Por: Chema Caballero
Assane Sosseh habla de las imágenes con las que capta la cotidianidad de Dakar y su incursión en los retratos de la sociedad madrileña
“Es muy importante que los africanos contemos África”, afirma tajantemente el fotógrafo senegalés Assane Sosseh. “Es muy distinto África narrada por un africano que descrito por un europeo. El africano está inmerso en su propia cultura, en su propia vida. Tienes que estar en el corazón de un barrio para comprender los problemas de sus gentes, de esa sociedad. Son cosas que tienes que vivir desde dentro para poder explicarlas en su propio contexto, sin falsificarlas. Sin embargo, muchas veces las fotos son descritas de tal forma que no tienen nada que ver con la realidad de donde han sido tomadas», decribe Sosseh, que considera que por eso los africanos están mejor situados para contar lo que sucede en África. «Llevo en Madrid ocho meses y todavía no llego a comprender ni a conocer muy bien esta sociedad. En cambio, muchas personas que vienen a África muy poco tiempo, con sus imágenes dan la impresión de que la conocen a fondo”, añade.
Sosseh no presume de conocer África. Él nació en Dakar y conoce su país. “Soy un senegalés que cuenta Senegal, o mejor, Dakar, que es la realidad donde he crecido y madurado”. Si algo caracteriza sus fotografías es que siempre muestran la dignidad de la persona en mitad de la situación en la que vive, sus sacrificios por salir adelante y su capacidad de esfuerzo y trabajo. “Los senegaleses son muy trabajadores. Todo el mundo está en la calle buscándose la vida y yo quiero mostrar esta faceta de la sociedad senegalesa. A pesar de que no hay mucho trabajo en el país, la gente hace lo que puede con lo que tiene. Cuando ves mis fotos dirías que son el paradigma de la pobreza, pero la persona fotografiada muestra siempre una sonrisa o un brillo en sus ojos que son el distintivo de su dignidad”.
Sosseh proviene de una familia de artistas. Es hijo de Laba Sosseh, pionero de la fusión afrocubana y primer disco de oro del continente. Su madre, Madeleine Tall, fue directora de escena del Teatro Nacional de Dakar. Él tocó el bajo en la orquesta de su barrio y tiene dos hermanos músicos. Empezó a hacer fotografía muy joven porque el padre de un amigo trabajaba en Air France y les traía cámaras no profesionales. Cuando en el barrio había una fiesta o una celebración iban al mercado de la Medina y compraban un carrete de 36 exposiciones. Él se encargaba de hacer las fotografías y, si les sobraba algún disparo, al día siguiente retrataban a sus amigos en sus casas. Fue así como empezó a interesarse por la fotografía callejera. Más tarde, entró en la Escuela de Bellas Artes de Dakar donde era necesario tener una cámara para captar escenas antes de dibujarlas. Después estudió infografía donde también tenía que hacer fotos y vídeos. A partir de ahí se incorporó en un colectivo de fotógrafos llamado Regards sur la ville, con el que expuso en la Bienal de Dakar de 2016. Dentro de este grupo, el artista Boubacar Touré diseñó un proyecto para fotografiar y mostrar la insalubridad y el abandono de la comuna de Rufisque, en Dakar, que también cuajó en una exposición.