La perpetración social más dañina está en la educación, en especial, en materia religiosa, sexual e ideologías de imposición.
Nuestro sistema político y social es un sistema garantista. Una forma de hacer entrar al ciudadano por el ojo de la aguja de la masa uniformada al grito de igualdad, sacrificando la libertad personal de elegir, para bien o para mal, lo que es bueno o malo para nosotros mismos.
Hemos visto la forma en que determinados gobiernos nos convencen a golpe de multas a no fumar en ciertos espacios, a poner en duda alguna alimentación, a vigilar las carreteras para no correr, etc… por nuestro bien, «Por su seguridad» se apresuran a rubricar con ese eslogan filántropo, como si el Estado fuese una madre buena, y la verdad es que es un padrastro tirano, porque no lo hace por nada, lo hace sobre todo por él mismo, porque de cada obligación o de cada prohibición conlleva un palo económico.
La perpetración social más dañina está en la educación de nuestros hijos, aquellos que dependen al 100% de nuestros condicionantes de vida y cuya responsabilidad civil también nos atañe en la misma proporción. Sin embargo, los políticos, legisladores y jueces consideran que no estamos preparados para decidir qué es lo mejor para nuestros hijos en materia de estudios. No hablo de las materias directas donde se aplican los conocimientos básicos que nos ayudarán a ser más eficaces el día de mañana, si no en aquello que llaman transversal como es materia religiosa, sexual e ideologías de imposición, que en la mayoría de las ocasiones chocan con las preferencias de los padres.
No cuentan con los padres a la hora de legislar sobre el sistema idóneo de cursar la educación escolar
Los padres hemos sido una y otra vez usurpados de nuestro primer derecho: educar en libertad a nuestros hijos según nuestro credo o condición sociopolítica. En cuarenta y tantos años de democracia, seguimos sin un pacto de estado por la enseñanza y los padres que consideramos que la educación diferenciada es la mejor para nuestros hijos, seguimos siendo amenazados con cerrar los centros escolares que nos dan ese servicio; unos y otros siguen exigiendo la clausura del famoso concordato que nos asegura la enseñanza de la religión católica; no podemos oponernos a que cualquiera que llegue del que no conocemos ni su nombre, enseñe a nuestros hijos sexualidad a su modo y manera; siguen enfrentando políticos y sindicatos a la enseñanza pública, la concertada y la privada; continúan sin contar con los padres a la hora de legislar sobre el sistema idóneo de cursar la educación escolar, deciden sobre ello políticos, plataformas y sindicatos, dejando de lado a los que más saben: los profesores, y a los que debemos decidir, los padres.
¿Hasta cuándo debemos ser una parte pasiva del sistema? ¿Quién protege los intereses de la educación de nuestros hijos? ¿Por qué tanta reticencia alcheque escolar? ¿Por qué tanto odio a que los padres elijan en libertad? ¿Por qué se niegan los políticos a que nuestros hijos puedan estudiar en casa sin asistir a centro educativo? Quizá la respuesta esté en el poder de la globalización universal, la masificación del individuo…
Elegir colegio, educar en libertad (Sekotia) Pablo Sagarra. Este libro se publicó hace un par de años, pero su vigencia sigue inmaculada. Un ensayo breve pero contundente sobre los derechos que les tratan de robar a los padres respecto a sus hijos. También hace un repaso de los modos de cursar la enseñanza obligatoria y de los que podrían implantarse, y que se echan en falta en muchas ocasiones. Un libro ideal para abrir boca al principio de un curso escolar que promete sorpresas…
La religión en el espacio publico (Digital Reasons) Rafael Palomino. Y si de espacio público hablamos precisamente la escuela, tanto la pública como la privada, me da igual… es el espacio público más caliente. Y es ahí donde podemos ejercer nuestros derechos que los presuntos laicistas pretenden usurar porque sí. ¿Tenemos derecho los padres cristianos a que las cruces sigan en las aulas? ¿Puede haber en el patio una imagen de la Virgen aunque el no creyente se sienta incómodo? ¿Se puede tener capilla y usarla a diario sin que un padre exija lo contrario porque dice que le imponen determinadas manifestaciones religiosas? Pues si tienes dudas como estas u otras, hazte con un ejemplar de estos y que no te engañen.
La tarima vacía (Alegoría) Javier Orrico. El autor, que no es la primera obra que escribe, lleva al terreno de la observación del lector sobre por qué y cómo han conseguido que la educación pública haya sido destruida desde lo que fue al principio, es decir, un espacio para todos donde las clases populares, rurales y más alejadas de la urbe recibían una instrucción académica, valiosa y sacrificada. En su opinión las leyes de los últimos treinta años han destruido el significado de la enseñanza popular. Interesantísimo ensayo.
«TIENEN QUE VALORAR LA HISTORIA DE CADA PUEBLO PARA PODER MEJORAR LA RELIGIÓN»
«El desafío es tener una persona que pueda alentar al pueblo a valorar lo que es de suyo y conocer lo que es del otro»
«Dice la religión que usted es castigado si usted no vive bien, el indígena también es castigado si no respeta la naturaleza»
El Papa Francisco, dentro del proceso del Sínodo para la Amazonía, insiste en la necesidad de escuchar a los pueblos, de estar dispuestos a aprender con aquellos que viven el local y que consiguen vivir en armonía con la realidad que les rodea. Miguel Castro Piloto pertenece al pueblo baniwa, que vive en la región noroccidental de Brasil, en los márgenes de los ríos Içana y Ayarí, municipio de São Gabriel da Cachoeira, frontera con Colombia. Él es profesor en la comunidad de Asunção do Içana desde hace 35 años.
En esta entrevista el profesor habla sobre la importancia de la educación indígena diferenciada, las dificultades que encuentran para que los más jóvenes den valor a su propia cultura baniwa y cómo debería ser la relación entre la Iglesia católica y los pueblos indígenas.
Junto con eso, Miguel Piloto muestra sus impresiones sobre el Sínodo para la Amazonía, la relación de los pueblos indígenas con la Madre Naturaleza y la importancia de la comunidad en la vida del día a día de los pueblos indígenas amazónicos.
¿Cuáles son las dificultades en la educación para el pueblo baniwa?
En el inicio de nuestra lucha, en la década de los ochenta, la educación estaba orientada hacia la cultura de los blancos. La religión y la cultura del pueblo casi estaban extinguidas, por motivo de los colonizadores que vinieron, de los misioneros, que todo el mundo sabe de esa historia. Entonces se hizo difícil para nosotros revivir de nuevo nuestra cultura, nuestras creencias, nuestra lengua, principalmente en esta región.
Después de que optamos por la educación escolar indígena diferenciada, nosotros entendimos, yo mismo participé de varios encuentros, en Brasil, aquí en la Amazonia, y ahí aprendí que cada pueblo tiene su religión, su propia cultura y también a valorar la cultura y la creencia de los demás pueblos, incluso de los blancos. Valorar las cosas buenas que los demás tienen, que el mundo tiene.
Usted tiene contacto con los jóvenes, con los niños. ¿Valoran la cultura de los antepasados, la cultura baniwa?
La mayor dificultad, el gran desafío para nosotros es ese. Nuestro pueblo hoy no está queriendo valorar la cultura, asumiendo que lo que era de los antepasados, también es suyo. La educación que viene de fuera dice que la cultura de los pueblos indígenas no sirve. Hoy la gran dificultad es hacer que nuestro pueblo entienda, incluso nuestros hijos.
Cuando digo algo a mi hijo, él me dice que eso es del pasado. No es del pasado, eso es nuestro, son nuestras creencias, tiene que valorarlas, no matar la naturaleza que tenemos, esa es nuestra religión. Nosotros somos el pueblo baniwa, nosotros tenemos nuestra cultura. Igual que el pueblo hebreo era el Pueblo de Dios, nosotros, pueblo baniwa, también somos Pueblo de Dios.
En la comunidad, ahora tienen un sacerdote baniwa, que creció aquí y conoce las tradiciones del pueblo. ¿Esto puede ayudar a que la tradición católica y la espiritualidad indígena puedan caminar juntos, de la mano?
Yo ya participé en la diócesis de encuentros sobre catequesis inculturada, es muy bueno. En nuestra región hay muchos más protestantes, y de ese tipo de encuentros, nuestros hermanos protestantes deberían participar también, para ver lo que estamos discutiendo, tienen que participar. Hoy nuestros sacerdotes ya lo entendieron, pero nuestros hermanos protestantes continúan diciendo que la cultura de los pueblos indígenas, la tradición de los pueblos indígenas no es buena. ¿Pero por qué? Van a formar a los indígenas para luchar contra sus propios parientes.
Los sacerdotes son diferentes, los sacerdotes hoy entienden la cultura, valoran la cultura, participan con nosotros en las danzas. Pero falta la parte de nuestros pastores, que tendrían que entender esas cosas también.
Estamos dentro del proceso del Sínodo para la Amazonia, que tiene como tema, nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. ¿Qué es lo que la Iglesia debería hacer hoy para acompañar a los pueblos de la Amazonia, sobre todo a los pueblos indígenas? ¿Que está faltando?
Los sacerdotes tienen que conocer mejor las culturas indígenas, la historia de los pueblos indígenas. Debería haber también alguno de nuestros sabios, que conocen bien la cultura, junto con el obispo, para organizar los encuentros, para que podamos caminar juntos. Cada pueblo tiene su religión, su creencia, su historia. La historia del pueblo baniwa, si hay alguien que sabe interpretar la Biblia bien, esa es nuestra historia. En ese sentido, los sacerdotes tienen que conocer, valorar la historia de cada pueblo para poder mejorar la religión.
En lo referente al cuidado de la Madre Naturaleza, ¿qué es lo que la Iglesia católica debería aprender de los pueblos indígenas?
Para los pueblos indígenas, en primer lugar está la naturaleza, Dios es la Naturaleza, siendo que el Creador es el principal, porque la vida, la salud, toda está en la naturaleza, el pueblo indígena agradece a la naturaleza, de donde viene el alimento, la enfermedad también, y la salud. Es Dios, la vida verdadera, por eso los pueblos indígenas valoran la naturaleza, cuidan la naturaleza. Si usted va a desobedecer algo, usted se enferma, todo viene de la naturaleza, pues es la Madre Tierra que castiga. Dice la religión que usted es castigado si usted no vive bien, el indígena también es castigado si no respeta la naturaleza.
Uno de los desafíos para la Iglesia católica en la Amazonia es hacerse presente en las comunidades más distantes, hay un alto costo para llegar allí. La Iglesia, a través del Sínodo para la Amazonia, está pensando en nuevos ministerios para las comunidades, que las personas laicas puedan tener una voz en la comunidad y ellos puedan ser reconocidos como la voz de la Iglesia. ¿Cómo usted ve esto, es una posibilidad para las comunidades, sería algo que podría funcionar?
Yo soy una de las personas que andan en las comunidades. En nuestro Río Içana es donde hay más protestante, ellos me invitan a participar de sus encuentros, de sus conferencias, y es la oportunidad para hablar de lo que tenemos, y les gusta. El desafío mayor es tener una persona formada, que conozca bien la historia, que pueda alentar al pueblo a valorar lo que es de suyo y conocer lo que es del otro.
