, aprender es un proceso activo. Construimos nuestro entendimiento del mundo mediante la exploración activa, la experimentación, la discusión y la reflexión” (Mitchel Resnick. Rethinking Learning in the Digital Age). Es capacitar a nuestros alumnos para “poder actuar eficazmente en una clase de situaciones concreta movilizando y combinando en tiempo real y de forma pertinente recursos intelectuales y emocionales” (Philippe Perrenoud). Enseñar es ayudar al alumno a aprender. Es ayudar a todos nuestros alumnos a desarrollar la capacidad de aprender a aprender.

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Por si fuera poco, los dos principales actores del acto educativo, alumnos y maestros, no están satisfechos ni con lo que se aprende, ni con cómo se aprende, ni con los resultados obtenidos, ni con la percepción social sobre su desempeño. Hasta el límite que es común oír hablar del malestar docente (José Manuel Esteve) y cada vez lo es más del malestar discente. Un malestar que se manifiesta entre otras cosas en una profunda desmotivación. Desmotivación en primer lugar de nuestros alumnos. Pero desmotivación también de los docentes.

Necesitamos motivar (mover) a los alumnos, dice el adagio popular. Y eso pasa por moverles hacia el aprendizaje. Pasa por ofrecerles un aprendizaje no solo significativo (desde lo que ya conocen) sino también, como dice Pozo, un aprendizaje con sentido, es decir, establecer unas metas definidas, valoradas y alcanzables. Motivar es, por tanto, hacer que nuestros alumnos se sientan capaces de alcanzar las metas. Exigir por encima de las capacidades es desmotivador. Pero exigir por debajo tampoco motiva. Hay que trabajar en lo que Vygotski denominó la “zona de desarrollo próximo”, es decir en la distancia que queda entre lo que uno puede hacer solo y lo que puede hacer con la ayuda de otros.

Pasa también por plantear tareas que promuevan la autonomía y la responsabilidad de los alumnos, cediéndoles el control sobre su aprendizaje. Y lo mismo ocurre con los docentes. Sólo desde el reconocimiento de la profesionalidad, el establecimiento de metas con sentido y la relación en un terreno de confianza y autonomía podemos avanzar hacia una recuperación de la motivación por parte de los docentes. Recordando, que sin motivación no hay aprendizaje pero sin aprendizaje tampoco hay motivación.

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Sin embargo, a pesar de que seguramente estemos todos de acuerdo en casi lo anterior, hoy la mayoría de los sistemas educativos están altamente burocratizados y más centrado en la eficiencia que en la equidad (no seguimos olvidando del todos). La mayoría se ha embarcado en una espiral de reformas que parecen alejarnos cada día más de la visión de la educación como un agente transformador de los individuos y de la sociedad.Tenemos modelos de enseñanza muy rígidos, excesivamente aislados del entorno y basados casi siempre en la transmisión de unos contenidos establecidos en unos curriculums muy definidos. Sistemas, por tanto, que no responden bien a la necesidades de la sociedad de hoy. Que siguen actuando, con excepciones, como si enseñar fuera suministrar materias primas por un extremo y recoger productos finales por el otro.

O al menos eso es parte de lo que revelan informes como PISA, cuyos datos evidencian que la enseñanza en muchos países sigue siendo muy transmisiva, que los alumnos saben pero no saben hacer. Que tienen conocimientos pero no saben utilizarlos. Porque “aprender a decir y a hacer son dos formas diferentes de conocer el mundo y, por tanto, no basta con tener conocimiento para saber usarlo, se requieren además estrategias, actitudes, adecuadas para afrontar nuevas tarea….Saber hacer, usar el conocimiento adquirido, requiere un entrenamiento específico basado de alguna forma en la solución de problemas, no en la mera acumulación de saberes.” (Juan Ignacio Pozo. Aprender en tiempos revueltos).

Lo que nos remite de nuevo a la necesidad del cambio pero de un cambio real en las prácticas. De un cambio hacia una cultura del aprendizaje basada mucho más en el diálogo y la cooperación que en la exposición.

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La pregunta entonces que permanece sin resolver es ¿por qué es tan difícil trasladar el cambio a las prácticas de aula? ¿Por qué, si aparentemente estamos de acuerdo, nos cuesta tanto producir cambios visibles y generalizados en nuestras aulas?

