Esta iniciativa fue creada por la profesora Christina Salmivalli, en 2006. Si bien las cifras de acoso escolar no eran alarmantes en Finlandia, la intimidación en enseñanza básica no presentaba una tendencia decreciente. Esto provocó que el gobierno decidiera invertir y abordar el tema desde una perspectiva distinta.
Así se creó KiVa (Kiusaamista Vastaan en su idioma original; contra el acoso escolar, en español) y se puso a disposición de todas las escuelas. El primer año alrededor de un 70% de los establecimientos iniciaron la capacitación, cifra que fue en aumento. Entre 2007 y 2009, 15 mil niños fueron intervenidos. Un incremento que fue sólo el comienzo, ya que a partir de este último año los estudiantes que participaron alcanzaron los 370 mil.
«El número de escuelas que querían implementar el programa fue más de lo que creíamos, así que no fue difícil convencer al resto. Pero, por supuesto, había mucho trabajo. Los miembros de mi equipo viajaban durante semanas entrenando al personal escolar de diferentes provincias de todo el país», recuerda Christina Salmivalli.
¿Qué es KiVa?
KiVa es una iniciativa que busca combatir la intimidación en niños de seis a 12 años, pero a diferencia de los métodos tradicionales, apunta a trabajar directamente con la víctima, el acosador y también los testigos. El programa se aplica a través de dos formatos: acciones universales como, por ejemplo, charlas que se realizan dos veces al mes a modo de prevención, y acciones puntuales en casos que necesiten ser manejados con mayor rigurosidad.
Los cambios generados en Finlandia durante el primer año de implementación fueron significativos, a tal punto que los casos de bullying desaparecieron en el 79% de las escuelas y se redujeron en el 18%. Gracias a esas cifras exitosas es que el interés se apoderó de países como Nueva Zelanda, Países Bajos, Estonia, Reino Unido e Italia, que enseguida solicitaron la capacitación.
La implementación conlleva meses de preparación en el entorno escolar y algunos casos son más fáciles que otros. «Creo que la implementación es más desafiante en contextos donde la prevención del acoso no se prioriza o donde los directores no lo ven como un problema que necesita atención. En algunas escuelas, el bullying puede ser visto como «normal» o algo que sólo pertenece a la infancia, y no tan perjudicial», advierte Salmivalli.
KiVa en América Latina
Según un estudio de Cepal y Bullying Sin Fronteras de 2014, el 37,2% de los estudiantes latinoamericanos de sexto grado reconocen haber sido insultados o amenazados; entre 12% y 14% experimentó violencia verbal y el 10% dice haber sufrido amenazas de un compañero. Un panorama preocupante que ha generado el interés latinoamericano por importar KiVa, programa que llegó a la región en 2012, luego que investigadores chilenos se interesaran tras comprobar el efectivo impacto de KiVa a nivel mundial. Actualmente Chile, al igual que Argentina, Colombia, México y Perú, se encuentran en proceso de implementar la solución finlandesa.
En el caso chileno, el lanzamiento oficial de la iniciativa se realizó a fines de mayo pasado. Actualmente, los coordinadores ya están realizando un estudio de evaluación en 33 escuelas de Santiago, para luego comenzar a implementar KiVa en establecimientos educacionales durante el segundo semestre del 2017.
Desafíos múltiples
Si bien el programa ha logrado cautivar el interés de distintos gobiernos e instituciones en el mundo, Christina Salmivalli considera que el principal obstáculo para su adopción se asocia al apoyo económico y humano necesario para la introducción de KiVa en las escuelas. «Creo que encontrar tiempo y recursos para la implementación sistemática es un gran desafío», resalta Salmivalli.
En Finlandia, la iniciativa contra el acoso escolar ya lleva vigente once años, sin embargo, con lentitud ha ido aumentando el número de colegios que trabaja bajo este sistema a nivel global. Los números pueden mostrar bajas positivas en el acoso, desde el primer año de implementación, pero las autoridades locales a veces se ven entrampanadas en los pasos administrativos iniciales, mientras que KiVa, según su creadora, necesita de confianza a largo plazo, de un manejo sostenible que aliente el desarrollo de un programa con mayor investigación y retroalimentación de los coordinadores. «Queremos construir una comunidad KiVa internacional, para unir a investigadores, socios, entrenadores y escuelas. Queremos apoyarnos mutuamente en el trabajo anti-intimidación sostenible».
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