La presencia del laico es muy importante, yo soy ministro, cuando estamos sin sacerdote, hago la celebración, en nuestra propia lengua, y a la gente le gusta. Hoy en día podemos decir que el mundo es moderno, la religión es moderna, la salud es moderna, la educación es moderna, entonces tenemos que acompañar ese mundo, necesitamos de alguien que conozca, tanto de parte de los blancos como del pueblo indígena.
En la cultura de los blancos, el individualismo se apoderó de la vida del pueblo, cada uno se preocupa por sí mismo. En la tradición indígena, el valor de la comunidad, del compartir, de la preocupación con el otro, siempre ha sido muy fuerte. La Iglesia en los primeros siglos dio un valor muy grande a las pequeñas comunidades, a los pequeños grupos que se reunían, celebraban juntos, y también compartían la vida, como aparece en el libro de los Hechos de los Apóstoles. ¿Cómo las comunidades indígenas hoy, pueden ayudar a la Iglesia católica a recuperar esa visión comunitaria, a crear comunidades donde nadie pasa hambre, como sucede en las comunidades indígenas, que viven el compartir?
En nuestra cultura tenemos rituales para ayudar a los otros, como el «dabucuri», que significa compartir con otra persona. Antiguamente estaba prohibido hacer eso, pero hoy lo hacemos, en las fiestas, de una manera simple. Estas cosas que son buenas, la Iglesia tiene que participar de ellas, y para ello la Iglesia, los sacerdotes, también tienen que estar allí en medio de la gente. Eso está faltando entre nosotros, pues ya hubo un tiempo en que en las fiestas la gente que venía de fuera, de las comunidades, sabía que iba a compartir. Esto sucedía en la fiesta de Pascua, en Navidad, en la las fiestas patronales.
La gente llegaba y entregaba las cosas al capitán general de la comunidad y él distribuía. En la actualidad, el pueblo ha sido mal acostumbrado, por la FOIRN (Federación de las Organizaciones Indígenas del Río Negro), por la FUNAI (Fundación Nacional del Indio). Vamos a hacer una asamblea aquí, todo el mundo viene para acá, nos dan todo y después todavía dan gasolina. Tenemos que concientizar a nuestro pueblo que no es por ahí, claro que se puede contribuir un poquito, pero tenemos que concienciar. Nosotros tenemos nuestros eventos, donde participa la gente de todas las comunidades, católicos y protestantes, y que tienen que ser hechos para valorar la cultura, concienciar mejor a partir de la Palabra de Dios.
Haití es conocido mundialmente por ser el país con los índices de desigualdad más altos de América Latina y el Caribe; también ha sido tema de conversación los últimos días debido a las publicaciones en prensa internacional y a las reacciones en redes sociales producto de las fuertes manifestaciones que vienen desarrollándose desde el pasado jueves en la capital y en distintas zonas del país.
Si nos proponemos por dos minutos tejer algo de memoria sobre este lugar, que parece ajeno para muchos en el mundo, podemos mencionar que fue la primera y única nación de esclavos negros que logró liberarse; que el kreyol o criollo haitiano (lengua materna y herencia de la revolución) es uno de sus idiomas oficiales además del francés, y aproximadamente un 99% de la población lo conoce y/o habla.
También podemos decir, que históricamente su lectura de la religión, de la espiritualidad, del arte, de la música y de la cultura han sido señaladas, estigmatizadas y juzgadas debido a que configuran una cosmovisión del mundo distinta a las convencionales y/o a las occidentales, por involucrar y reconocer el medio ambiente, la música, los tambores y los orígenes en la ancestralidad africana.
Un poco de contexto necesario
El 7 de febrero de 1986, Jean Claude Duvalier dictador haitiano conocido como «Baby Doc» fue derrocado por una revuelta popular dando fin a su atroz dictadura, a las constantes violaciones de derechos humanos y a los numerosos casos de corrupción que se vivieron durante su mandato. Paradójicamente, en esta misma fecha en 2017, Jovenel Moise, se posicionó como presidente de Haití.
Dos años más tarde, es decir el pasado jueves 7 de febrero, iniciaron las fuertes manifestaciones en Puerto Príncipe y en distintas zonas del país reclamando la renuncia del mandatario, luego de que el Tribunal Superior de Cuentas emitiera un informe de auditoría que evidencia una infinidad de irregularidades, la terrible gestión de recursos y las posibles desviaciones de fondos prestados por Venezuela en 2008 para ayudar y potenciar el desarrollo económico y social de Haití con el programa de PetroCaribe.
El informe revela además la participación en este grave escándalo de corrupción de 15 exministros y altos funcionarios del gobierno, entre ellos el actual presidente Jovenel Moise, quien apareció como responsable de una empresa que se benefició de dichos fondos para la construcción de una carretera, por medio de un proyecto en el que no se encontraron contratos o procesos legales oficiales, y quien además siempre había defendido su inocencia en declaraciones pasadas cuando se referían a este caso.
Es importante señalar, que esta situación sale a la luz pública en un momento de tensión, ya que el pasado 5 de febrero, el Gobierno declaró el país en urgencia económica, lo que se ha visto traducido en la devaluación de la moneda local frente al dólar de manera exponencial las últimas semanas, una inflación cercana al 15% acumulada en 2 años, la escasez de combustible en el país que también resulta en una de crisis de electricidad y en general la imposibilidad de garantizar el acceso a alimentos básicos para suplir una canasta familiar.
7 días de fuertes manifestaciones
Hoy las calles amanecen con un ambiente de incertidumbre en el séptimo día de manifestaciones convocadas por la oposición y diferentes sectores sociales reclamando la renuncia inmediata de Jovenel y el gobierno aún permanece en silencio; el único pronunciamiento lo hizo el secretario de gobierno Eddy Jackson Alexis el lunes 11 de febrero a través de un comunicado de prensa, en el cual rechaza la violencia y llama al diálogo entre la oposición y el gabinete del actual mandatario. La comunidad internacional y el sector económico nacional también emitieron un comunicado a través del Core Group llamando al diálogo entre ambas partes, no obstante, las protestas continúan en Puerto Príncipe y en el resto del país.
La situación es de tal urgencia que el día de ayer al menos 78 prisioneros de la cárcel civil en la comunidad de Aquin, escaparon en medio de las manifestaciones; la embajada estadounidense recomendó a mujeres, niños y personas no esenciales abandonar el país, y se percibe un ambiente de tensión e incertidumbre por una posible crisis migratoria.
Ahora veamos en qué lugar tiene los ojos el mundo, veamos en donde centra su dolor selectivo, pues en este país, el Estado además de estar absolutamente ausente, también es represor y violento con los manifestantes: desde que iniciaron las protestas el número de muertos supera los 16 y hasta el día de hoy, según reportes no oficiales, la cantidad de heridos es desconocida (el reporte oficial de la PNH es de 4 muertos).
Veamos si su nivel de indignación permanece intacto cuando muchos de los muertos han sido consecuencia de la violencia policial y la imposibilidad del Estado por responder a las demandas de los manifestantes; o porque el acceso a salud y a educación es limitado y casi nulo; o en general, por las condiciones de vida en las que viven la mayoría de los haitianos que no suplen muchas de sus necesidades básicas.
En Haití no hay petróleo, y Estados Unidos ya vino «a salvarlo», o mejor a intervenirlo (siempre luego de algún momento de desestabilidad política o algún fenómeno natural como el terremoto de 2010 o el Huracán Jeann en 2004), a través de la «donación» de casi 60 mil sacos de semillas híbridas de maíz y otros vegetales provenientes de MONSANTO, alterando la agricultura local y afectando la semilla nativa, porque nunca se explicaron los efectos futuros sobre el suelo y las posibles consecuencias de su uso en el medio ambiente y en la salud de las personas.
Organismos como la ONU ya se han pronunciado y la comunidad internacional también, de hecho, su presencia en el territorio haitiano ya tiene varios años; sin embargo, es de vital importancia señalar que la descomunal ayuda humanitaria y los mecanismos de control eran y/o siguen siendo el motor del fenómeno de corrupción que agobia este país. Un ejemplo de ello fue el despliegue militar que hubo con los llamados cascos azules que vinieron a «impartir orden y a traer la paz a las calles haitianas» en 2004 a través de la llamada Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), no obstante, olvidaron mencionar que fueron dichos cuerpos de seguridad quienes también trajeron el cólera, violaron y dejaron a muchas mujeres haitianas en embarazo antes de retornar a sus países, entre otras graves vulneraciones a los derechos humanos.
El daño que le ha hecho la «ayuda humanitaria» a Haití, la sobre intervención de organizaciones no gubernamentales, los altos montos de dinero que le pagan a extranjeros en las organizaciones de «expertos» cuando en la realidad ni siquiera se les exige hablar criollo haitiano o hacer contacto con la gente en la cotidianidad, o con la cultura local. El complejo modelo de Estado, la centralización del poder en Puerto Príncipe y a su vez la gobernabilidad desdibujada ha resultado en la opción de desarrollo del país a manos de organismos internacionales sin una adecuada regulación por el Estado haitiano.
Lo anterior, es sólo una opinión que me permito construir luego de vivir dos años en este país, y trabajar con comunidades; es un llamado a analizar y a reflexionar cómo EEUU salva los países, con qué criterios, con qué objetivos, y sobre todo a repensar hacia dónde están nuestras preocupaciones, nuestra indignación, nuestro dolor y también nuestra indiferencia.
América del Norte/Canadá/24 Enero 2019/Fuente: El país
En 2001, una reforma en Quebec hizo que la educación sexual dejara de ser obligatoria en las escuelas de esta provincia canadiense. Desde el pasado mes de septiembre, el programa en este tema ha vuelto a impartirse en todos los centros de Preescolar, Primaria y Secundaria. Jean-François Roberge, ministro de Educación de Quebec, ha subrayado en distintos momentos que el programa incluye aprendizajes esenciales para los menores y es el producto de dos años de trabajo por parte de numerosos expertos. Sin embargo, algunos contenidos han generado críticas, pese a que Roberge ha insistido en que cerca del 85% de los padres de familia apoya el plan.
Una petición on line, que circuló el año pasado y que obtuvo 414 firmas, solicitaba al Ministerio de Educación que tomara nota del malestar de varios padres de familia que consideran que algunos temas no son apropiados para ciertas edades y que creen que las autoridades imponen una visión que ignora los valores religiosos y las tradiciones culturales. A principios de enero, un médico y un sacerdote publicaron una guía para estos padres afligidos.
El documento está a la venta en Amazon Canadá, tanto en formato impreso como electrónico. Raouf Ayas, un reconocido cardiólogo, y Robert Gendreau, director del servicio de pastoral litúrgica del Arzobispado de Montreal, escribieron al alimón Reflexiones para fomentar el diálogo entre padres e hijos sobre el programa de educación sexual del Ministerio de Educación de Quebec. La obra, enfocada en niños de 5 a 8 años, no ha pasado desapercibida en la provincia francohablante. “El Gobierno impone contenidos sobre la sexualidad a edad muy temprana, además de que contraviene los valores católicos”, expresan los autores en el prefacio.