Los últimos 20 años han sido especialmente productivos en la investigación sobre cambio educativo. Sabemos que el cambio requiere que actuemos de manera simultánea sobre tres planos que podríamos llamar macro, meso y micro: cambios globales del Sistema, a nivel de políticas educativas; cambios de las culturas educativas en los centros educativos y, por último, cambios en las prácticas de aula.

Normalmente, hemos actuado casi exclusivamente, sólo sobre el primero de esos planos. Hemos tratado de cambiar los resultados del proceso de enseñanza-aprendizaje a base de reformas legislativas. Y lo que nos muestra la investigación y constata la experiencia, independientemente del país, es que hay “un acuerdo muy generalizado sobre el fracaso de las reformas escolares puestas en marcha por las administraciones educativas y sobre la dificultad de conseguir que las instituciones escolares hagan suyos proyectos de innovación o mejora educativas” y que “las prácticas escolares han permanecido invariables, no se ha modificado sustancialmente lo que pasa realmente en las aulas y el funcionamiento de las instituciones escolares no ha mejorado. Una cosa es la legalidad y otra la realidad. Los centros escolares no se cambian por decreto.” (Enrique Miranda Martín). Es decir, que la innovación educativa no se puede prescribir. O como dijo Michael Fullan: No se puede mandar lo que los centros tienen que hacer.

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Por el contrario, estos últimos 20 años de investigación apuntan a que “el cambio y la mejora real provienen menos de decisiones gubernamentales que de la imaginación, el compromiso y el esfuerzo continuado de los profesionales de la educación.” (Ferrán Ruiz Tarragó) y que “los países que han tenido mayor éxito educativo son aquellos que promovieron mayor flexibilidad e innovación en la enseñanza y el aprendizaje, aquellos que invirtieron mayor confianza en docentes altamente calificados y que valorizaron un currículum amplio y ‘aireado’, sin intentar dirigir absolutamente todo desde arriba” (Andy Hargreaves).

Que, sin negar la importancia de un marco legislativo compartido y facilitador, tienen más éxito los cambios que se inician en la propia escuela como respuesta a un problema como propio (García & Estebaranz). Es decir, que si los cambios quieren tener una incidencia real en la vida de los centros, han de generarse desde dentro para desarrollar su propia cultura innovadora, incidiendo en la estructura organizativa y profesional, con el fin de implicar al profesorado en un análisis reflexivo de lo que hace.

Además los cambios estructurales (que son los que normalmente se promueven desde las leyes) son poco eficientes a la hora de cambiar las prácticas del aula porque ignoran la fortaleza de las creencias profundas, las prácticas y las tradiciones que constituyen la cultura escolar.

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Porque ignoran la importancia de la gramática de la escolarización (David Tyack y Larry Cuban), es decir, los modos concretos de organización y formas de concebir el tiempo y el espacio escolar, y porque no tienen en cuenta las creencias de los docentes sobre la enseñanza y el aprendizaje.

Porque el cambio en las prácticas no es solo algo técnico. Es un cambio de mentalidad (expectativas, valores, metas, concepciones). “La docencia no es una acumulación de habilidades técnicas, un conjunto de procedimientos ni una serie de cosas que usted puede aprender. Si bien las habilidades y técnicas son importantes, la docencia es mucho más que eso. Su naturaleza compleja se suele reducir demasiado a menudo a una cuestión de habilidad y técnica, a cosas que se pueden envasar, dictar en cursos y aprender fácilmente. La docencia no es sólo cuestión de técnica. También es algo moral,” decían Michael Fullan y Andy Hargreaves enLa escuela que queremos.

Para modificar lo que se hace en las aulas hay que cambiar la mentalidad de alumnos y profesores y qué entienden por aprender y enseñar. “En lugar de estrategias burocráticas, verticales o racionales del cambio, la emergencia de dinámicas autónomas de cambio, que puedan devolver el protagonismo a los agentes y, por ello mismo, pudieran tener un mayor grado de permanencia” (Antonio Bolívar).

Es importante, por tanto, dar voz a las intenciones de los docentes; crear oportunidades para que los maestros enfrenten las suposiciones y creencias que fundamentan sus prácticas; mostrar disposición aescuchar y aprender lo que los maestros tienen que decir acerca del cambio; evitar crear una cultura de dependencia que subestime el conocimiento práctico de los docentes; evitar las modas en la forma de una implementación uniforme de nuevas estrategias educativas; facultar a los maestros y sus escuelas para recuperar una responsabilidad sustancial en la toma de decisiones importantes para el currículum así como para la enseñanza; crear una comunidad de docentes que discuta y desarrolle sus intenciones en conjunto, con tiempo, de modo de desarrollar un sentido común de misión en sus escuelas. (Fullan y Hargreaves).