El programa de educación sexual en Quebec estipula que entre cinco y ocho años (edades donde se han dado las mayores protestas por parte de los padres inconformes), los niños recibirán información en diversos temas. Por ejemplo, aborda las partes del cuerpo, la noción de respeto y consentimiento, el embarazo y el parto y, de igual forma, los distintos modelos de familia (heterosexual, monoparental, parejas del mismo sexo, adopciones). El documento escrito por Raouf Ayas y Robert Gendreau incluye los temas del programa oficial, pero está acompañado de una serie de reflexiones para, según los autores, adecuarlo a los valores cristianos.
No obstante, Ayas y Gendreau manifiestan su oposición al programa del Ministerio de Educación e, incluso, animan a los padres de familia en la guía a “no forzar el pudor natural de los hijos” y a posponer las discusiones sobre el tema. “El niño a esas edades está en un periodo de inocencia. Inundándolo con información sobre la sexualidad que no necesita difícilmente hará que los resultados deseados se alcancen”, manifestó Ayas en entrevista con la cadena TVA.
Ayas y Gendreau proponen también que los padres preocupados por el programa de educación sexual soliciten a los profesores un permiso para que ellos mismos enseñen estos contenidos a sus hijos en casa y no en el aula, con apoyo de la guía. “Es posible una exención, pero bajo criterios muy específicos. Por ejemplo, si un niño fue víctima de abusos sexuales. No es posible lo que sugieren los autores”, precisa a EL PAÍS Bryan Saint-Louis, portavoz del Ministerio de Educación de Quebec. Saint-Louis comenta que aún no es posible conocer el número de solicitudes hechas sobre esta práctica. Cabe señalar que el Arzobispado de Montreal publicó en un comunicado que no respalda la guía, al calificarla como una iniciativa personal de Gendreau y Ayas.
La obra de Raouf Ayas y Robert Gendreau aparece como una de las más vendidas dentro de su categoría en Amazon Canadá. Algunos padres de familia que la adquirieron han manifestado en redes sociales que su contenido es útil y razonable. “Los niños de Quebec aún no pertenecen al Estado; los padres siguen siendo sus responsables en 2019 y deben tener la libertad de enseñarles de acuerdo con sus valores y creencias”, escribió una persona en la página de venta del documento. La guía cuesta 10 dólares canadienses (unos 6,50 euros).
Cendrine Caron vive en el este de Montreal, tiene 39 años y es madre de un niño de 8. Comenta a este diario: “Los contenidos del programa de educación sexual me parecen apropiados para la edad de mi hijo. Es muy importante que se hable de estos temas, ya que obedecen a asuntos de nuestro tiempo y deben enseñarse a temprana edad. Nada de esto me parece exagerado o fuera de lugar”. Diversos sexólogos han manifestado en televisión que los contenidos fueron planeados con atino. Asimismo, Sylvain Mallete, presidente de la Federación Autónoma de Docentes (un organismo que representa a unos 38.000 profesores de prescolar, primaria y secundaria en Quebec), dijo a Radio-Canadáque el Ministerio y los expertos son los que deben ocuparse de estos temas y no los sacerdotes. “El sistema educativo es laico”, recalcó Mallete.
Deconstrucción del pensamiento de James Watson, codescubridor de la estructura del ADN, que defiende en un documental tesis racistas sin base científica
Introducción
Precisamente, aquí aprovecho la ocasión para citar apartados del ensayo, El cerebro racista, de la autora, Amira Armenta (2018). En efecto, Armenta dice: “Ahora que el racismo, el supremacismo blanco, el nacionalismo y la xenofobia tienen gran visibilidad en la arena política mundial, algunos científicos insisten en identificar en el cerebro (o en su funcionamiento) la superioridad de unas razas sobre otras”.
“En su libro Amor, un sentimiento desordenado (2009), el filósofo y ensayista alemán Richard David Precht trae a cuento una anécdota del neuroanatomista francés del siglo XIX Paul Broca, conocido por sus investigaciones sobre el cerebro humano”.
“Broca pesó los cerebros de seres humanos, hombres y mujeres. Y —para su regocijo— encontró que el de los hombres era un 10 y hasta 15 por ciento más grande y pesado que el de las mujeres. Conclusión: el hombre es más inteligente que la mujer. Después, Broca y sus colegas compararon también los cerebros de personas de diferentes nacionalidades con resultados menos felices. Cuenta Precht que el investigador perdería el interés en pesar y medir cerebros cuando se encontró que los cerebros de los alemanes son más grandes que los de los franceses”.
“Pero eso era en el siglo XIX. Hoy día, parece que el criterio del tamaño y el peso ha quedado descalificado entre los neurocientíficos para determinar la inteligencia. Después de todo, el cerebro de los neandertales era más grande que el del Homo Sapiens, y sin embargo el primero se extinguió, y el segundo conquistó el planeta. Como en muchas otras cosas en la vida, no es el tamaño lo que cuenta”.
“Siempre han existido pueblos que se han considerado a sí mismo más bellos y más inteligentes que otros. Creo que no es descabellado decir que la historia de la humanidad se confunde con la historia de la discriminación racial y étnica. La esclavitud y la colonización, ambos fenómenos que datan de épocas remotas, se ha ejercido con el convencimiento de que el pueblo esclavizado o colonizado es inferior: más feo y menos inteligente. Los genocidios se han justificado al atribuirle al pueblo que se quiere eliminar una categoría de ‘subhumano’, como se dijo de los judíos durante la segunda guerra mundial, o se dice de los rohingyas en la Myanmar de hoy”.
“Pero esta discriminación siempre se había basado en la mera fantasía del poderoso, incapaz de compararse o de reconocerse con alguien más pobre, más ignorante o de piel más oscura que él. En el siglo XIX, el desarrollo de las ciencias biológicas le ofreció al colonizador europeo la posibilidad de fundamentar científicamente esta fantasía. Es decir, demostrar que no es una fantasía sino una realidad objetiva. Las ideologías supremacistas se han apoyado desde entonces en este trabajo ‘científico’ de antropólogos, psicólogos evolucionistas, y otros investigadores del cerebro humano para justificar su superioridad. Y aunque nunca nadie ha llegado a probar que hay pueblos o razas biológicamente mejor que otros, algunos, como los nazis, lo dieron por hecho, y ya sabemos lo que pasó”.
“Después del shock que causó en el mundo el genocidio judío, los cerebros racistas se quedaron un poco tranquilos. Pero no por mucho tiempo. Un extenso artículo del periódico The Guardian analiza el ‘resurgimiento de la ciencia de la raza’ en los últimos años. Los promotores más entusiastas de esta ‘ciencia’ son, no es de extrañar, las cabezas más visibles de la llamada alt-right, la ultraderecha contemporánea. El tristemente famoso Steve Bannon afirma que ‘los negros tienen más predisposición genética para la violencia que los otros’. ¿Cómo habrá hecho Bannon para saberlo? Hasta ahora, el gen de la violencia todavía no ha sido aislado como para que se le pueda atribuir claramente a alguien. Tampoco el gen de la inteligencia”.
“Desde que el tema del tamaño y el peso del cerebro se quedó anticuado, los científicos racistas echaron mano de un instrumento más sutil: el coeficiente intelectual (CI). Así, en Estados Unidos, estos ‘científicos’ encontraron, con base en pruebas de CI, que el resultado de las personas blancas suele ser más alto que el de las negras. Y decidieron que esta superioridad se explicaba en la genética: los blancos tienen mejores genes. El Apartheid de Suráfrica estuvo sustentado en este tipo de argumentos. Este sistema político ya desapareció como tal, pero gente como Bannon, los crecientes grupos de supremacistas blancos en los EE. UU., y el nacionalismo xenófobo y racista de cada vez más países de Europa que apoyan estas teorías, están en ascenso”.
Aprovecho el instante para subrayar (Rodríguez Bobb), que en Colombia, el nazismo también está presente a través del partido político (“Centro Democrático”) en sus dirigentes, por ejemplo, concretamente en María Fernanda Cabal, nazista y racista recalcitrante, hembra que en su lenguaje racista es más cócora o fastidiosa que una cama colonizada por pulgas.
“A nadie le sorprende —prosigue, Armenta— que los grupos neonazis alemanes organicen festivales y conciertos, y proclamen en sus consignas que ellos hacen parte de una raza superior. Como se sabe, estos festivales se caracterizan por el desorden y los excesos. Pero que unos tipos que se consideran científicos y trabajan en prestigiosas universidades estadounidenses persistan en imponer acomodados criterios genéticos para justificar la superioridad de una raza sobre las otras es algo más difícil de digerir. Hoy día una investigación científica sobre la inteligencia incluye muchos más factores que los meramente genéticos: el entorno social, económico, la alimentación, el nivel educativo de la persona observada. Es decir, todo aquello que explica por qué hay más negros en las cárceles estadounidenses, por qué hay más pobres de raza negra, y por qué sus CI resultan más bajos”.
Incluso, recientemente, el 4 de enero de 2019, El País, periodico global, editado en Madrid, publicó el siguiente artículo: El premio Nobel que afirma que los negros son menos inteligentes vuelve a la carga. James Watson, codescubridor de la estructura del ADN, defiende en un documental sus tesis racistas sin base científica.
“‘Entre los blancos y los negros hay diferencias en los resultados de las pruebas de inteligencia. Yo diría que la diferencia es genética’ (asegura Watson). El polémico biólogo James Watson, ganador del premio Nobel de Medicina en 1962 por ser uno de los descubridores de la estructura del ADN, ha vuelto a lanzar al mundo sus teorías racistas, esta vez en el documental Decoding Watson [descodificando a Watson], estrenado anoche en la televisión pública estadounidense PBS”.
“Watson, nacido en Chicago hace 90 años, está muy solo con sus elucubraciones. Hace apenas dos meses la Sociedad de Genética Humana de EE. UU. emitió un comunicado ‘alarmada ante el resurgimiento social de grupos que rechazan el valor de la diversidad genética y utilizan conceptos genéticos distorsionados o ya desacreditados para reforzar afirmaciones falsas sobre la supremacía blanca’. La genética, continuaba la nota, ‘demuestra que los humanos no pueden dividirse en subcategorías biológicamente distintas’. En palabras del genetista español Carles Lalueza Fox, ‘las poblaciones no han estado suficientemente aisladas como para que surjan diferencias genéticas en rasgos cognitivos”.
“Watson fue hace cuatro décadas uno de los mayores impulsores de la lectura del genoma humano y de la investigación de las bases moleculares del cáncer. Su defenestración llegó en 2007, cuando, en una entrevista con el semanario británico The Sunday Times, declaró que era “pesimista” sobre el futuro de África. Las políticas de cooperación al desarrollo, aseguró, “se basan en el hecho de que su inteligencia es la misma que la nuestra, mientras que todas las pruebas dicen que no”. Existe el deseo de que todos los seres humanos sean iguales, añadió Watson, pero “las personas que tienen que tratar con empleados negros saben que no es cierto’”.
“El documental Decoding Watson es el regreso del científico apestado a los focos. El filme, dirigido por Mark Mannucci, sigue a Watson y a su entorno durante un año. Era la oportunidad perfecta para matizar sus declaraciones racistas de 2007, pero el científico nonagenario ha optado por mantenerlas. Preguntado por si había cambiado de opinión, Watson responde: ‘En absoluto. Me gustaría haber cambiado, que hubiese habido nuevos descubrimientos científicos que mostrasen que lo adquirido es mucho más importante que lo innato, pero no los he visto’”.
“‘Es decepcionante que alguien que ha hecho contribuciones tan innovadoras a la ciencia esté perpetuando creencias tan dañinas y tan infundadas científicamente’, ha declarado al diario The New York Times el director de los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU., Francis Collins. La mayoría de los expertos en inteligencia considera que las diferencias detectadas en los tests no surgen de factores genéticos, sino ambientales, subraya Collins. Las personas con mayor nivel socieoconómico, mejor alimentación y mejor educación tendrán, en promedio, mejores resultados en las pruebas de inteligencia. Y es más habitual que estas personas con recursos sean blancas”.
Desarrollo
Pues bien, no es mi deber desplegar histórica, antropológica, química, médica y sociológicamente el oscurecimiento de la Era de las Luces. Sabemos que ésta, a pesar de las numerosas alabanzas y fascinaciones, durante los siglos XVIII y XIX y por lo que respecta a sus propios rendimientos y planes, no ha sabido actuar preferentemente, con el fermento de la razón con respecto al ser del negro, de una forma sana e imparcialmente razonable y aspirando progresivamente hacia adelante. A pesar del desarrollo de deslumbrantes teorías sobre la condición humana, se permitió creer que la ley del progreso estaba de su parte. Grandes nombres de la Era de las Luces están a favor de los grandes logros: basta solamente emprender un vistazo histórico. Sus prestaciones tal vez puedan rechazarse abruptamente, pero esto sería un gesto irracional, no racional. El derecho, la religión, la filosofía, la antropología, la biología, la sociología, la historia, la literatura, ¿quién podría discutir que estas disciplinas son del todo indignas de consideración en el jardín de la razón? Sin embargo tras el horror del siglo XV y del XVI con el establecimiento de la exportación de seres humanos de piel negra como esclavos, la experiencia habla irónicamente a todos los optimismos. Tanto la conciencia teológica, llegando hasta la conciencia ilustrada como el pesimismo, parecen llegar a lo mismo. Y las catástrofes en cuanto a los derechos humanos sucedidas alrededor de la esclava y del esclavo de piel negra (crujen aún) en la estructura social que alimenta una duda presente sobre la civilización. La razón en los siglos XVIII y XIX anduvo respecto al ser del negro a la deriva de un futurismo negativo. El negro contó con lo peor. En los próximos siglos, ahora «solo» hace falta que suceda el milagro: el reconocimiento de su ser como tal, al mismo tiempo que su ser social e intelectual.
Pues bien, no es mi deber desplegar histórica, antropológica y sociológicamente el oscurecimiento de la Era de las Luces. Sabemos que ésta, a pesar de las numerosas alabanzas y fascinaciones, durante los siglos XVIII y XIX y por lo que respecta a sus propios rendimientos y planes, no ha sabido actuar preferentemente, con el fermento de la razón con respecto al ser del negro, de una forma sana e imparcialmente razonable y aspirando progresivamente hacia adelante. A pesar del desarrollo de deslumbrantes teorías sobre la condición humana, se permitió creer que la ley del progreso estaba de su parte. Grandes nombres de la Era de las Luces están a favor de los grandes logros: basta solamente emprender un vistazo histórico. Sus prestaciones tal vez puedan rechazarse abruptamente, pero esto sería un gesto irracional, no racional. El derecho, la religión, la filosofía, la antropología, la biología, la sociología, la historia, la literatura, ¿quién podría discutir que estas disciplinas son del todo indignas de consideración en el jardín de la razón? Sin embargo tras el horror del siglo XV y del XVI con el establecimiento de la exportación de seres humanos de piel negra como esclavos, la experiencia habla irónicamente a todos los optimismos. Tanto la conciencia teológica, llegando hasta la conciencia ilustrada como el pesimismo, parecen llegar a lo mismo. Y las catástrofes en cuanto a los derechos humanos sucedidas alrededor de la esclava y del esclavo de piel negra (crujen aún) en la estructura social que alimenta una duda presente sobre la civilización. La razón en los siglos XVIII y XIX anduvo respecto al ser del negro a la deriva de un futurismo negativo. El negro contó con lo peor. En los próximos siglos, ahora «solo» hace falta que suceda el milagro: el reconocimiento de su ser como tal, al mismo tiempo que su ser social e intelectual.
De todas maneras, Fontana Lázaro (1994) dice: “Buffon, que conocía y admiraba la obra de Montesquieu, sostenía que las diferencias entre los hombres derivaban de la influencia del medio: ‘Todo contribuye a probar que el género humano no se compone de especies esencialmente diferentes entre sí sino que, por el contrario, no ha habido originariamente más que una sola especie de hombres que, habiéndose multiplicado y extendido por toda la superficie de la tierra, ha sufrido diferentes cambios por la influencia del clima, enfermedades epidérmicas y también por el cruce variado al infinito de individuos más o menos semejantes’. Lo cual le llevaba a la conclusión de que, a consecuencia del medio hostil en que se habían desarrollado, los indígenas americanos eran inferiores a los del Viejo Mundo, como lo eran, en general, todos los animales de aquel continente. Con lo que, en definitiva, se acababa negando la igualdad que se suponía defender”.
Para el pensamiento naturalista positivista burgués,”lo europeo” aparece en calidad de un modelo perfecto de desarrollo en comparación con el cual, todos los demás pueblos se disponen en orden decadente de “humanitarismo” y “civilización”. Con todo, Buffon no diferenciaba los niveles de desarrollo de los distintos pueblos no europeos, considerándolos a todos salvajes. Buffon, citado por Fernández Herrero (1996) dice: “En efecto, si bien el salvaje del Nuevo Mundo tiene más o menos la misma estatura que el hombre de nuestro mundo, ello no es suficiente para que constituya una excepción al hecho general del empequeñecimiento de la naturaleza viviente en todo el continente que habita. El salvaje es débil y pequeño en cuanto a sus órganos de generación. No tiene ni vello ni barba y carece de ardor para su hembra. Aun siendo más ágil que el europeo por su costumbre de correr, es, sin embargo, mucho menos fuerte físicamente; es mucho menos sensible, y no obstante, más tímido y cobarde, no tiene ninguna vivacidad, ninguna actividad en el espíritu. La corporal es más bien una acción imprescindible determinada por la necesidad que un ejercicio o un movimiento voluntario: quitadle el hambre y la sed, y destruiréis al mismo tiempo el principio activo de todos sus movimientos, se quedará torpemente en cuclillas o tendido de espaldas durante días enteros’. —el párrafo anterior (puntualiza Fernández Herrero) nos dice ya lo que será la definición del salvaje impotente en el tratamiento de inferioridad americana realizado por Buffon. Incluso llega a comparar a los indígenas con serpientes, al definirlos como igualmente fríos. Todas estas degeneraciones, combinadas en un ambiente húmedo donde todo se corrompe, llevan a Buffon a hablar de la juventud de América, a la que define como un continente joven que todavía no se ha secado de su relativamente reciente emergencia de las aguas. En el plano humano, la juventud es la misma: el hombre americano aún no ha tomado posesión del mundo, pero ‘dentro de algunos siglos, cuando se hayan roturado las tierras, talado los bosques, encauzado los ríos y controlado las aguas, esta misma tierra ha de devenir la más fecunda, la más sana y la más rica de todas, como parece serlo en todas las regiones que el hombre ha trabajado’. De toda la teoría de Buffon, es precisamente la parte en que hace juicios de valor, con sus calificativos de «bueno» y «malo», «mejor» y «peor», la que se va a imponer a sus contemporáneos”.
Dicho brevemente, Brion Davis (1996) precisa: “Montesquieu señaló la importancia del clima como influencia modeladora y el Abbé Raynal afirmaba confiadamente que los negros se iban volviendo blancos cuanto más vivieran lejos de África. Según Adam Smith, el filósofo y el mandadero común habían sido muy semejantes cuando niños; las diferencias individuales podían explicarse generalmente por la educación, los usos y costumbres. De modo semejante, las diferencias entre sociedades eran resultado de condiciones y oportunidades económicas. África había tenido la gran desventaja de su aislamiento geográfico y su falta de ríos navegables. Los hombres eran tan plásticos que sus variaciones físicas y culturales no eran más que productos temporales de presiones del contorno (…). Pero en otro nivel, la teoría del ambiente ponía severamente a prueba la creencia en la igualdad natural del hombre (…). Rousseau sospechaba que ciertas condiciones opresoras podían deshumanizar a los hombres al desposeerlos del amor por la libertad. Oliver Goldsmith podía atribuir al clima las diferencias del negro y calificar empero a toda la raza de “estúpida, indolente y malévola”. Hasta autores que profesaban simpatía por el negro admitían con frecuencia implícitamente que si bien las diferencias del africano se debían al contorno que lo rodeaba, era en cierto sentido inferior al europeo. Reforzaban esta conclusión las teorías de científicos como Buffon y Pierre de Maupertius, que no por ello dejaban de creer en la unidad de la raza humana. Negros y europeos tenían el mismo origen y eran miembros de la misma especie, aunque para Buffon, como por cierto para la mayor parte de los teóricos del siglo XVIII, el hombre blanco era la norma humana y el negro la desviación. Este supuesto etnocéntrico parecía confirmado por los albinos africanos y por la relativa blancura de los negros cuando nacían. La negrura era por lo tanto una suerte de aberración o enfermedad, y algunos decían que procedía de una sustancia vitriólica que había quedado atrapada entre las capas de la piel fermentando allí y como resultado de causas climáticas y químicas, los africanos se habían “degenerado”, para emplear el término de Buffon, de su tipo blanco ancestral. Era ésta, en cierto sentido, una versión secular de la maldición de Cam en la que el clima ocupaba el lugar del juicio de Dios”.
La confusión entre los intelectuales occidentales del período de la Ilustración con respecto al ser del africano es de una considerable constancia. Brion Davis (1996) suministra algunos indicios que manifiestan que el problema es de graves dimensiones, cuando dice: “En 1765, cuando Arthur Lee ilustraba a los ingleses sobre el carácter del negro, Rousselot de Surgy difundía opiniones similares en Francia. El año siguiente un crítico de Ephémérides du citoyen, citó triunfalmente pasajes de un libro sobre historia natural donde se afirmaba que las almas de los negros eran tan negras como sus pieles y que su inteligencia era inferior a la que cabía admirar en elefantes: ‘Leur naturel est pervers, toutes leurs inclinations sont vicieuses’. Y puesto que no existía ningún negro, desde el rey más encumbrado hasta el más bajo esclavo que no fuera capaz de vender a su mujer e hijos por algo de alcohol, era obvio que solo el temor podía obligarlos a cumplir sus deberes. En 1770 la argumentación de que los negros eran por naturaleza incapaces de libertad recibió fuerte apoyo de Pierre Victor Malouet, que había sido alto funcionario en Guayana y Santo Domingo y así mismo, en 1777 una declaración real prohibió la introducción de negros en Francia por motivos de seguridad pública y porque ‘les maisons publiqués en sont infectées; les couleurs se mélent, le sang s’ altére’”.