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El cambio se producirá cuando actuemos sobre la cultura escolar. Poniendo medios para estimular y favorecer una cultura de colaboración y habilitando tiempos y espacios para trabajar juntos. “Para que un cambio sea efectivo es necesario, por lo menos, que la propuesta educativa sea adecuada para resolver un problema real, que los profesores estén de acuerdo con los cambios propuestos y que existan las condiciones materiales e institucionales para llevarlos a cabo” (Fullan & Hargreaves). Lo que nos remite de nuevo a la escala del centro educativo. Al centro educativo como el centro del cambio.

El cambio pasará por el desarrollo de un proyecto educativo propio del centro que sea el resultado de un proceso colaborativo y compartido por toda la comunidad educativa. Que responda a tres preguntas básicas: Por qué debemos mejorar, Qué debemos mejorar y Cómo hacerlo (Carlos Marcelo García; Araceli Estebaranz García). Que tenga en cuenta las culturas escolares existentes en el centro y desarrolle una cultura escolar propia y compartida. Que atienda a la cultura profesional de sus integrantes y sea sensible a las visiones de cada uno, para que desde un proceso de reflexión individual y colectivo, se pueda establecer una visión y unos objetivos comunes y compartidos. Construido desde el compromiso profesional. Con un liderazgo distribuido y con la innovación como actividad colaborativa. Capaz de verse a sí misma como una organización de aprendizaje. Y asumiendo que hace falta tiempo. Que la mejora escolar es un proceso lento y no lineal. Un proceso gradual y en espiral. (Paulino Murillo Estepa).

Terminanos, “el cambio vendrá desde las personas, con los alumnos como protagonistas de su propio aprendizaje, con los maestros y profesores como agentes del cambio, empoderándoles, con formación, con reconocimiento, con liderazgo, con renovación pedagógica y con cambios organizativos. Trabajando desde el aula y sobre todo desde los centros educativos. Desarrollando proyectos educativos. Trabajando en equipo. Desde la colaboración y cooperación entre centros y profesorado. Con actitud y asumiendo nuestra responsabilidad. Desde un compromiso social por la educación y un compromiso profesional con la educación.” (Enguita)

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Los retos son enormes pero también las oportunidades. El cambio necesario no nos vendrá dado desde arriba sino que será el resultado del impulso individual y colectivo de los profesionales de la educación y de las escuelas. El desafío nos reclama innovación, imaginación y compromiso social por la educación. No desaprovechemos el momento. Imaginemos la escuela que queremos. Hagámosla realidad. Construyamos entre todos la sociedad que queremos.

Este texto es una versión de la conferencia que he dado esta semana en el Simposio Otra Educación es posible, organizado por la Fundación Santillana en la Ciudad de México. Aprovecho para agradecer a todo el equipo de la Fundación y Santillana MX su amable acogida y felicitarles por la iniciativa.

Yves Klein en la habitación vacía. 1961

Yves Klein en la habitación vacía. 1961

 

Tiene también parte del seminario que di el día 22 de febrero en el IES Carpe Diem en Fuenlabrada(Madrid) en torno al cambio educativo en el marco del Seminario Aprendizaje Basado en proyectos que están impulsando el equipo docente del IES. Aprovecho tanbién para agradecer a Carlos Tribaldo, Daniel Albertos y Ana Moralespor su invitación.

Tanto el simposio como el seminario del IES Carpe Diem son buenos ejemplos del creciente interés de los profesionales de la educación por provocar el cambio y del compromiso social por la educación y el compromiso profesional con la educación que reclamaba Enguita.

Subiré las presentaciones en unos días a la cuenta deslideshare.

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En Perú: Reformulan Proyecto Educativo Local en la ciudad de Lamas

America del Sur/Peru/
Con la finalidad de reformular el Proyecto Educativo Local de la provincia de Lamas, en forma participativa y consensuada con todas las fuerzas vivas de la comunidad se ha programado talleres descentralizados al interior de la provincia.