Asimismo, en plena etapa imperial francesa, el conde de Gobineau decía sin rodeos lo que muchos europeos no osarían después afirmar con tanta nitidez. Del negro no podía salir nada y si tenía alguna capacidad artística, esta solo podía plasmarse con la ayuda de la sangre blanca. La perspectiva del mestizaje universal puede ser atractiva y deseable pero muchas teorías históricas sobre el mestizaje han sido elaboradas desde bases oscuras, o a veces demasiado nítidas. En el Libro, II, cap. VII, de la traducción española, Gobineau (1937) dice: “Así, el negro posee en el más elevado grado la facultad sensual sin la cual no hay arte posible; y, por otro lado, la ausencia de aptitudes intelectuales le hace completamente inapropiado para la cultura artística, incluso para apreciar todo aquello que esta noble aplicación de la inteligencia de los humanos puede producir de elevado. Para hacer viables sus facultades es necesario que se una con una raza dotada de otra manera (…). El genio artístico, igualmente extranjero en los tres grandes tipos, ha surgido después del himeneo de los blancos con los negros”.
En un sentido y en cierto grado, todo tiene la estructura del espíritu. Por lo pronto me gustaría limitar a un punto el tema de la ilustración incompleta en Gobineau, a la cuestión de la “ausencia de aptitudes intelectuales” en el negro. Es decir, de los medios del poder mentir cuando se tiene ante sí una conciencia opuestamente estructurada. Sin embargo, preguntarse por qué esta ilustración a medias en Gobineau respecto al negro es ya en cierto modo incorrecto, debido a que la capacidad de ilustrarse sobre el Otro es ante todo un acuerdo libre, pues es Gobineau quien no quiere tener la presión de ilustrarse racionalmente. Uno de los polos para querer informarse sobre el Otro o sobre la cultura del Otro, es verse impulsado por la razón. El diálogo libre de prejuicios con el Otro, es de los que algunos se esfuerzan tras la razón. Su núcleo metódico y su ideal moral al mismo tiempo es el consenso voluntario. Con ello se quiere decir que la conciencia de Gobineau en relación a las “aptitudes intelectuales” del negro, se actualiza bajo la presión del argumento no convincente. En efecto, en Gobineau, se trata de un acaecer sublimemente violento en el que, bajo el choque de una razón incomprensible, se despliegan posiciones del pensar que se han hecho viejas e insostenibles. Con ello, la Ilustración porta en sí, si se me permite expresarlo de esta manera, una primigenia escena medieval, un turbulento idilio de teoría histórica sobre otras culturas no europeas, una horrenda y académica visión: la del impedimento, la del libre diálogo intercultural. Aquí vienen a coincidir, bajo estas leyes irracionales, individuos ingenuos como Gobineau, esclavizados por su conciencia, presionado por ataduras sociales, políticas y de clase, en un diálogo encaminado a la mentira. La verdad que quiere extender Gobineau sobre las “aptitudes intelectuales” de la mujer negra y del hombre negro surge de la falsedad de los hechos, logrados sin esfuerzos, a unos razonamientos (los de Gobineau) débiles, sacrificando a los protagonistas o descubridores de teorías científicas pertenecientes a una historia cronológicamente dada.
En cierto sentido, Cavalli-Sforza (1994) dice: “Gobineau fue el creador del mito en el que se inspiraron Wagner, Nietzsche y el propio Hitler (…). De todos modos, el racismo es más antiguo que estas ideologías, probablemente tanto como la humanidad. Por lo general, cada quien considera que la mejor «raza» es la suya, si por raza se entiende el grupo social, independientemente de que lo que más ponderemos en nuestro grupo sean hechos biológicos (nos parece que somos más guapos y fuertes que los demás) o socioculturales (la vida es más agradable entre nosotros). Normalmente no se hace un esfuerzo por separar biología de cultura y con gran frecuencia se comete el error de meterlas en el mismo saco. En cualquier caso, en la época de Gobineau hubiera sido difícil distinguirlas (…). En una época más lejana, los griegos miraban con desprecio a cualquier extranjero. Les llamaban «bárbaros», o sea, balbucientes, porque no sabían hablar griego. Pero probablemente en todo grupo étnico existió siempre un orgullo de grupo que le impidió tener una visión objetiva. Como racista, Gobineau tenía una peculiaridad, ya que no daba preferencia a su pueblo sino a otro, el germano. Aunque es cierto que los franceses del noreste y muchos aristócratas pueden considerarse, con razón o sin ella, descendientes de los francos, unos bárbaros germanos que tras la caída del imperio romano invadieron el norte del país. Los ingleses también pueden presumir de ascendencia germánica a través de las invasiones anglosajonas. Uno de ellos, (…) se convirtió en un gran admirador de los alemanes y propagandista del mito ario (…). Este mito, entre otras cosas, es una invención reciente”.
“El término «ario» apareció en la lingüística durante el siglo pasado para designar los lenguajes indios. La raíz indoeuropea ari significa caudillo, noble (de ahí «aristócrata»). Hitler se encaprichó de la palabra, pero quizá hubiera elegido otra de haber conocido su verdadero origen: los indios son mucho más distintos de los rubios nórdicos que, por ejemplo, los judíos, a los que odiaba más que a ningún otro grupo (…). En la historia moderna europea ha habido grandes expansiones políticas y económicas. Inglaterra y Francia, sobre todo, han tenido siglos de grandeza y gloria, (…) España vivió (…) siglos de riqueza y conquistas (…). El paso constante del poder de unas manos a otras demuestra que es muy frágil y difícil de conservar durante mucho tiempo. Por lo general el éxito y el poder van de la mano. La sensación eufórica de pertenecer a la primera nación del mundo, o por lo menos a una de las más importantes, con las consiguientes ventajas, puede llevar a pensar que esa superioridad es objetiva, innata, duradera, cuando en realidad es el resultado de una política (…) que podría ser efímera. La historia revela que estas situaciones felices no duran mucho tiempo y están destinadas a caer, a veces de forma repentina (…) ¿adónde va a parar la pretendida superioridad? No hay razón de peso para reivindicarla. No se puede pensar que en las pocas generaciones que dura el naufragio de las grandes civilizaciones haya podido cambiar el patrimonio genético de un pueblo, tal vez por culpa de los cruzamientos entre razas —y concretamente con los amarillos y los negros—, como pensaba Gobineau (…). La condición entre cultura y civilización por un lado, y patrimonio genético por otro, entre nación y población, ha dado pie a esta pretendida superioridad biológica que nadie es capaz de demostrar. La lectura de los argumentos de Gobineau es decepcionante, porque sin basarse en ningún dato pretende demostrar que la decadencia de las civilizaciones se debe a la mezcla de razas, y que todos los progresos de la humanidad se deben a la obra de unos cuantos arios. Pero el caso es que consiguió convencer con esta falaz tesis racista a una parte importante de los intelectuales europeos, y embaucarlos durante casi un siglo. Naturalmente, no le resultó difícil convencer a los directos beneficiarios de la teoría, los alemanes, que también acabaron siendo quienes creyeron en ella durante más tiempo, con las consecuencias más nefastas”.
“No tiene sentido echarle toda la culpa a Gobineau, ya que tuvo muchos seguidores, y hubo otros que, independientemente, propugnaron ideas parecidas. En cualquier caso, el racismo tiene raíces mucho más profundas que las teorías de un intelectual aristócrata (…). La selección natural por fecundidad sigue actuando como factor de evolución, pero lo hace de un modo que tiende a mantener el statu quo en todos los caracteres, pues favorece a los heterocigotos (los que han recibido dos formas distintas del mismo gen de su padre y su madre), y que por ello actúa en detrimento de los tipos extremos y a favor de los intermedios (…). La selección natural está modificando de un modo importante la población mundial en otro sentido, porque cambia la proporción numérica entre las razas, sea cual sea su definición (…). Es un dato que sacará de sus casillas a los racistas blancos, pero en realidad resulta tranquilizador desde otro punto de vista, en especial el del consumo (…). Todas estas consideraciones se refieren a hechos socioculturales. En el plano genético, el hombre, en general, evolucionará muy poco. El hecho más significativo será el desplazamiento de las relaciones numéricas entre las razas. También habrá un aumento continuo de los movimientos migratorios individuales, e inevitablemente la mezcla interracial será más intensa que hoy. No es ninguna mala noticia, aunque entre el conde de Gobineau y sus amigos habría cundido el pánico al conocerla”.
Así las cosas, toda teoría oficialista del sistema colonial que trate funcionalmente la «verdad histórica del ser de África» —lo digo ya de antemano—, oculta un poderoso potencial tanto racional-cínico como racista y puesto que cada inteligencia occidental clásica está incluida en el proceso de tales teorías oficialistas —James Watson— se enreda irremisiblemente en el latente o abierto racismo señorial de estas formas de pensamiento. La Ilustración, considerada en su origen, conservó efectivamente una ambivalencia con respecto al ser del africano o del afrodescendiente entre las perspectivas emancipatorias y las cosificantes. En este sentido, la teoría oficialista todavía hace caer la última sensibilidad con respecto a las mujeres, los hombres, las niñas y los niños negros. Unida a corrientes conservadoras, la teoría oficialista, decreta las teorías incorrectas con respecto a los negros, en el sentido, de que los negros deben de ser inferiorizados, de una vez por todas, ya que con ellos la sociedad colonial vendría a funcionar adecuadamente.
La ingenuidad de tal teoría oficialista pretende planificar a las personas de piel negra como capital fijo. Siempre es una buena reserva, someter voluntades y fuerzas de trabajo, da igual para qué fin. Los teóricos oficialistas sobre la “inferioridad de los africanos” y los estrategas del mantenimiento del orden colonial, están desde el principio interiorizados con esa creencia ingenua, sin embargo, para aquellos que deben creer en ellos, vale el siguiente lema: Basta de reflexión ilustrada o científica y de valores sólidos.
De esta manera, en Estados Unidos el racismo se desarrolla también emparejado con el nacionalismo, por ejemplo, ya en la época de la Independencia de Estados Unidos, el mismo Jefferson expresa la idea de que el pueblo o la nación estadounidense ha recibido como herencia inalienable el derecho a la libertad: derecho de los estadounidenses y no los derechos de sus subordinados no estadounidenses esclavizados. Esta idea, ampliamente difundida, será completada con la doctrina del poligenismo que afirma una distancia absoluta entre las razas, puesto que éstas se remontan a orígenes muy diversos. Posteriormente, el mismo darwinismo, aporta las armas ideológicas de dominación, tanto de raza como de clase social así como el eugenismo. El término se debe a Francis Galton, primo de Darwin y pionero de los estudios de genética humana, quien lo introdujo en 1883 para expresar la idea de la mejora del patrimonio genético de la especia humana que constituye una prolongación del darwinismo.
En este sentido, Cavalli-Sforza (1994) dice: “Desde los comienzos de la biología y la lingüística modernas ha habido un soterrado intercambio de ideas entre las dos disciplinas (…). A mediados del siglo pasado, Charles Darwin explicó la evolución biológica como consecuencia del proceso natural que generan los seres vivos «probando y volviendo a probar» por tanteo. Los organismos más logrados son los que dan muestras de ser más funcionales porque están mejor adaptados al medio y son seleccionados automáticamente pues se multiplican más que los otros (…). El método de la naturaleza, «probar y volver a probar», consiste en presentar constantemente nuevas mutaciones (un término que no existía en tiempos de Darwin). La selección natural es la criba que rechaza las mutaciones desventajosas y favorece las ventajosas, sencillamente porque las segundas se multiplican y propagan más que las primeras. Darwin, basándose en estos conceptos fundamentales, explica la multiplicación, transformación y diferenciación de los organismos vivos y las ilustra en su obra El origen de las especies con ejemplos hipotéticos de árboles evolutivos de las especies”.
Aun todo lo que considerado en la cita anterior, pudiera parecernos como un progreso dentro de la ciencia y de la Ilustración, ha colaborado, sin embargo, indirectamente en la tergiversación de los hechos. La consideración histórica no debe descuidar o menospreciar este elemento esquivo porque precisamente su carácter inmaduro nos pone de manifiesto de la manera más directa y clara, sobre la elaboración de una conciencia filosófica falsa.
Al respecto, Fontana Lázaro (1994) subraya: “(…) la visión evolucionista del mundo elaborada a partir de Darwin (…) recogió el esquema ordenado de los seres vivos que habían elaborado los naturalistas del siglo XVIII y le introdujo una dinámica explicativa. La historia —la teoría de la evolución social diseñada inicialmente por la escuela escocesa— había proporcionado a los científicos la clave para poner en movimiento los «sistemas de la naturaleza» de sus antecesores. En contrapartida, «las ciencias» venían ahora a confirmar estas intuiciones de los filósofos sociales y los historiadores, y proporcionaban un fundamento a las nuevas disciplinas sociales, como la antropología o la sociología, que aspiraban a asemejarse a ellas (para Radcliffe-Brown la antropología social era «una rama de las ciencias naturales») (…). Que ese paradigma global, cuyo elemento central era una visión lineal de la historia natural y humana animada por una concepción del progreso, tuviese mucho de proyección de la sociedad sobre la ciencia, no significa que fuese una mera legitimación de unos intereses de clase en el seno de las sociedades capitalistas y de la dominación colonial de los europeos sobre otros pueblos, en la escena planetaria. Era un marco de ideas amplio, dentro del cual podían desarrollarse a la vez posturas legitimadoras y críticas. El evolucionismo social se ha definido como «una especie de genealogía cósmica de la civilización burguesa» pero era también compatible con una visión crítica de ésta”.
En este sentido, Darwin supuso que la lucha por la supervivencia se aplicaba también a las razas humanas, donde las favorecidas —según él eran las blancas europeas— que habían emergido victoriosas. En cuanto a las africanas y asiáticas, se habrían quedado rezagadas en la lucha por la supervivencia e incluso Darwin aventuró su futuro al decir que desaparecerían completamente en esa lucha de carácter mundial. De este modo, el mismo Darwin (1982, 1a. edición 1859) dice: “En algún momento de un futuro no muy distante como para medirlo en siglos, casi con toda certeza las razas humanas civilizadas exterminarán y reemplazarán a las salvajes en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos (…) sin duda, serán exterminados. La diferencia entre hombres y sus allegados más cercanos se presentará entonces más amplia porque será la que corresponda entre el ser humano con una civilización incluso mayor que la de los caucásicos (inferiores) y la de algunos monos como el mandril, en vez de como se presenta ahora entre el negro africano o el australiano y el gorila (…)”. Como se ve, Darwin consideró a los habitantes originarios de Australia, a los habitantes de África negra y a los asiáticos (incluyendo a los amerindios), prácticamente, en un mismo nivel junto con los monos y sostuvo que debían desaparecer. En cuanto a los occidentales (blancos) con enfermedades congénitas, los consideraba “inferiores” y opinaba que era esencial impedir su multiplicación, de modo que definitivamente terminen extinguiéndose.
En el mismo marco reflexivo que Darwin, Havelock Ellis (citado por Haroun Yahya, 2003) afirma: “Los niños de muchas razas africanas son poco o nada menos inteligentes que los niños europeos pero al desarrollarse se vuelven estúpidos y obtusos y en el conjunto de su vida social permanecen dentro de una rutina de poco vuelo, en tanto que los europeos mantienen mucho de su vivacidad de la infancia”.
Siguiendo esta “lógica”, Fontana Lázaro (1994) enfatiza: “En 1869, Alfred Russel Wallace concluía el relato de ocho años de viajes y estudios por el archipiélago malayo con una comparación entre la solidaridad y la justicia que había conocido en los pueblos salvajes y los males de la sociedad británica que le llevaban a sostener que «en lo relativo a la auténtica ciencia social, estamos en una fase de barbarie» (…). Para usar críticamente esta teoría bastaba con negarse a aceptar el presente como «el fin de la historia», y reducirlo a una fase transitoria del progreso humano, en la cual subsistían rasgos negativos que habían de superarse llevando la evolución más allá (…). La «historia universal» construida a partir de esta teoría se asienta en una serie de falsificaciones, comenzando por su manera de concebir «el motor» del progreso. Nuestras interpretaciones de la superioridad europea se basan en una concepción sesgada del avance tecnológico, reducido por lo general a dos elementos claves: la energía y la máquina. «Solo la energía domada por la tecnología proporciona progreso cultural». La llamada «revolución industrial» se suele definir en términos de vapor y mecanización y cuando se ha tratado de analizarla en función de las normas de organización del trabajo humano, no ha faltado quien se apresure a insistir en que lo esencial reside en el paso de una economía que depende de la energía orgánica, a otra que usa sobre todo, energía mineral (…). Fueron las máquinas las que dieron al europeo una superioridad decisiva en la investigación y en la guerra y le permitieron su rápida expansión imperial en África y Asia, de modo que no ha de extrañar que viese en ellas la razón de su primacía y pensasen que la capacidad de los hombres para construirlas proporcionaba una regla segura con qué medir su grado de civilización (…). Nuestras historias de la tecnología suelen ser poco más que historias de la mecanización y hablan poco de todo lo demás. Se describen por encima las aportaciones del mundo islámico, se citan las de la tecnología china —sin aceptar, no obstante, que «los grandes inventos que iban a permitir la llegada de los tiempos modernos en Occidente», sean en lo fundamental legados del saber chino como quieren los sinólogos— y las civilizaciones autóctonas de América y del África negra, carentes de máquinas, no son siquiera mencionadas o se las arroja a la «prehistoria»”.
En efecto, la fábula de la teoría de la inferioridad de los no occidentales no podía ser de otra manera criticada por Fontana Lázaro radicalmente a pesar de un efecto que ha perdurado a través de los siglos, postulando un mecanismo de desarmonización en el interior del ser no occidental. En este sentido, algunos intelectuales occidentales significativos, conculcaron la libertad individual de personas no occidentales y en virtud de ello, cada uno, de manera arbitraria desplegó egoístamente su naturaleza en la medida en que este despliegue (que, considerado “aisladamente”, podría aparecer útil o incluso no perjudicial para la felicidad común de los no occidentales), contribuye de hecho, de manera consciente por el intelectual occidental (a modo individual), a la realización del mayor mal posible pero si el mal en este mundo, tanto moral como natural, es el principio que hace de nosotros criaturas sociables, la base que establecen las teorías eurocéntricas, etnocéntricas y racistas por parte de estos intelectuales occidentales importantes contra los no occidentales, es asociable. En una palabra: incluso ese mal, situado en el tiempo con respecto al desarrollo de la modernidad (en los continentes no occidentales), no es un bien, mucho menos una armonía, es un mal en el sentido de que contribuye a uno mayor.
De hecho, el pensar naturalista del siglo XIX no cambió radicalmente su función. Las ciencias de la naturaleza proporcionaron un concepto de la naturaleza del ser del negro distinto del idílico. Sobre todo los intelectuales blancos, convertidos en imperialistas, utilizaron la alimaña como su emblema político; James Watson que debía de hablar de apaciguamiento, legitima la violencia ideológica contra las y los afrodescendientes, apelando a la diferencia racial entre el blanco y el negro. Mucho antes de James Watson y obviamente contra él, se dio un naturalismo aristocrático en Estados Unidos que se renovó en la burguesía y en la clase media intelectual —(blanca, aunque muchos intelectuales negros de la clase media, cayeron también en la trampa)—, poderosa, como biologismo político. Nada puede mostrar más claramente que el ambientalismo racista de James Watson contra la o el afrodescendientes había sido solo una estilización momentánea del pensamiento intelectual en la que a duras penas se podría apoyar confiadamente una declaración de la emancipación de la y el afrodescendientes. Por ello, James Watson empezó de una manera vacilante a despedirse de la y el afrodescendientes, una despedida que, sin duda, nunca lo ha podido conducir a una ruptura con su otro Yo, el Yo racista.
Como muy bien lo apunta Josep Fontana Lázaro en las citas anteriores, este rechazo del pesimismo político con referencia a la naturaleza humana no blanca es en primer lugar convincente. Tiene a su favor la argumentación del “pensar” como colonialidad del poder. Disuelve los estados morales y las cualidades en procesos, por lo tanto, de acuerdo a lo aquí analizado, no existen hombres indios o negros brutales, sino solo su brutalización; no existe en el hombre negro o en el hombre indio la criminalidad, sino solo la criminalización; no existe en la mujer india y en la mujer negra la idiotez, sino solo la idiotización; no existe en los seres humanos egolatría, sino solo adiestramiento egoísta; no existen razas menores de edad, sino solo víctimas de tutela. Lo que la argumentación racional «blanca» acepta como su naturaleza superior es, en verdad, naturaleza falseada: represión de la oportunidad humana de los no blancos. Sobre estas dos figuras, el indio y el negro, la literatura occidental desarrolla dos de sus pasiones más íntimas: la etnología, la pedagogía, los estudios sobre poder, la deconstrucción, estudios globales, estudios epistemicos, postmodernos y los estudios culturales. En principio, esto no ha cambiado nada, (hasta el día de hoy, siglo XXI) literalmente, esta doble pasión ha tenido su precipitado en dos géneros de gran envergadura: por una parte, en la literatura exótica de viajes y la posterior etnología (sobre todo la alemana, la francesa, la inglesa y la que produce Watson) y, por otra, en la novela de formación y la literatura de pedagogos.