Reuniones son programadas de manera conjunta entre el Consejo Participativo Local de Educación, Unidad de Gestión Educativa Local, Municipalidad Provincial, y ProDescentralizacion-USAID.

Con ello el Consejo Participativo Local de Educación COPALE cumple con una de sus funciones, siendo necesario contar con un instrumento de gestión.

Dichos talleres contarán con la participación de directores de las instituciones educativas, presidentes padres de familia, autoridades, jefes de sectores y organizaciones de base, brindando las condiciones básicas de los participantes en la revisión y actualización del proyecto.

En ese sentido se ha establecido la siguiente ruta: distrito de Tabalosos el 6 de abril, Cuñumbuqui 06 de abril, Zapatero, Shanao, San Roque de Cumbaza, Barranquita y Rumisapa e 07 de abril, Alonso de Alvarado Roque 10 de abril, Pongo del Caynarachi 11 de abril y Pinto Recodo 12 de abril del año en curso.

Fuente: http://www.diariovoces.com.pe/78445/reformulan-proyecto-educativo-local-ciudad-lamas

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Critican nuevo programa educativo de Japón por incluir entrenamiento de época de guerra

Japón/04 de abril de 2017/Fuente: spanish.xinhuanet.com

El ministerio de Educación de Japón aprobó recientemente una versión nueva de las directrices de educación que incluyen por primera vez el jukendo, o «forma de usar la bayoneta», en el programa de educación física para estudiantes de secundaria, lo que ha provocado condena de parte del público.

Las directrices, que se espera sean implementadas en el año fiscal 2021 en las escuelas secundarias, sugieren que las escuelas deben ofrecer a los estudiantes lecciones de artes marciales como judo, kendo y jukendo para dar a los estudiantes mejor acceso a la llamada cultura japonesa tradicional.

Sin embargo, los críticas señalan que es inapropiado enseñar a los estudiante jukendo en las escuelas, pues el jukendo es, en esencia, «un arte para matar» en el que los practicantes usan bayonetas de madera contra sus oponentes, con el objetivo de dañar partes vitales del cuerpo como pecho y garganta.

También han surgido preocupaciones de que como la lucha con bayoneta fue un aspecto en el que se entrenó al Ejército Imperial Japonés antes y durante la Segunda Guerra Mundial, llevar la lucha a las escuelas podría reactivar la nostalgia por el militarismo en Japón.

«La lucha con bayoneta no es un deporte bien reconocido como el judo o el sumo. No es adecuado para nuestra época y es aterrador», dijo Ryuichi Yoneyama, gobernador de Niigata, centro de Japón, en un mensaje vía Twitter.

Yoneyama agregó que como el jukendo necesita equipo especial y no es adecuado para la educación obligatoria, la adopción de la práctica en el programa de educación, impulsado por algunos legisladores del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), sólo podría «recordar a la gente la nostalgia por el militarismo pasado de Japón».

Las directrices en el currículo son una práctica estándar del Ministerio de Educación de Japón para especificar los temas que se impartirán en las escuelas primarias, secundarias y preparatorias en Japón. El estándar, aunque no es una ley, hasta cierto punto es obligatorio legalmente.

El jukendo no estaba incluido en el proyecto de las directrices publicado en febrero por el Ministerio de Educación para solicitar opiniones de la gente. La práctica fue agregada después a petición de la Federación de Jukendo de Japón y de Masahisa Sato, un legislador del gobernante PLD, entre otros.

Las directrices también provocaron una gran controversia por pedir que en las escuelas primarias y secundarias se enseñe en las clases que las Islas Diaoyu de China y un grupo de islas disputadas actualmente bajo el control de la República de Corea, son territorio «inherente» de Japón.

China ha enfatizado que las Islas Diaoyu y sus islotes adyacentes son territorio chino inherente y China tiene la determinación y voluntad firmes de salvaguardar su soberanía territorial.

«No importa lo que haga o diga, la parte japonesa no puede cambiar el hecho de que las Islas Diaoyu pertenecen a China», dijo la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying, en conferencia de prensa.

China pide a la parte japonesa que respete la historia y los hechos, enseñe a las nuevas generaciones visiones históricas correctas, y deje de causar problema en los temas relevantes, dijo Hua.

Las directrices del programa para las escuelas primarias, secundarias y preparatorias son revisadas cada 10 años en Japón.

Las nuevas directrices serán aplicadas plenamente en las escuelas primarias y secundarias a partir de los años fiscales 2020 y 2021, respectivamente.

Fuente de la Noticia:

http://spanish.xinhuanet.com/2017-04/03/c_136180629.htm

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Retos del Nuevo Modelo Educativo

Oscar Hugo Faustino Zacarías[1]

El Nuevo Modelo Educativo (NME), presentado en un acto simbólico con los principales actores del sector educativo, dejó muchas dudas y cuestionamientos en torno a dos principales temas: 1) sobre los cambios realizados a la primera propuesta que se sometió a discusión mediante foros y consultas; Y 2) sobre el impacto real que tendrá el NME en la resolución del problema público en materia educativa que se debe resolver: la baja calidad de la educación en México.

Sobre el primer punto, ya se empezaron a publicar las críticas y señalamientos sobre los “cambios” del NME; entre ellos destacan artículos de opinión de académicos como Pedro Flores-Crespo o Manuel Gil Antón; haciendo énfasis en  los cambios de corte incrementalista que presenta el NME y la preponderancia del intento de los actores institucionales por legitimar la propuesta educativa a implementar.

Sobre el segundo punto se ahonda en este artículo. Si se recuerda el contexto de la discusión y promulgación de la reforma educativa entre finales del 2012 y principios de 2013, la principal crítica hacia dicha reforma versaba en la preponderancia de la regulación laboral (ingreso, promoción y permanencia en el servicio docente); la importancia de la recuperación de la rectoría de la educación por parte del Estado; la búsqueda de romper con los vicios político sindicales heredados (como la venta y herencia de plazas); entre otras prioridades que no mostraban la cuestión pedagógica, la cuestión netamente educativa. Dichas prioridades de la reforma, la encasillaron en una trasformación de corte laboral y política, más que de índole educativa. Mientras algunos veían en la reforma una carencia del factor educativo; otros trataban de  inferir que los cambios propuestos eran necesarios para adecuar el contexto sinuoso del Sistema Educativo Mexicano (SEM). Con esa adecuación, se presuponía que se lograría de mejor manera y con mayor eficacia el proceso de implementación de las políticas y programas educativos; con la debida aclaración de que una vez alcanzado el mejor escenario posible, se echarían a andar los cambios a nivel pedagógico, sin complicaciones que implicaran un veto por parte de actores involucrados como los docentes y directivos. Ello explicaría por qué primero se fueron por lo político-jurídico-laboral y después por el modelo educativo.

Tres años después de la reforma educativa, con un contexto poco adecuado, caracterizado por: evaluaciones de ingreso, promoción y permanencia ya realizadas, pero con críticas a los procesos y a los instrumentos de evaluación utilizados; con evaluaciones detenidas en Oaxaca, Guerrero y Chiapas; con una evidente falta de coordinación entre las autoridades educativas encargadas; surge en julio de 2016 el nuevo corazón de la reforma educativa, ahora no sería la evaluación, sino la propuesta de un NME que sería sometido a discusión en foros y espacios de participación. En esa coyuntura, se revisó la propuesta y se concluía que era una conjunción de las ideas y propuestas desarticuladas que ya se trabajaban desde las aulas. Por ello, las críticas se enfocaban en afirmar que el NME no tenía nada de nuevo.

El modelo educativo presentado el 14 de marzo de 2017 tampoco dista mucho de lo que ya se ha mostrado anteriormente. El NME es una forma sistematizada de presentar lo que la reforma educativa implica: profesionalización docente; escuela al centro; equidad e inclusión; planteamiento curricular; y una nueva gobernanza en el sistema educativo.

Lo que llamaría la atención es que uno de los documentos lo llaman: “Ruta para la implementación del modelo educativo”. En la teoría de política pública hay una concepción que entiende a la política pública como un proceso segmentado por etapas. Dichas fases son: definición del problema, agenda, formulación, implementación y evaluación. En ese sentido teórico, “la ruta para la implementación del modelo educativo” sería como una especie de diseño de la implementación; una cuestión un tanto prescriptiva de lo que se tiene que hacer  y cómo se tiene que hacer. No obstante, y por obvias razones, no incluyen las estrategias para superar los problemas reales de implementación; aquellos retos que han detenido no sólo la reforma educativa actual y sus estrategias, sino la mayoría de líneas de acción que han surgido desde la iniciativa gubernamental en materia educativa, y que han derivado en abonar a la inequidad y falta de calidad en la educación. Estos retos de implementación del NME se resumen a tres puntos:

  • ¿Cómo superar la negativa de docentes a implementar toda iniciativa que deriva de la reforma educativa en los estados disidentes?
  • En donde el contexto es medianamente adecuado, ¿Cómo lograr que los docentes se apropien e implementen el NME en las aulas? Eso implica romper con las inercias y costumbres ya establecidas en el SEM.
  • ¿Cómo lograr que los padres de familia cooperen y refuercen, desde el hogar, lo que el docente enseña en las aulas?