Conclusión
En este sentido, el eurocentrismo, el etnocentrismo y el nacionalismo que va implícito en el racismo estructural aquí analizado, sería, sino la causa única de la desgracia de las y los afrodescendientes, en cualquier caso, la condición determinante para su exclusión, segregación y muerte, tanto física como social en los períodos que van del siglo XV hasta el siglo XXI. Mejor aún, otras de las causas de ese racismo contra las personas de piel negra, bien pudieron ser: los motivos expansionistas por efecto de las crisis económicas internas de los Estados europeos o los problemas psicológicos de los intelectuales en cuestión, por motivos ambivalentes con respecto al sentimiento de la identidad personal y de la pertenencia colectiva. Sin duda, una consideración así confirmaría que la teoría racista elaborada por el pensamiento occidental no tiene nada que ver con la existencia de razas biológicas objetivas pero si muestra que el pensamiento racista de James Watson aquí analizado, es un producto histórico o cultural, obviando el equívoco de las explicaciones posmodernistas que, por otra vertiente, tienden también a convertir o a relativizar estas actitudes racistas “cultas” en elemento invariable de la naturaleza humana.
En realidad, frente a estos hechos realistas, el modelo de interés por la humanidad del otro se comporta, a ciencia y conciencia, de una manera no realista. Resulta antinatural burlarse del ser de las personas de piel negra, de la idea de la razón como fuente y fuerza de iluminación para todos los seres humanos y en parte este análisis intenta, en efecto, hacer justicia a esa carcajada irracional sobre esta forma de racionalismo necio, pero cuando se hayan aclarado todas las contradicciones contra los africanos y afrodescendientes, quizá, la humanidad que no posee piel negra, haya atravesado todos los infiernos del irracionalismo sobre el Mismo. El conservar intacta la saludable ficción de una Alta Razón como fuerza para el entendimiento de todos los seres entre sí, —teniendo en cuenta las características etno-raciales o culturales—, es mi última tarea como soñador.
Notas
– Las citas aquí no aparecen reglamentariamente completas, faltan las numeraciones de páginas. Este trabajo se compone de párrafos, que hacen parte de un libro que será publicado, y se titula: Violencia epistémica. La academia, la esclavización y sus huellas en las Américas.
– El autor del presente trabajo, tiene como línea de investigación: el racismo en las ciencias en Europa, América Latina y el Caribe.
De los 5 países en el mundo en los que el aborto está completamente prohibido -El Salvador, Nicaragua, República Dominicana, Malta y El Vaticano- ninguno es de mayoría musulmana. Eso no significa que no sea un tabú en algunas sociedades islámicas.
En general, los musulmanes no están de acuerdo con el aborto y lo consideran haram (prohibido), pero muchos de ellos —incluyendo juristas, expertos en el islam y médicos— coinciden en que debe ser permitido en ciertos casos. De hecho, en todos los países musulmanes es legal cuando está en riesgo la vida de la madre.
Pero hablar de mundo islámico es hablar de diversidad, pues, aunque comparten la misma religión, los países de mayoría musulmana no se gobiernan de la misma manera.
El islam es la religión mayoritaria en decenas de países ubicados en el Medio Oriente, África y Asia, y es la fe que practican millones de personas en otras partes del mundo. Se estima que en el mundo hay 1.600 millones de musulmanes.
En algunos países, el sistema jurídico está basado exclusivamente en la ley sharia (la ley musulmana); en otros, se combina la legislación musulmana con la ley civil y, en otros, el sistema legal no tiene sus cimientos en la religión sino en el secularismo.
En BBC Mundo analizamos qué dice exactamente el islam sobre el aborto y cómo se aplica en algunos países musulmanes.
Qué dice el Corán
El Corán, el libro sagrado del islam, y el hadith, que es el conjunto de tradiciones y planteamientos atribuidos al profeta Mahoma, son los textos que guían la vida de todos los musulmanes.
Sami El Mushtawi, jefe del departamento de cultura del Centro Cultural Islámico de Madrid, le explicó a BBC Mundo que en el Corán no hay un párrafo explícito que hable sobre el aborto.
Sin embargo, hay un verso que establece:
«No matéis a vuestros hijos por miedo a la pobreza. Somos Nosotros quienes les proveemos, y a vosotros también. Matarles es un gran pecado».
«Lo que quiere decir ese verso es que uno no puede concurrir al aborto porque teme no poder mantener a sus hijos o darles una vida digna», señala El Mushtawi.
No obstante, todas las escuelas de leyes musulmanas aceptan que el aborto debe practicarse si continuar con el embarazo pone en peligro la vida de la madre.
«(Si) médicos de confianza, con honestidad, sensatos, acreditan esa situación, en ese caso la vida de la madre es más importante puesto que ya es vida de verdad», le dice el especialista a BBC Mundo. «Se debe salvar la vida de la madre», indica.
La unidad de la BBC dedicada a la religión y la ética explica que el islam permite esa excepción porque hay una percepción de que es «un mal menor» dentro de una situación que presenta dos males y existe un principio general en la ley sharia de elegir el menor entre dos males.
Y se considera así porque:
La madre es la «originadora» del feto
La vida de la madre ya está bien establecida
La madre tiene deberes y responsabilidades
La madre es parte de una familia
Dejar que la madre muera significa, en la mayoría de los casos, matar al feto
Los primeros 120 días
«Hay una posición más abierta al aborto en las primeras fases. La cuestión fundamental que discuten los expertos, los juristas y los teólogos musulmanes es: en qué momento se pasa de un conjunto de células a constituirse en un ser humano», le explica a BBC Mundo Delfina Serrano, investigadora del Departamento de Estudios Judíos e Islámicos del Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo de España.
Según El Mushtawi, la fe musulmana cree que después de 120 días se forma el ser humano.
«Después de 120 días, Dios le envía el ángel para insuflarle el alma o el espíritu (al embrión)», explica el especialista. «Desde la propia concepción del ser humano hasta su muerte, una vez es insuflado el espíritu o el alma en el feto, la vida comienza para nosotros, los musulmanes».
Hay algunos sabios que sostienen que hasta los 120 días, se puede interrumpir el embarazo si la vida de la madre está en riesgo», agrega.
Pero si una vez pasado ese periodo, la vida de la madre está en peligro, el aborto debe permitirse, de acuerdo con la unidad de Religión y Ética de la BBC.
Así, algunas escuelas de pensamiento islámico permiten el aborto en las primeras 16 semanas del embarazo, pero otras, más conservadoras, solo lo aceptan en las primeras 7 semanas.
Eso en lo que se refiere al riesgo para la vida de la madre. ¿Pero qué ocurre si es la vida del bebé la que está en peligro? De nuevo encontramos una gran diversidad.
Según la división Religión y Ética de la BBC, si se confirma que en la etapa temprana de un embarazo el feto sufre de un defecto que no puede ser tratado y que le causará un gran sufrimiento, un grupo de académicos musulmanes diría que el aborto debe ser permitido, siempre y cuando el embarazo no haya llegado a los 120 días.
Una opinión un poco más liberal indica que un aborto dentro de los primeros 120 días sería permitido si el niño naciera con una deformidad física y mental tal que estaría privado de llevar una vida normal. La opinión de al menos dos expertos médicos es imprescindible en ese caso.
Otros expertos están en desacuerdo y consideran que el aborto no debe ser permitido en esos casos.
En Irán, el ayatolá Ali Jameni dictó una fatwa en la que permitía el aborto cuando los fetos de menos de 10 semanas tenían talasemia, un trastorno genético de la sangre.
Una fatwa es un pronunciamiento emitido por eruditos de la ley islámica que puede tener implicaciones legales y que sirve de guía para los musulmanes.
En el mundo islámico, a diferencia del catolicismo, no existe una figura central, como el Papa, que lidera la religión. De ahí, la importancia de que expertos en el islam expliquen el Corán y el hadith profético en el marco de las necesidades de la sociedad.
También en ese país, en 1990, el gran ayatolá Yusuf Saanei emitió otra fatwa en la que se permitía la terminación del embarazo en los primeros tres meses si el feto presentaba una malformación grave, provocada por una condición severa no tratable, y, siempre y cuando, un comité de médicos expertos y confiables la corroboraran y los padres solicitaran la medida.
Violación, incesto y adulterio
«Aunque la jurisprudencia islámica no fomenta el aborto, no hay una prohibición bíblica».
Esas son palabras de la psicóloga social Gilla Shapiro, autora de un estudio sobre legislación sobre el aborto en los países de mayoría musulmana publicado, en 2014, en la revista especializada Health Policy and Planning.
Shapiro explica que aunque hay un consenso general en el mundo musulmán de permitir el aborto cuando la vida de la mujer está en riesgo, y cuando no han transcurrido los primeros 120 días del embarazo, «existe una notable heterogeneidad en relación a otras circunstancias (por ejemplo: la preservación de la salud física o mental (de la madre), la discapacidad del feto, la violación o razones económicas o sociales) y el desarrollo gestacional posterior del feto».
Algunos expertos del islam plantean que el aborto debe ser permitido cuando la madre es víctima de una violación o de un incesto y, en caso de hacerse, debe ser dentro de los primeros 120 días del embarazo.
Otros aseguran que por esas razones nunca debe ser permitido, pues la vida es sagrada.
En el conflicto de los Balcanes se reportó que después de que un grupo de mujeres fuesen violadas por soldados serbios, una fatwa fue dictada para que pudieran abortar, pero se les urgió que lo hicieran antes de los 120 días de gestación.
En Argelia, una fatwa similar fue emanada en 1998 para los casos de mujeres que fueron raptadas y atacadas por extremistas islámicos.
En 2015, el rey Mohamed VI de Marruecos amplió las causas por las que las mujeres podían someterse a un aborto. Además de salvar la vida de la madre, autorizó que se practicara en casos de malformación del feto y de violación o incesto.
Son ejemplos que demuestran flexibilidad de la ley islámica en determinadas circunstancias.
Sin embargo, el islam no permite el aborto cuando el embarazo es resultado de un adulterio.
Justificación para un aborto en países del Medio Oriente y el Norte de África
Riesgo para la vida de la mujer
Todos
Riesgo para la salud física de la mujer
Jordania
Kuwait
Marruecos
Qatar
Arabia Saudita
Riesgo para la salud física y mental de la mujer
Argelia
Discapacidad del feto
Kuwait
Qatar
Violación
Sudán
Todas las razones dentro del primer trimestre
Túnez
Turquía
Fuente: «Annual Review of Population Laws» (2004) Universidad de Harvard*
*Citado por Leila Hessini: «Abortion and Islam: Policies and Practice in the Middle East and North Africa, Reproductive Health Matters» (2007)
Túnez, el primero
En 1965, Túnez se convirtió en el primer país musulmán que liberalizaba su ley de aborto, incluso antes que algunas naciones europeas como Francia y Alemania.
Sarah Raifman, Selma Hajri, Diana Foster y Caitlin Gerdts son las autoras de la investigación publicada en 2015: «This Is Real Misery»: Experiences of Women Denied Legal Abortion in Tunisia» («Esta es una miseria real: experiencias de mujeres a las que se les negó el aborto legal en Túnez»).