La respuesta a estas preguntas bien podría limitarse a: “se debe cumplir con la ley”, “acatar la norma”, “respetar el mandato constitucional”. Sin embargo, está claro que no fue suficiente elevar a rango de ley las disposiciones en materia educativa para lograr el cumplimiento; por lo que habría legalidad, pero no legitimidad. Por ello, las problemáticas persisten, aún más en estados donde la disidencia sindical es fuerte. Por tal motivo la respuesta a los cuestionamientos anteriormente planteados, no se pueden limitar al acatamiento de la norma, pues no se está logrando.

Las características del contexto y la necesidad de acciones inmediatas que resuelvan la problemática educativa, exigen una estrategia que no parta de imposiciones legales (reforma educativa), ni que todo dependa de la negociación política (gobierno-SNTE-CNTE), ya que la posición de los actores institucionales no le permite obtener resultados favorables. Las estrategias se han dejado en manos de un simple voluntarismo más que un liderazgo del cambio.

Lo anterior implica que no hay un contexto adecuado para implementar el NME. En el mejor de los casos, dicho modelo será implementado sólo en los estados y escuelas donde se permita, donde haya condiciones y aceptación por los docentes. Pero es ahí donde surge la preocupación. Se supone que a partir de la reforma, el Estado garantizaría una equidad de la educación, pero si el NME sólo se implementa en las escuelas y estados que si adoptan la iniciativa, las mejoras serán inequitativas; ensanchando la brecha de la inequidad de la educación, ya que “casualmente” aquellos estados donde la disidencia no permite la implementación de las iniciativas gubernamentales como en Oaxaca, Guerrero y Chiapas, también son los lugares donde el índice de rezago educativo es más alto.

El escenario anteriormente descrito lleva a plantear un cuestionamiento: a la par de la implementación del NME ¿qué decisiones, acciones o estrategias instrumentarán las autoridades educativas para lograr el cometido de alcanzar la calidad de la educación? Dichas acciones o decisiones tendrían que ir dirigidas a la consolidación de la recuperación de la rectoría de la educación por parte del Estado en donde la disidencia aún es parte del cogobierno de la educación. Lo anterior es plenamente justificable en aras de lograr una educación de calidad con equidad.

[1] Maestro en política pública por la UAM Xochimilco y Especialista en Política y Gestión Educativa por FLACSO Mx.

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México: Docente cuestiona a Nuño sobre reforma educativa

México/03 de Abril de 2017/hoyestado.com

Docente cuestiona a Nuño sobre reforma educativa.

Durante un seminario sobre la desigualdad educativa en el Colegio de México una docente y madre de familia exigió al Secretario de Educación, Aurelio Nuño, que se sometiera a una evaluación y dependiendo el resultado será su sueldo.

La mujer reclamó al titular de la SEP que formulan reformas educativas en las cuales no toma en cuenta a los maestros.

El Secretario de Educación Pública salió por todas las redes porque dijo ‘ler’ ¿cómo es posible que el Secretario de Educación Pública se atreva a hablar de desigualdad educativa, hablando así?” dijo la maestra.

¿Usted tuvo el mérito para ser Secretario de Educación Pública? ¿Quién los evalúa a ustedes?”, agregó.

Ante las exigencias y reclamaciones de la fémina el funcionario no contestó.

Momentos antes, el titular señalaba que el sistema educativo lejos de romper las desigualdades las perturbaba.

En las últimas décadas eso es lo que ha sucedido en el sistema educativo, ha ayudado a mantener la desigualdad”

Los presentes aplaudieron el atrevimiento de la madre de familia.

Fuente: http://www.hoyestado.com/2017/03/docente-cuestiona-a-nuno-sobre-reforma-educativa/

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