Pese a que en su estudio encontraron casos de tunecinas a las que el sistema de salud les negó, por diferentes razones, practicarles un aborto, reconocen que históricamente Túnez estuvo durante mucho tiempo «a la vanguardia en el acceso legal a servicios de salud reproductiva seguros y asequibles para las mujeres».
«Aunque los musulmanes constituyen más del 99% de la población, el gobierno ha respaldado una posición exclusivamente secular sobre los servicios de salud reproductiva», indican.
En 1965, la nación del norte de África permitió que se le prestara el servicio de aborto de forma legal a mujeres que «tenían más de cinco hijos, que estaban dentro del primer trimestre de embarazo y que contaban con la aprobación de sus esposos».
Una mayor liberalización legislativa se produjo en 1973, cuando el gobierno legalizó el aborto «para cualquier mujer en el primer trimestre independientemente de la aprobación del marido».
Desde 1974, el aborto es legal, en el primer trimestre, previa solicitud de un médico. Después de ese periodo, un aborto es permitido en los centros de salud autorizados cuando hay una necesidad imperiosa de «preservar la salud física y mental de la madre o en caso de una anormalidad fetal» y es imprescindible contar con evidencia de los médicos tratantes.
«Desde 2001, el uso del aborto con medicamentos se ha vuelto cada vez más común en Túnez», señalan las investigadoras.
Sin embargo, como plantean las autoras, fuera del contexto médico, «el aborto es un tabú y muchas mujeres carecen de la información adecuada sobre la disponibilidad de los servicios legales».
Recurrir a la clandestinidad
Si en Túnez, el país que en el mundo islámico ha mostrado una mayor apertura al aborto, ese procedimiento es un tabú, la situación en otros países musulmanes, en los que se implementa la ley sharia, es mucho más compleja.
En muchas comunidades, como por ejemplo en pueblos de Afganistán, adolescentes y mujeres que quedan embarazadas sin estar casadas son llevadas por sus propias madres y parientes a que se sometan a intervenciones que pueden resultar peligrosas, pues son realizadas por personas que carecen de la preparación médica para lidiar con las complicaciones.
Otras acuden solas y voluntariamente a matronas con experiencia en esos procedimientos para terminar sus embarazos.
En un artículo publicado en 2014 en Deutsche Welle, la periodista Waslat Hasrat-Nazimi investigó cómo muchas mujeres en ese país recurren al aborto ilegalmente para evitar no solo tener muchos hijos, sino el ostracismo social.
«El aborto es el único método anticonceptivo que ellas conocen», indicó Adela Mubasher, de la Organización Mundial de la Salud, en ese artículo.
Un «acto criminal»
Como sucede en Afganistán, las leyes en Irán están en gran parte basadas en el islam.
En ese país solo se contemplan dos excepciones para que un aborto sea practicado: cuando la vida de la madre está en peligro y cuando el feto presenta graves problemas y se establece que se practique en los primeros cuatro meses del embarazo, tras la confirmación de las autoridades médicas.
Fuera de esas excepciones, las leyes iraníes definen el aborto como un acto criminal, incluso en los casos de violación.
«No existen estadísticas oficiales ni confiables sobre el número de abortos en el país. Por eso, no tenemos cifras exactas. Sin embargo, se cree que aproximadamente 300.000 abortos se practican en Irán anualmente, solo alrededor de 3% son legales», indica a BBC Mundo Shabnam Shabani, periodista del servicio persa de la BBC.
Además, la gente involucrada en el aborto, no sólo la mujer, pueden llegar a enfrentar graves consecuencias, en algunos casos incluso penas de cárcel.
Lo mismo sucede en Afganistán, Egipto, Argelia, Libia, Bangladesh, Indonesia, entre otros países.
En Egipto, al igual que en Irán, la ley solo solo permite un aborto cuando la vida de la mujer está en peligro.
Por eso, muchas mujeres que no quieren continuar con la gestación, porque fue un embarazo no planeado, por ejemplo, acuden a clínicas que realizan el procedimiento de forma clandestina y deben pagar grandes cantidades de dinero.
«El aborto es visto como un estigma en Egipto», explica Mohammed Abdul Qader, editor asistente del servicio árabe de la BBC.
«Muchas mujeres no cuentan con el apoyo emocional que necesitan en esas circunstancias. Lo hacen a escondidas de sus propias familias porque si saben que lo hicieron, su imagen quedará afectada».
Medio Oriente y el Norte de África entre 1995-2000
País
Números de abortos
Muertes maternas debido a abortos inseguros
Argelia
718.670
1.076
Bahréin
25.754
16
Egipto
2.079.216
2.542
Irán
2.590.681
5.697
Irak
893.285
908
Jordania
196.792
161
Kuwait
70.169
52
Líbano
177.298
85
Libia
117.050
190
Mauritania
116.196
801
Marruecos
699.692
1.084
Omán
80.642
105
Territorios palestinos
98.135
141
Qatar
20.272
14
Arabia Saudita
699.405
927
Sudán
702.248
1.893
Siria
653.965
580
Túnez
118.102
256
Turquía
2.301.966
1.536
Emiratos Árabes Unidos
78.770
49
Yemen
606.339
842
Fuente: «Promises to Keep: The Toll of Unintended Pregnancy on Women in the Developing World» («Promesas para mantener: el costo del embarazo no deseado en las mujeres en el mundo en desarrollo»), del Global Health Council (2002) citado por Leila Hessini: «Abortion and Islam: Policies and Practice in the Middle East and North Africa, Reproductive Health Matters» (2007).
El poder adquisitivo, clave
Cuando se recurre a un procedimiento clandestino, el poder adquisitivo puede ser una cuestión de vida o muerte: mujeres de las clases alta y media podrán acceder a un procedimiento ilegal, pero más seguro, tras pagar una gran suma de dinero.
«Acuden a clínicas privadas que lo hacen por dinero de forma clandestina y otras incluso salen a países vecinos a someterse al procedimiento», le dice a BBC Mundo Shodiyor Sayf, periodista del servicio uzbeco de la BBC cuando habla de esa realidad en su país.
Uzbekistán, donde el aborto voluntario es ilegal, es un país cuya población es mayoritariamente musulmana, pero su constitución no es un reflejo del islam sino más bien del comunismo.
Eso se debe en parte a que ese país del centro de Asia aún mantiene una afinidad con su pasado soviético.
En contraste, la situación es todo un desafío para las mujeres con menos recursos en muchos países musulmanes.
«Estas mujeres no tienen otra opción que apelar a métodos tradicionales, los cuales pueden ser extremadamente peligrosos, como la ingesta de pastillas extrañas que pueden resultar tóxicas», señala Shabani al referirse a Irán.
Como consecuencia, mujeres de familias pobres mueren por abortos ilegales en muchas regiones del mundo islámico.
En Irán, como explica la periodista, no hay estadísticas sobre esas muertesporque el gobierno tiene tolerancia cero a los abortos voluntarios.
Y esa no es una realidad que se suscribe a esa república islámica, sino a muchos países del mundo musulmán.
Queremos invitarte a la feria sobre sexualidad “Sexpo”, que se realizará este 15 de diciembre en el Cine Arte Alameda.
Hablar de sexualidad siempre ha sido un tema complicado
La política y la religión cada vez nos han alejado más del significado de la palabra entintándola de oscuridad y llenándola de tabú. ¿Por qué un tema tan inherente a nuestra existencia ha sido un tema tan complicado para una sociedad, irónicamente hipersexualizada?
Primero que todo, nuestro mayor error es creer que algo tan complejo como el concepto de sexualidad se basa exclusivamente en algo tan básico como el acto sexual. Para los Taoistas, la fuerza sexual es la base de la creatividad, de la salud, de la vitalidad e incluso de la espiritualidad.
Para los toltecas, la sexualidad va más allá de lo reproductivo y fue vista como una manera de asegurar la marcha del mundo, ya que como humanos manejamos dos grandes fuerzas: una masculina o de penetración que es el amor y una femenina o de atracción llamada sexualidad. Al darle temimos de masculino y femenino no se refiere a hombre o mujer, sino al juego de energías contrarias que poseemos como individuos. Es nuestro propio Ying Yang. Mediante el amor podemos penetrar a las personas con sentimientos y acciones, llegando a generar cambios en ellxs.
Por amor logramos conectarnos con las personas.
Y la sexualidad es la energía mágica que atrae lo que queremos en este plano. Es la capacidad de seducción que tenemos con el universo. Es la energía que sirve para pedir las cosas, ya sean situaciones concretas, oportunidades laborales, o personas a nuestra vida.
Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la sexualidad como: “Un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales”
Tomando en cuenta la definición de la sexualidad por la OMS y por culturas ancestrales, como las mencionadas anteriormente, podemos apreciar que la sexualidad forma parte importante de nuestra personalidad. Aquí hay un punto muy interesante del cual debemos reflexionar.
Cuando exigimos educación en sexualidad, no solo exigimos información sexual para protegernos de los riesgos que el sexo supone, es decir, prevención de embarazo precoz y de infecciones de transmisión sexual (ITS), exigimos educación sexual para constituirnos y formarnos en quién realmente somos, así de importante. Si solo nos enfocamos en una educación biologista de la sexualidad obtendremos como resultado escuelas que intentan dominar y controlar la misma, no dejarla ser, pues no toman en consideración el goce, el placer, la afectividad, el amor, la identidad de género, las orientaciones, etcétera. La idea es que con una educación sexual la gente se forme y se constituya en quien realmente es.
Dentro de este contexto surge Sexpo: un evento que habla de sexualidad en 360 grados y que pretende a través de charlas, workshops, talleres y performance educar a las personas para que puedan ser ellx mismxs, de ahí su slongan: “Por el derecho a ser tu mismx”.
Sexpo entiende que la sexualidad forma parte de cada unx, es personal, por ende su objetivo es entregar herramientas para que las personas la desarrollen como ellxs quieran. Es un evento con harta carga crítica necesaria para que la gente comience a cuestionar cuáles son las creencias y las normativas que la sociedad tiene y cuáles son las propias. Tiene como objetivo que las personas comiencen un proceso de decontrucción de lo socialmente impuesto y comiencen a construir lo que ellxs consideran como correcto, dentro de su propia moralidad, no dentro de la moralidad de una sociedad poco laica.
Buscamos una educación sexual que acompañe y respete, no una educación punitiva y castigadora.
Sexpo es un llamado urgente a que las personas comiencen a tomar conciencia de la importancia que tiene la educación sexual entendida desde el autoconocimiento, autenticidad, afectividad y habilidades sociales. Somos uno de los países de la OCDE, después de Corea del Sur, en donde la tasa de suicidios aumenta en vez de disminuir. Este es un claro reflejo de que la educación actual que reciben niños niñas y adolescentes no está supliendo todas las necesidades que éstxs tienen.
No podemos seguir haciendo vista gorda y naturalizando estas cifras. Si no encontramos la educación que queremos en espacios académicos tendremos que buscarla en otros espacios como el que entrega Sexpo.
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